Macron vence a la extrema derecha

El presidente es reelegido con el 58,2% de los votos ante el 41,8% de Le Pen, según las primeras proyecciones

ParísFrancia vuelve a decir no a la extrema derecha. Emmanuel Macron ha sido reelegido por los franceses en la segunda vuelta de la elección presidencial este domingo. Según las encuestas y las primeras proyecciones -que tienen una alta fiabilidad-, el presidente ha conseguido el 58,2% de los votos ante el 41,8% que ha obtenido Marine Le Pen. Esta vez la victoria del presidente de la República ha estado más ajustada que en la última elección presidencial, en 2017. En aquella ocasión, el candidato de la República en Marcha obtuvo el 66% de las papeletas también ante Le Pen.

Macron seguirá cinco años más en el Elíseo, pero ha perdido apoyos y popularidad: el resultado es un toque de atención para un presidente a quien muchos electores han votado sin convicción y con el único objetivo de evitar que la extrema derecha presida el país. La abstención, del 28% (cifra todavía provisional), sí se confirma que ha sido la más elevada desde 1969, cuando llegó al 31,3%, y cuatro puntos más que en las últimas elecciones de 2017. La desafección política, pues, crece en Francia.

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El resultado sirve para frenar a la extrema derecha y sobre todo da aire a la Unión Europea, que temía una victoria de la ultraderecha en uno de los países con más peso político en Europa y en el mundo. En plena guerra de Ucrania, la victoria de Le Pen hubiera supuesto un golpe duro para el proyecto comunitario, que vería ampliado el frente euroescéptico que forman Hungría y Polonia. Con reelección de Macron, que ostenta hasta finales de junio la presidencia rotatoria europea, Bruselas y los países europeos respiran tranquilos. La de hoy es una gran victoria para Emmanuel Macron, pero lo es también para Europa.

Primera reelección en dos décadas

Emmanuel Macron, de 44 años, se convierte en el primer presidente francés en ser reelegido en los últimos 20 años. Sus dos predecesores, François Hollande y Nicolas Sarkozy, solo gobernaron un quinquenato. El conservador perdió en 2012 ante Hollande y en 2017 el socialista no se presentó a la reelección porque su popularidad había caído en picado. Macron, que cuando irrumpió en la escena política se presentó como un candidato centrista, acabó absorbiendo al electorado de derechas y de izquierdas moderado, de Sarkozy y de Hollande, después de décadas de alternancia entre conservadores y socialistas.

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La crisis de los partidos tradicionales, hundidos desde hace tiempo, y el reagrupamiento del voto moderado en el entorno de Macron, ha hecho crecer los extremos, tanto de la ultraderecha -que en la primera vuelta consiguió sumar casi el 33% de los votos- como de la izquierda radical, a la vez que ha dejado vacíos los espacios que ocupaban los socialistas y los republicanos. La incógnita es cómo afectarán los cambios, y especialmente el auge de la extrema derecha, al mapa político del país de para las elecciones legislativas que se celebran en junio. Una mayoría parlamentaria de la ultraderecha obligaría a Macron a nombrar a Le Pen -o alguien de su partido- primera ministra, una cohabitación que podría resultar explosiva. El riesgo de que Macron pierda el control del Parlamento a favor de la extrema derecha es real y supone un peligro para Francia y, sobre todo, para sus ciudadanos.

La líder del Reagrupamiento Nacional es la gran perdedora de la elección presidencial. Es la tercera vez que concurría a unos comicios para acceder a la presidencia de Francia y ha vuelto a fracasar, si bien su apoyo ha ido progresivamente aumentando en los últimos años coincidiendo con su estrategia de moderar el tono para parecer menos de extrema derecha. Le Pen nunca antes había tenido el Elíseo tan cerca. Con este nuevo fracaso, su futuro político queda en el aire. Será decisivo el resultado de su partido en las legislativas de junio.