Guerra en Europa

Zelenski destituye al jefe de las fuerzas armadas por el fracaso de la contraofensiva ucraniana

Kiiv alerta de que no puede aguantar sin la ayuda militar de Estados Unidos

ARA
y ARA

BarcelonaEl presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha destituido este jueves al comandante en ninguna de las fuerzas armadas, el general Valeri Zalujni. De esta forma intenta buscar una salida a la desesperada tras el fracaso de la tan anunciada contraofensiva ucraniana y de un futuro con más incertidumbres que nunca. Zalujni será sustituido por el hasta ahora comandante de las fuerzas terrestres, Oleksandr Sirski.

El repuesto tiene especial importancia, teniendo en cuenta que el general se había convertido en un símbolo de la resistencia del ejército ucraniano y se le atribuían todos los méritos de la estrategia militar de Kiiv, que tantos frutos dio durante los primeros meses de la invasión. También había contribuido a la modernización de las fuerzas armadas: las acercó a la forma de hacer de ejércitos occidentales y las alejó de las doctrinas soviéticas, apostando por un mando más ágil y descentralizado.

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A finales del año pasado, sin embargo, las diferencias entre Zelenski y Zalujni se hicieron más evidentes, después de que la todavía ninguna de las fuerzas armadas se desviara del discurso oficial en una entrevista alsemanarioThe Economist y reconociera –aunque no lo decía claramente– un estancamiento en la guerra. Al presidente ucraniano no le gustaron sus palabras. Sin embargo, Zalujni no iba tan desencaminado y la prueba ha sido su relevo este jueves.

"Agradezco al general Zalujni los dos años de protección del país. Estoy agradecido por cada victoria que hemos conseguido juntos y también doy las gracias a todos los soldados ucranianos que luchan heroicamente en esta guerra", ha dicho con solemnidad el presidente ucraniano en un vídeo publicado en Telegram. También ha difundido una fotografía haciendo un apretón de manos con Zalujni, mientras ambos sonríen en la cámara y el hasta ahora ninguna de las fuerzas armadas hace el signo de la victoria con los dedos. Pero la realidad es otra. El ejército ucraniano agoniza porque no tiene suficiente munición. La ayuda militar de Estados Unidos no llega y la de la Unión Europea no es suficiente.

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La administración de Joe Biden está teniendo problemas para desatascar el paquete de ayuda militar, que lleva meses bloqueado en el Senado por la oposición de los republicanos. Desde Kiiv, alertan de que esto amenaza su capacidad para seguir aguantando en el frente e impedir el avance de las tropas del Kremlin. Estados Unidos es el primer suministrador de ayuda militar a Ucrania y por mucho que la UE ha acelerado su aportación, ni de lejos llega a cubrir el agujero de Washington. Los responsables ucranianos aseguran que el bloqueo en Estados Unidos ya tiene un impacto en el campo de batalla.

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Votación en Estados Unidos

El Senado de Estados Unidos debe votar este jueves la ley para desbloquear esta ayuda, que después aún debe obtener el aval de la Cámara de Representantes: son 60.000 millones de dólares (57.800 millones de euros) para Ucrania. La ayuda a Kiiv estaba bloqueada porque los republicanos habían condicionado su aprobación al endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos, alegando que últimamente la guerra se encuentra en situación de estancamiento. A principios de noviembre, el presidente Biden envió al Congreso una solicitud “urgente” para que aprobara una ayuda conjunta de 105.000 millones de dólares para Ucrania, Israel, Taiwán y la frontera sur con México. Pero los congresistas republicanos reclamaban que se aprobaran dos paquetes de ayuda separados, uno para Ucrania y otro para Israel, y que esta aportación fuese ligada a políticas para fortalecer el control de la frontera sur de Estados Unidos, lo que es una línea roja para los demócratas. El miércoles por la noche los demócratas optaron por realizar dos votaciones separadas: una para la ayuda militar a Ucrania, Israel y Taiwán, y dejar el control fronterizo para más adelante, con el objetivo de poner fin al bloqueo.

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La directora de presupuesto de la Casa Blanca, Shalanda Young, ya había avisado en diciembre de que si no se enviaba ayuda para Kiiv, se podía "comprometer el papel de Ucrania en el campo de batalla, no sólo poniendo en riesgo el territorio recuperado, sino también aumentando la probabilidad de victorias militares rusas”. Incluso el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, viajó a Washington a finales de año para intentar convencer a la Casa Blanca (y también a algunos líderes republicanos) de la necesidad de seguir apoyando a las tropas de Volodímir Zelenski.

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Mikhailo Podoliak, asesor del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, ha dicho que las fuerzas rusas disparan cada día 10.000 proyectiles de artillería contra su línea del frente, mientras que los ucranianos sólo tienen entre 1.500 y 2.500 proyectiles por responder. También asegura que la carencia de munición les imposibilita la planificación a medio plazo.

La UE logró la semana pasada superar el veto del primer ministro húngaro, el ultraconservador Viktor Orbán, y aprobar un paquete de ayuda para Ucrania de 50.000 millones de euros, pero Kiiv ya ha dejado claro que no será suficiente sin la concurrencia de Estados Unidos. En Ucrania todo el mundo confía en que Estados Unidos no les dejará caer, pero el desgaste se hace notar y también la impotencia de ver cómo el arsenal ruso no se agota, mientras que el ucraniano depende de los problemas internos que tienen sus aliados. También pesa el convencimiento de que, si Estados Unidos debe elegir entre Israel y Ucrania, el puente aéreo de municiones y dinero entre Washington y Tel-Aviv será prioritario.

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Ante la perspectiva de que Trump pueda volver a la presidencia de Estados Unidos el 5 de noviembre, los dirigentes ucranianos miden cada palabra, teniendo en cuenta que una llamada entre Zelenski y Trump en el 2019 llevó al expresidente a un procedimiento deimpeachment, que finalmente no fructificó. Ahora Ucrania vuelve a encontrarse en el centro de la disputa interna en Estados Unidos cada vez más polarizados. "Por desgracia la política exterior [de Estados Unidos] se ha convertido en rehén de la política doméstica", aseguraba lacónicamente Podoliak hace unos días.

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Kiiv intenta hacer todo lo que puede para conservar la asistencia militar estadounidense. En diciembre Zelenski visitó Washington y su jefe de gabinete, Andrí Iermak, acudió unas semanas antes para reunirse con los senadores republicanos. Muchos dentro del partido son partidarios de mantener la ayuda, pero Trump presiona con su "América primero". El ministro de Exteriores ucraniano, Dmitró Kuleba, no escondía hace unos días su frustración: "He recibido informes de Washington sobre los posibles escenarios en el Senado y algunos recuerdan uno thriller. Todo es muy confuso". Kiiv sigue alertando de lo que está en juego: "Lo hemos explicado y lo continuaremos diciendo: los países democráticos se defienden o ceden la iniciativa a los demás y estaremos entonces en un mundo donde los genocidios serán aceptables". Una lección que el gobierno de Kiiv no acepta aplicar en el caso de Gaza.