El giro de Sánchez sobre el Sáhara Occidental: una jugada de alto riesgo
La Moncloa se alinea con Estados Unidos y Alemania, pero paga un precio más caro
Marruecos ha impuesto sus condiciones en el cierre de la crisis diplomática con España, e incluso se ha permitido marcar los tempos. Rabat cogió a Madrid por sorpresa el viernes al esbombar una carta firmada por Pedro Sánchez dirigida al rey Mohamed VI que formaba parte de los movimientos diplomáticos discretos que desde hace meses se están haciendo entre bastidores. El régimen alauí dejaba caer la bomba: el presidente español avala su plan de convertir el Sáhara Occidental en una autonomía marroquí.
La decisión de Sánchez es contraria al derecho internacional (que prevé que la salida para la ex colonia española tiene que ser un referéndum de autodeterminación), a todos sus compromisos previos, a la hoja de ruta de su política exterior y a la política que han mantenido todos los gobiernos españoles los últimos 40 años, desde que el régimen de Franco entregó el Sáhara Occidental, entonces una colonia española, en Mauritania y Marruecos, que después ocupó militarmente su territorio. Así quedó empantanado el último proceso de descolonización que todavía está pendiente en el continente africano.
Respuesta improvisada
La revelación unilateral del contenido de la carta de Sánchez sorprendió al ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, en Barcelona, y tuvo que improvisar una rueda de prensa en la delegación del Gobierno donde se tuvo que limitar a confirmar la información marroquí. “Todo apunta que Marruecos ha hecho una jugada a Madrid al hacer público un acuerdo en el que España, para garantizar su colaboración en temas migratorios y el fin de las disputas territoriales, ha aceptado pasar por el tubo”, apunta al ARA Isaias Barreñada, profesor de derecho internacional de la Universidad Complutense de Madrid.
Los argumentos esgrimidos por Albares –la necesidad de colaboración con Marruecos en el control migratorio y que no haya más disputas territoriales en Ceuta y Melilla, donde Sánchez estará de visita institucional este miércoles, y la delimitación de las aguas territoriales en las Canarias– no aportaron nada de nuevo. “Todo esto ya existía antes, y el gobierno español no ha podido aportar ningún argumento para justificar por qué ha hecho este paso ahora”, explica al ARA el analista del mundo árabe Lurdes Vidal. “Tiene que haber factores que van más allá de España y que ahora no sabemos, ni tampoco las consecuencias de la respuesta argelina, que se tienen que ver en las próximas semanas o meses”, añade.
El suministro de gas argelino, amenazado
El giro de Sánchez es de alto riesgo. En primer lugar, porque amenaza el suministro de gas argelino a España, justo ahora que la invasión de Ucrania dictada por el Kremlin ha obligado a Europa a reducir la dependencia energética de Rusia. Un 20% del abastecimiento de gas de España proviene de Argelia, un porcentaje todavía significativo, por mucho que se han incrementado las importaciones de gas licuado de los Estados Unidos, más caro y menos eficiente. “Sánchez no habría puesto en peligro el suministro de gas argelino sin garantías de los Estados Unidos”, apunta en una conversación telefónica el periodista marroquí Ali Lmrabet. Hace dos semanas que la subsecretaria de Estado estatunidense Wendy Sherman visitó Madrid, Rabat y Argel y proclamó que el plan de autonomía marroquí era “serio, creíble y realista”. Un planteamiento parecido al que hizo hace unas semanas Alemania, que tiene importantes proyectos de generación de energía con hidrógeno en Marruecos, ahora prioritarios para Berlín cuando el proyecto del gasoducto Nord Stream 2 está frenado por el ataque de Moscú a Ucrania.
La salida "más" creíble
Pero en el lenguaje diplomático cada palabra cuenta, y queda claro que el precio que Rabat ha puesto a Madrid por la reconciliación es más caro que el de Berlín. La misiva de Sánchez a Mohamed VI añade un adverbio importante: que el plano marroquí de reducir el Sáhara Occidental a una autonomía es lo “más” creíble y viable. Un grado más que el lenguaje que han acatado tanto Washington como Berlín. La carta, sin embargo, no ha sido publicada por la Moncloa por ahora: fuentes del ministerio de Exteriores ni siquiera aclaraban esta mañana al ARA en qué fecha fue enviada.
Por más que Albares aseguraba que Argelia, a quien califica de socio “fiable”, estaba informado del giro de la Moncloa sobre el Sáhara Occidental, el tema llega al fondo de la cuestión en Argel. Para Argelia, el tema saharaui es una cuestión de estado, un factor de legitimación interna y un contrapeso contra su principal enemigo regional, Marruecos. La primera reacción de Argelia fue tachar al gobierno español de “traidor” a la causa saharaui y el día siguiente retiró su embajador de Madrid. La Moncloa ha conseguido normalizar las relaciones diplomáticas con Marruecos (la embajadora marroquí ya ha vuelto a la capital española), pero abre una nueva crisis con un socio preferente en el ámbito energético.
Es pronto para saber si Argelia decidirá cerrar el grifo del gas a España como represalia, ahora que los precios del gas vuelven a estar por las nubes y tendrá muchos clientes en Europa dispuestos a comprar al precio que sea. “El suministro de gas argelino a España no está garantizado, y hay que ver hasta donde está dispuesto a llegar Argel con esto”, añade Juan Soroeta, profesor de derecho internacional de la Universidad del País Vasco. “Argelia es un aliado tradicional de Rusia, y no hará nada que lo enemiste con el gobierno de Putin”, añade. Para Soroeta, el giro español se reduce a ceder a un chantaje, y recuerda: “El acuerdo con Marruecos no es para que contengan la inmigración, sino para que dejen de fomentarla”. Precisamente, España ha retomado los vuelos de repatriación de inmigrantes hacia Marruecos, según han confirmado fuentes policiales a la agencia Efe.