Europa

Ruxeyan Adil, superviviente del naufragio de Pylos: "Aún no puedo dormir por las noches"

Demasiadas preguntas sin respuesta un año después de la tragedia del 'Adriana', con más de 500 muertos

AtenasEn el libro de familia de Ruxeyan Adil, nacido en Kobane, en el Kurdistán sirio, dice que tiene 25 años, pero él asegura que sólo tiene 23. Explica que, aunque se encuentra algo mejor y que la terapia psicológica le está yendo muy bien, todavía tiene muchos problemas por dormir por las noches. Ruxeyan es uno de los supervivientes del naufragio delAdriana, el pesquero que la madrugada del 13 al 14 de junio del 2023 se hundió frente a la costa del Peloponeso, en Grecia. A bordo se calcula que viajaban entre 700 y 750 personas (la mayoría de Pakistán, Siria, Palestina, Egipto y Afganistán) que habían zarpado de Libia. Sólo sobrevivieron 104 y sólo se encontraron 82 cuerpos, de los que se pudieron identificar 58. Se trata de una de las tragedias más importantes en el mar Mediterráneo.

Todavía hay muchas preguntas sin respuesta sobre qué ocurrió aquella madrugada, ya que el relato de los guardacostas griegos dista mucho de lo que explican los supervivientes y de los informes de Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW). Más de la mitad de los 104 supervivientes del naufragio han presentado una denuncia penal ante el Tribunal Naval del Pireo que señala las irregularidades en la investigación de la tragedia, por la que sólo han sido acusados ​​nueve de los náufragos que viajaban en la embarcación.

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Los supervivientes, pero también las ONG de derechos humanos y la agencia europea de control de fronteras Frontex, han condenado la actuación de los guardacostas griegos, exigen al gobierno heleno una investigación realmente independiente y que asuma su responsabilidad. Según el relato de los supervivientes, los guardacostas griegos intentaron llevar al pesquero a aguas internacionales para no hacerse cargo de las personas a bordo. En el momento de la maniobra, el barco, precario y sobrecargado, se hundió. No sólo eso: aseguran que no se les prestó socorro de forma inmediata y que se les requisaron los teléfonos móviles, donde habrían grabado todo lo ocurrido.

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Entre otras irregularidades, en la operación de rescate destaca la ausencia de vídeos de las cámaras de seguridad de los guardacostas. "Se ha demostrado que la Guardia Costera griega apagó las cámaras durante la operación", explicaba hace unos días el abogado Dimitris Choulis, que forma parte de Human Rights Legal Project y ha estado todo este año defendiendo los 9 de Pylos, los migrantes acusados ​​del naufragio y al que hace unas semanas se les retiraron todos los cargos. El tribunal de primera instancia de Kalamata, que debía juzgarlos, se declaró incompetente en el caso: en el momento del naufragio, l'Adriana estaba en aguas internacionales.

Silenciar a los testigos

Tras el naufragio, el gobierno griego instaló a los supervivientes en el campo de recepción e identificación de Malakasa, a una hora de Atenas. Como empezaron a hablar con la prensa ya contar su relato, contrastado por IA, HRW y el centro de investigación forense Forensic Architecture, que han jugado un papel primordial en la esclarecimiento de los hechos, el gobierno griego decidió acelerar los trámites burocráticos para que pudieran salir del país.

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"Llegué a Alemania el 12 de septiembre del 2023, donde viven mi hermano y mi hermana. Mi hermano vive en Düsseldorf y mi hermana aquí, en Bremen". Ruxeyan, que contó con la asistencia de las abogadas de Refugee Support Aegean (RSA) para salir de Grecia, no puede ni trabajar ni estudiar, porque todavía no tiene los papeles en regla. Dice que su situación es mejor que cuando estaba en el campo de Malakasa, que define como "una pesadilla", pero que la vida "sigue siendo complicada, sobre todo por los obstáculos de los procedimientos burocráticos y por la lengua". Vive en el campo, porque la casa de su hermana es demasiado pequeña.

Un año después de la tragedia, Ruxeyan sigue sin poder dormir: "Tengo que tomar pastillas y, sin embargo, me cuesta. Pero el pasado es pasado". En elAdriana viajaba allí con su primo, Kamran Ahmed, que se ahogó durante el naufragio. También con un amigo, Azad, que está con él en Bremen. "Ahora quiero empezar de nuevo, pese a las dificultades. No entiendo por qué la burocracia va tan lenta. Aquí no hay nadie que me esté ayudando, pero en el campo tengo amigos y no estoy tan mal", asegura. "Lo que tengo claro es que no quiero que en mi vida haya miedos. Aún tengo, pero sé que van a desaparecer". Su sueño no debería ser tan difícil: "Me gustaría vivir una vida tranquila y en paz, sin sorpresas ni aventuras. Quiero seguir estudiando biología y tocando el laúd".