El covid acaba con la indestructible popularidad de Jacinda Ardern

El prestigio de la primera ministra de Nueva Zelanda decae después de dos años de confinamientos, restricciones y el cierre de la frontera

Anna Jover
y Anna Jover

AucklandEl covid convirtió a Jacinda Ardern en la primera ministra más popular de los últimos cien años en la historia de Nueva Zelanda. Gracias a su contundente programa para derrotar el coronavirus, con largos confinamientos y el cierre absoluto de la frontera, la mortalidad por la pandemia se ha mantenido entre las más bajas del mundo: 53 muertos en un país de 5 millones de habitantes.

Después de dos años, sin embargo, la fatiga pandémica está empezando a pasarle factura. En la última encuesta de liderazgo, Jacinda Ardern ha obtenido el índice de aprobación más bajo desde 2019, y por primera vez la ha superado el jefe de la oposición, Christopher Luxon, del Partido Nacional, de centro derecha. Un sondeo tan demoledor que la líder laborista se ha visto obligada a analizarlo ante la prensa. Ardern argumenta que su declive de popularidad se debe a “las decisiones tan difíciles” que ha tomado para proteger a Nueva Zelanda también de la variante ómicron: “Todavía confío plenamente en que la gente sabe que hemos tomado estas decisiones por las razones correctas. Está claro que tienen un impacto en las encuestas, pero esto no cambia que las decisiones que hemos tomado están ayudando a Nueva Zelanda”.

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Completamente aislada

Cuando los primeros casos comunitarios de la ómicron se detectaron el 23 de enero, la primera ministra activó el nivel de alerta por covid más alto en todo el país para retardar los contagios, con el endurecimiento de las restricciones y nuevas limitaciones en aforos. La decisión desencadenó la cancelación en cadena de todos los festivales y espectáculos en plena temporada estival. La oposición pasó inmediatamente a la ofensiva para criticar unas medidas que consideran exageradas en un país que ya cuenta con más del 93% de vacunados entre los mayores de 12 años. 

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La crítica que cuenta con más apoyo popular es la que denuncia que las fronteras continúen cerradas a cal y canto. Hace casi dos años que Nueva Zelanda está completamente aislada del resto del mundo. El país no tan solo está cerrado a los turistas, sino que además los ciudadanos neozelandeses que están en el extranjero lo tienen muy difícil para volver a casa debido al límite de plazas en los hoteles de cuarentena obligatoria para acceder al país. Christopher Luxon exige la relajación inmediata de las fronteras: “Muy pronto, miles de personas con ómicron tendrán que aislarse en casa mientras que a los neozelandeses que viven en el extranjero que están vacunados y no tienen covid se les impide volver a casa. Esto no es correcto. Tenemos que reabrir las puertas al mundo: primero a los neozelandeses y después a los extranjeros que están vacunados y obtienen un test negativo de covid”.

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La intersección más complicada de Jacinda Ardern

La oposición no es la única que pide la apertura de fronteras. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) acaba de publicar un informe en el que alerta de que la economía neozelandesa sufrirá si se mantienen las fronteras cerradas. Además, también recomienda al gobierno laborista que empiece a controlar el gasto público con el que ha hecho frente a la pandemia, para frenar indicadores preocupantes como la inflación, que ha llegado al 5,9%, la cifra más alta de los últimos 30 años. 

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Debido al covid, Jacinda Ardern se encuentra ante una de las intersecciones más complicadas de su carrera política. El país registra ahora mismo 1.702 casos activos de covid con solo ocho personas en el hospital. Si las decisiones de la primera ministra favorecen que la ómicron se disperse con rapidez, crecerá la presión sobre el sistema sanitario. Nueva Zelanda cuenta con uno de los niveles más bajos de unidades de cuidados intensivos per cápita de la OCDE: 4 camas por cada 100.000 habitantes (en España son 10). El Colegio de Enfermeras ya ha alertado de que la capacidad de medicina intensiva no está preparada para una ola de covid y de que tampoco hay suficiente personal para afrontarla. Durante los dos años de pandemia el gobierno laborista no ha hecho nada para reforzar el sistema sanitario: en diciembre anunció una inversión multimillonaria, pero no se espera que las nuevas unidades de cuidados intensivos estén listas hasta dentro de seis meses.