Crisis energética

La esperanza que viene del norte: Europa confía en el gas de Noruega

El gigante energético, cuarto exportador mundial, tiene el récord de uso del coche eléctrico

Ricard G.Samaranch
y Ricard G.Samaranch

OsloEn los últimos diez años, Oslo ha experimentado una espectacular transformación urbanística que lo ha convertido en la ciudad europea con mayor crecimiento. En parte, esto ha sido posible gracias a una inversión inteligente de la riqueza derivada de sus ingentes reservas de combustibles fósiles. Según el gobierno noruego, estos ingresos todavía aumentarán los próximos años gracias a la escalada de los precios y al compromiso de las autoridades de incrementar la exportación de gas a los países europeos para intentar paliar el descenso de la importación de gas ruso debido al conflicto de Ucrania.

"Hay un fuerte potencial para un incremento de ventas a Europa en 2022, lo cual significaría unos 100 Twh de energía adicional para el mercado europeo", afirmaron el mes pasado en una declaración conjunta Kadri Simon, el comisario europeo de Energía, y su homólogo noruego, Terje Aasland. Noruega ya ha aumentado un 8% las exportaciones de gas natural al Viejo Continente (incluido el Reino Unido), de forma que este año llegará a la cantidad de 122.000 millones de metros cúbicos. "Las empresas están produciendo a máxima capacidad", dijo Aasland. En concreto, el gigante noruego Equinor, del cual el gobierno posee el 67% de las acciones, ha autorizado un aumento de la producción de al menos 1.400 millones de metros cúbicos en dos de sus campos principales: Oseberg y Heidrun.

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Alternativa para algunos países

“El esfuerzo de Noruega es destacable, pero no podría sustituir al gas ruso si Putin cerrara el grifo… Ahora bien, es muy importante para algunos países europeos en una situación delicada”, sostiene Martin Jirusek, profesor de la Universidad Masaryk en Chequia especializado en energía. Jirusek se refiere sobre todo a los países bálticos y Polonia, que a partir de este otoño estarán vinculados a Noruega a través de un gasoducto que atraviesa Dinamarca. Estos cuatro países son los que han adoptado una actitud más hostil hacia Rusia después de su invasión de Ucrania e incluso han dejado de comprar combustibles fósiles antes de que entraran en vigor las sanciones europeas.

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En total, Noruega cubrió el 20% de la demanda europea de gas en 2021, y los expertos calculan que la cifra habrá subido hasta el 25% a finales de este año." Este porcentaje todavía podría crecer más adelante si Europa es capaz de reducir el consumo de gas, tal como pretende la Comisión Europea. Ahora bien, veremos si esto es posible", apostilla Jirusek. Noruega exporta prácticamente todo el gas que produce.

La capacidad de crecimiento del sector del gas natural en Noruega es limitado, tanto por cuestiones logísticas como políticas. "Los nuevos yacimientos están situados en el norte del país, y con las infraestructuras actuales no se puede transportar mucho más gas a los gasoductos del sur que nos conectan con Europa", explica Jakub M. Godzimirski, experto en Energía del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales. "Además, hay otro posible obstáculo de tipo político: hay algunos partidos, sobre todo los verdes, que se oponen a hacer nuevas perforaciones", añade.

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La gasolina más cara de Europa

En muchos aspectos, Noruega es un gigante energético atípico –es el cuarto exportador mundial de gas y el séptimo de petróleo–. Por ejemplo, no subsidia los derivados del petróleo para sus ciudadanos. Mientras que el litro de gasolina puede llegar a costar menos que el de agua en países como Libia o Irán, los conductores noruegos pagan la gasolina más cara de Europa. En concreto, cuesta 2,53 euros por litro. Más de la mitad de este precio corresponde a impuestos. A diferencia de muchos gobiernos europeos, incluido el español, el noruego no ha aplicado recientemente ninguna rebaja en las tasas para limitar la inflación.

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“Las autoridades han puesto en marcha una política muy ambiciosa de promoción del coche eléctrico, y el coste de la gasolina pretende desincentivar la compra de coches de motor de combustión”, apunta Godzimirski. Así, por ejemplo, no hay ningún impuesto que grave la compra de coches eléctricos, en caso de atasco estos vehículos pueden circular por carriles rápidos y no pagan por aparcar en la calle, o lo hacen a un precio reducido. Las medidas han sido un éxito, y los coches eléctricos ya representaron más de un 80% del total de ventas. Estos automóviles constituyen ya la mitad del parque automovilístico en Noruega, un hito inédito en el mundo entero.

A diferencia de la gasolina, el ejecutivo noruego sí que ha intervenido con subvenciones para limitar la escalada de precios de la electricidad, que provocó incluso la celebración de manifestaciones en el sur del país. Y es que sus habitantes llegaron a pagar en invierno un precio 100 veces superior al de sus compatriotas del norte. "Dos factores explican este fenómeno: el aumento del precio en el resto de Europa, puesto que la red eléctrica del sur está conectada con otros países, y un nivel del agua en los embalses inferior al que es habitual", explica Godzimirski, que recuerda que hasta el 97% de la electricidad consumida en Noruega es de origen hidroeléctrico. Ni siquiera Escandinavia se libra de las alteraciones de los patrones de la pluviometría asociadas al cambio climático.