Un verano sin veraneantes en las playas italianas
La inflación impacta en el turismo en un modelo de litoral privatizado
RomaTumbonas vacías y sombrillas cerradas. Ésta ha sido la postal de este verano en Italia. Los precios desorbitados y la caída del poder adquisitivo han obligado a muchas familias a recortar los días de veraneo, y casi la mitad de los italianos (un 49,2%) se han quedado en casa en julio y agosto. Acabada la temporada, a los operadores turísticos no les salen las cuentas.
Desde Liguria hasta Sicilia, la costa italiana ha registrado hasta un 90% menos de afluencia que en 2024. Según el Sindicato Italiano de Balnearios, la afluencia ha bajado un 20% de media y hasta un 30% en regiones como Calabria y Emí. Esta última, destino tradicional del turismo familiar de playa, y pasta en el horno, ha visto playas vacías especialmente de lunes a viernes, mientras que quien puede permitírselo aprovecha el fin de semana –solo– para dar un chapuzón en el mar.
"En realidad en junio no fue tan malo, pero en julio sí registró un descenso", comenta Simone Battistoni, presidente del Sindicato Italiano de Balnearios en la región de Emilia-Romaña. Battistoni reconoce que se trata de un fenómeno irregular, más limitado a localidades que suelen colgar el cartel de completo, como Rímini, pero advierte que lo preocupante es el cambio en las costumbres. "Si antes la gente venía dos semanas, ahora sólo se queda una semana o sólo el fin de semana".
Lo confirma Bernabé Bocca, presidente de Federalberghi, la principal asociación empresarial italiana del sector turístico. "Este año los italianos han intentado organizar vacaciones más cortas, alojarse en apartamentos y reducir gastos en restaurantes", explica.
Los analistas consideran que lo que está en crisis en realidad es el modelo turístico italiano, condicionado por un grave problema estructural: la gestión privada de las playas. La mitad del litoral está gestionada, con concesión pública, por establecimientos privados. Una tradición centenaria y un negocio del que dependen cerca de 7.000 empresas en todo el país –muchas familiares–, que emplean a más de 60.000 personas.
Concesiones hereditarias
También es tradicional que estas concesiones se hereden entre los miembros de una familia, porque en la mayoría de los casos se renuevan automáticamente desde hace décadas. La Unión Europea exigió en el 2006 a Italia que liberalizara el mercado y concediera las licencias por concurso público, pero no fue hasta el 2022 que el ex primer ministro Mario Draghi nombró a una comisión para abordar la situación, que finalmente quedó en nada.
Los balnearios se extienden de norte a sur del país, incluyendo las islas, y los hay para todos los gustos y bolsillos. Desde simples chiringuitos hasta elegantes beach clubs con piscina y restaurante, donde alquilar una sombrilla y una hamaca puede llegar a superar los 1.500 euros al día. En las playas de la región del Lacio –cuya capital es Roma– es difícil alquilar dos hamacas y una sombrilla por menos de 30 euros al día. Una cifra que sube hasta los 295 euros en algunas localidades de moda en la Apulia. Allí, el coste de alquilar una hamaca es de media un 17% más caro que hace cuatro años, según datos de la asociación de consumidores Altroconsum.
En algunas regiones, las playas privadas ocupan hasta el 70% del litoral disponible, como en Liguria y la Campania. Aunque el caso más extremo es el de Nápoles, donde en 27 kilómetros de costa sólo hay 200 metros de libre acceso al mar. Eso sin contar con Sicilia, donde los gestores de la playa de Mondello, en la capital, Palermo, decidieron instalar torniquetes para que nadie pudiera colarse.
Pese a ser un debate que se repite cada año, este verano parece que los italianos han dicho bastante, atizados por las denuncias en las redes sociales de numerosas caras conocidas y los vídeos virales de un joven político. Matteo Hallissey, un boloñés de 22 años que es el presidente de +Europa, ha recorrido durante el verano los establecimientos balnearios de la costa italiana para reivindicar que la playa es de todos.
Su modus operandi es simple: se presenta a los chiringuitos con una sombrilla y desafiando la definición de "playa privada", y lo documenta todo con una cámara. Sus vídeos han acumulado millones de visualizaciones.
"Por cada cien euros de ingresos, los balnearios pagan uno en el estado", denunció en una entrevista en el diario La Repubblica. Hallissey propone aplicar la directiva europea que impone la competencia en el sector servicios. "Es cierto que en Italia tenemos muy pocas playas libres y que las playas se gestionan de forma hereditaria, pero también hay playas en el extranjero. La diferencia es que somos los únicos que no hacemos pujas".