Giro de guión: La pelota está ahora en el tejado de Putin

El semanario británico The Economist publicaba el domingo un análisis con un titular contundente: "Los inversores creen que la guerra entre Ucrania y Rusia terminará pronto". El artículo aseguraba que esta tendencia se está notando ya en las dinámicas de los mercados y que la economía rusa ya se prepara para volver a atraer a grandes multinacionales como Coca-Cola, McDonald's y Mastercard. El dinero es uno de los pocos indicadores fiables para interpretar el futuro. Incluso en tiempos de Donald Trump, amante de la diplomacia montaña rusa.

El acuerdo de este martes en Arabia Saudita envía el balón al tejado ruso. Es un giro relevante: Trump llevaba semanas insistiendo en que Zelenski era el principal problema para conseguir la paz. Ahora Washington apunta a Moscú: "Si no [aceptan el acuerdo], lamentablemente sabremos quién es el obstáculo para la paz", ha dicho el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio.

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Los blogueros ultranacionalistas rusos –y algún diputado– han salido en tromba a decir que firmar la tregua sería una bajada de pantalones. Que Moscú no puede negociar mientras todavía haya soldados ucranianos en Kursk. Y que Rusia debe aprovechar el momentum que vive en el campo de batalla para ganar aún más territorio.

Pero Putin puede encontrar motivos para dar luz verde al alto el fuego. El principal es puramente estratégico: aceptar ahora una tregua corta –de sólo 30 días, que no son nada en una guerra de tres años– puede situarlo en una posición aún más poderosa a la hora de negociar un alto el fuego definitivo. Putin no quiere dejar perder los frutos de su hito más meritorio hasta ahora: tener en la Casa Blanca a su mejor aliado. El segundo puede ser económico: Moscú tiene fuerza suficiente para pedir a cambio, por ejemplo, agilizar la normalización diplomática –y comercial– con Estados Unidos de su amigo e, incluso, la supresión de algunas sanciones. Los inversores estarían contentos.

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Y hay otro motivo a tener en cuenta: Putin ha demostrado que tiene experiencia en desdicharse de lo que ya ha pactado y, por tanto, romper, en cualquier momento, un alto el fuego que se augura, antes de nacer, bien frágil.