Asia

China se queda sin luz

La escasez energética golpea a Pekín, que quiere salvarse antes del invierno

DOLORS RODRÍGUEZ PUERTO
y DOLORS RODRÍGUEZ PUERTO

PekínLos apagones eléctricos no son del todo extraños en China. Incluso en la capital, Pekín, la rutilante iluminación de rascacielos y zonas comerciales contrasta con un escaso alumbrado en el resto de las calles, más propio de un país no desarrollado que de la segunda economía mundial.

Pero ahora el gigante asiático se enfrenta a una crisis energética de verdad. Al menos 20 provincias sufren cortes o racionamiento de energía. Especialmente en el norte. En las provincias de Liaoning, Jilin y Heilongjiang -conocidas como el cinturón de óxido por su fuerte dependencia de la siderurgia- se han visto imágenes inéditas: hogares sin luz, pequeños comercios iluminados con velas, semáforos que no funcionan o caída de los servicios de telecomunicaciones. Ante la llegada del gélido invierno y la puesta en marcha de las calefacciones, la crisis se puede agravar.

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La escasez de energía castiga sobre todo a las empresas y la producción, y puede afectar a las cadenas de suministro globales y acentuar, por ejemplo, la escasez de chips ya existente. Para evitar picos de consumo, y como medida de choque, los gobiernos locales han impuesto severas restricciones a las empresas. Hay compañías que se han visto obligadas a organizar turnos por la noche, pero en algunas ciudades los recortes implican trabajar solo tres días a la semana, o incluso solo uno, y cerrar el resto. Los motivos que explican la situación son unos cuantos, pero destacan tres: el pico de demanda energética a raíz de la recuperación de la economía china después de casi un año y medio anestesiada por la pandemia, la subida global de los precios del gas y del carbón y las medidas para reducir las emisiones de CO.

Y es que el presidente chino, Xi Jinping, se ha comprometido a conseguir el pico de emisiones en 2030 y a convertirse en un país neutro en emisiones de carbono en 2060. Pero el problema es a corto plazo. Este año el objetivo es reducir en un 3% la intensidad de carbono, pero solo un tercio del territorio está en camino de conseguirlo. Según las estadísticas oficiales, el 70% de la energía consumida en los primeros ocho meses del año proviene del carbón, el precio del cual se ha disparado un 40% en el último mes. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR), que se ha comprometido a hacer que no haya cortes de energía completos, ha advertido de que el racionamiento de electricidad se mantendrá. La presión será más fuerte sobre las empresas que consumen más energía y producen altas emisiones de carbón. Los sectores como el acero, el aluminio, el cemento o los productos químicos seguirán sufriendo recortes.

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Freno al despegue económico

Todo ello pone palos a las ruedas al despegue de la economía de moda. Impulsada por el anhelo del gigante asiático de volver a la normalidad económica después del covid-19, China ha sufrido un fuerte incremento de la demanda eléctrica. Hasta agosto de 2021, la producción industrial de valor añadido había crecido un 13,1% interanual, y la demanda de electricidad alcanzaba el 13,8%. La producción del carbón, en cambio, solo se había incrementado un 4,4%.

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Mientras tanto, no es ningún secreto que la desaceleración de la economía china repercutirá en el crecimiento global. Goldman Sachs ya se ha apresurado a rebajar el crecimiento del PIB del gigante asiático del 8,2% inicial al 7,8% para el 2021, después de advertir de que un 44% de la actividad industrial ya se ha visto afectada por los cortes de corriente. Preocupa que se interrumpan las cadenas de suministro, especialmente en el sector de los chips, y peligra la campaña de Navidad porque puede haber desabastecimiento de productos como por ejemplo smartphones u ordenadores. Y, evidentemente, no solo en China.