Rutte, más apocalíptico que nunca: "Somos el próximo objetivo de Rusia"

Zelenski sugiere en una nueva propuesta de paz que cualquier concesión territorial debería someterse a un referéndum

LondresMás apocalíptico que nunca, el secretario general de la OTAN ha lanzado una brutal advertencia este jueves desde Berlín. Mark Rutte ha alertado: "Europa es el próximo objetivo de Rusia y ya estamos en peligro". En consecuencia, pidió a los gobiernos occidentales que se preparen para un escenario de guerra comparable al que vivieron "los abuelos y bisabuelos" del continente. "Imagínense –ha añadido– un conflicto que llega a todos los hogares, a todos los puestos de trabajo, con destrucción y movilización masiva, millones de desplazados, sufrimiento generalizado y pérdidas extremas. Es un pensamiento terrible, pero si cumplimos nuestros compromisos, ésta es una tragedia que podemos evitar".

El secretario general de la Alianza Atlántica ha insistido en que "no es un momento para la autocomplacencia". "Me parece que demasiada gente está cómodamente confiada. Muchos no perciben la urgencia. Y muchos creen que el tiempo juega a nuestro favor. No es así. El momento de actuar es ahora. El gasto y la producción de defensa de los aliados deben aumentar rápidamente. Nuestras fuerzas armadas deben tener lo que necesitan para mantenernos seguros." Y también ha instado a reforzar el compromiso militar y político con Ucrania.

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Sus declaraciones, en un acto en Múnico organizado por la Conferencia de Seguridad, llegan en un momento en el que Ucrania y varios países europeos están liderando una nueva propuesta de paz con la que presentarse ante el Kremlin. Zelenski la ha enviado a la Casa Blanca. El documento, que sigue en fase de trabajo, incluye 20 puntos que abarcan desde garantías de seguridad hasta un acuerdo sobre la reconstrucción del país. Uno de los aspectos relevantes, que no complacerá en nada a Donald Trump, es que, "pese a los avances", según Zelenski, no hay acuerdo sobre la cuestión territorial. Especialmente, sobre el 20% del Donbás que Rusia reclama como propio, pero que no ha conquistado militarmente. Tampoco existe acuerdo sobre la central nuclear de Zaporíjia.

Washington ha planteado un posible compromiso provisional: convertir esta zona en un espacio desmilitarizado o una zona económica especial. Kiiv insiste en que cualquier retirada ucraniana debería ir acompañada de una equivalente de las fuerzas rusas. Pero la posible creación de ésta amplia zona desmilitarizada, quizá de entre 40 y 50 kilómetros de ancho para congelar la actual línea del frente –la opción preferida de Zelenski–, requeriría una presencia de fuerzas internacionales que en estos momentos ningún capital europeo está en condiciones de garantizar. En la propuesta de la Casa Blanca no hay una letra pequeña que indique cómo se evitaría que Rusia ejerciera influencia ni se evitara la infiltración de milicias prorrusas.

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Una versión más

La nueva propuesta ucraniana enviada a la Casa Blanca es "sólo una versión más", y no constituye ningún texto definitivo, dijo el presidente ucraniano en conferencia de prensa desde Kiiv. En todo caso, Zelenski sí ha sugerido por primera vez que "cualquier concesión territorial debería someterse a la opinión de los ucranianos", bien con unas elecciones, bien en referéndum, lo que alargaría mucho el proceso. Sobre las fuerzas armadas, la propuesta de Kiiv es que estén formadas por 800.000 soldados, el doble de lo que sugiere Washington.

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El estancamiento en puntos clave aplaza cualquier reunión entre Trump y su homólogo ucraniano y los aliados europeos, y que sólo tendría sentido si existe "progreso real" en las negociaciones. Alemania estudia celebrar un encuentro en Berlín la próxima semana para intentar acercar posiciones, pero las diferencias siguen siendo enormes.

Europa y Ucrania, pues, siguen dependiendo de los caprichos de Donald Trump, con Londres, París y Berlín intentando mantener la Casa Blanca implicada en un proceso que el presidente de Estados Unidos ha acelerado con un calendario propio: llegar a un posible acuerdo preliminar antes de Navidad. Un plazo que, según analistas diplomáticos, no implicaría necesariamente la firma final de ningún acuerdo, pero sí una definición clara de hasta dónde están dispuestas a llegar Europa y Ucrania en términos de concesiones y garantías de seguridad.

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En este sentido, y paralelamente, la Unión Europea afronta la próxima semana un momento clave: la decisión sobre los activos rusos congelados, 210.000 millones de euros, la mayoría (185.000 en bancos belgas) sobre los que se volverá a debatir en la cumbre de los Veintiún. Es un fondo colosal que Ucrania considera imprescindible para el día a día del estado y para financiar tanto al sector público como a sus necesidades militares inmediatas.

Pero la decisión está lejos de haber llegado al consenso. Bélgica ha advertido una vez más de que no asumirá sola el riesgo legal y financiero de liberarlos. Los diplomáticos belgas alertan de que, si Rusia decide reclamar los fondos, el importe equivaldría a un tercio del PIB del país, una responsabilidad "inasumible" sin un mecanismo europeo compartido. La UE debate, pues, cómo repartir riesgos y garantías entre los estados miembros para desbloquear el fondo. La discusión todavía parece lejos de cerrarse. Para Ucrania, la decisión es urgente y está íntimamente ligada al avance de su plan de paz: sin financiación estable, argumentan, es imposible negociar en posición de fuerza ni plantear un futuro de reconstrucción.