Putin pulsa el acelerador en Ucrania y toma el pelo en Trump

El presidente ruso aprovecha la indecisión estadounidense para intensificar los ataques y dilatar las negociaciones

MoscúVladimir Putin está convencido de que puede ganar la guerra en Ucrania y no va a dejar de luchar hasta que se vea con las mejores cartas para sentarse a negociar la paz. El presidente ruso explota las dudas de Donald Trump y aumenta los ataques aéreos, mientras allana el terreno para una nueva ofensiva este verano en el Donbás. Mientras, la maquinaria diplomática del Kremlin busca marcar los tiempos de unas conversaciones que ha convertido en un monólogo intimidatorio.

En Kiiv temen que la reunión entre representantes rusos y ucranianos propuesta por lunes en Estambul sea ​​un capítulo más de la estrategia dilatoria de Moscú, que trata de calmar el ansia pacificadora de Estados Unidos, al tiempo que entierra cualquier esperanza de acuerdo bajo sus condiciones invariables e inasumibles. El memorando que deben presentar los enviados de Putin se prevé que contenga las mismas exigencias de siempre para un alto el fuego: la no entrada de Ucrania en la OTAN, el levantamiento de sanciones y la protección de la población rusófona.

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En nombre de la salvación de los rusohablantes del este de Ucrania –las principales víctimas de la invasión rusa–, en las últimas semanas el Kremlin ha vuelto a dejar claro en múltiples declaraciones que no descansará hasta dominar totalmente las cuatro regiones que se anexionó en septiembre de 2022 hasta provocar la destitución de Volodímir Zelenski.

Ofensiva en verano

La inteligencia ucraniana espera una ofensiva rusa en Donetsk este verano, donde hace casi un año que las tropas de Putin intentan conquistar a las poblaciones estratégicas de Pokrovsk y Kostiantínivka. Paralelamente, Moscú amenaza a las regiones ucranianas del norte, Sumi y Járkov, donde pretende crear una zona de seguridad para evitar nuevas incursiones en los territorios rusos fronterizos de Kursk y Bélgorod, al tiempo que impide a las fuerzas de Kiiv concentrar esfuerzos en el Donbás.

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El escenario actual permite al Kremlin ser moderadamente optimista. Rusia confía en la superioridad numérica como elemento clave. Pese al gran número de bajas en las operaciones de asalto, la cifra de nuevos voluntarios en las filas rusas, aunque pueda ser exagerada (60.000 al mes, según Putin), sigue siendo bastante mayor que en las filas ucranianas (unos 25.000).

Moscú también busca rentabilizar la permanente amenaza al cielo. El aumento de la capacidad de producción de drones rusos y las nuevas tácticas para hacerlos más difíciles de abatir están extenuando las defensas aéreas ucranianas, pocas y faltas de municiones. Los drones y misiles rusos cada vez provocarán más víctimas civiles si Ucrania no recibe más artillería defensiva.

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Los bombardeos récord de los últimos días han espoleado un nuevo toque de atención de Trump, que ha amenazado a Rusia con "cosas muy malas" si no para de "jugar con fuego". Sin embargo, el Kremlin no solo no se ha amedrentado, sino que ha respondido con una mezcla de burla y condescendencia al enésimo ultimátum del presidente estadounidense.

El Kremlin ridiculiza al magnate republicano

Varios miembros del entorno de Putin han achacado la reacción de Trump a una "sobrecarga emocional" fruto de los nervios del proceso de negociación, y le han acusado de "no estar suficientemente informado" de los supuestos "ataques terroristas masivos" de Ucrania. El expresidente Dmitri Medvedev, del ala más dura del Kremlin, ha llegado a galear con el espantajo de una Tercera Guerra Mundial, mientras que el principal propagandista de la televisión estatal, Vladímir Soloviov, se ha dirigido al líder de Estados Unidos diciéndole: "Mira las tumbas de quienes amenazaron a Rusia". Incluso se ha atrevido el perfil oficial del canal de propaganda RT: "El mensaje de Trump deja poco margen a las malas interpretaciones… hasta que mañana por la mañana publique lo contrario".

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La pasividad errática del presidente estadounidense es gasolina para Putin, que le tiene el tamaño tomado. Trump no se atreve a endurecer las sanciones en Rusia, pese a la presión de Zelenski y de los líderes europeos, con el argumento de que está "a punto" de arrancarles un acuerdo y no quiere "arruinarlo" enfadándoles. "Dentro de dos semanas os diré si Putin me está tomando el pelo o no. Si es así, responderemos de forma diferente", advertía este miércoles Trump. Pero es que el 27 de abril dijo lo mismo y el 19 de mayo regresó a ella, sin que, desde entonces, el presidente ruso haya mostrado ningún indicio de querer detener los combates.

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Zelenski tiene motivos para desesperarse cuando ve que el Kremlin utiliza las conversaciones de paz como un mecanismo de distracción, que los bombardeos se intensifican y que apenas el frente resiste. Y, mientras, la peculiar equidistancia de Trump consiste en no rearmar a Ucrania con cara y ojos ni presionar a Rusia para que abandone las armas, los dos únicos escenarios que podrían preocupar a Putin.

En cambio, si el presidente estadounidense acaba abandonando la mediación y el apoyo en Ucrania, o si se convence de que Kiiv tiene las de perder y la arrastra a negociar prácticamente una capitulación, Putin sólo puede ganar. Tan sólo le quedará hacer creer a Trump que, encima, ha sido culpa de Zelenski, y que Rusia y Estados Unidos pueden volver al business as usual porque, al fin y al cabo, ninguno de los dos puede hacer más.