Cómo la guerra de Israel puede estrangular el flujo mundial de petróleo
Un 30% del crudo que se consume globalmente circula por el estreche de Ormuz, situado en el golfo Pérsico
BarcelonaDebido al enorme peso de Rusia en el mercado energético global, el estallido de la guerra de Ucrania provocó que se dispararan los precios tanto del petróleo como del gas natural, generando una potente ola inflacionaria en todo el mundo. Justo cuando parecía que los precios de los combustibles fósiles se habían estabilizado y la inflación daba un respiro, un nuevo choque amenaza a la economía mundial: la guerra de Gaza. En las últimas semanas, economistas y analistas han dirigido su atención en el punto más débil del suministro global del petróleo: el estrecho de Ormuz, una vía marítima de menos de 40 kilómetros de anchura por la que circula hasta un 30% del crudo que se consume globalmente, producido por países como Irak o Arabia Saudí.
El estrecho de Ormuz se sitúa en el extremo más meridional del golfo Pérsico, y hace de confín con el golfo de Omán. En su orilla de la península Arábiga, se encuentran Emiratos Árabes Unidos y Omán. Al otro lado, Irán. Precisamente, es este último país el que, en el marco de su conflictiva relación con Estados Unidos, ha amenazado incontables veces con bloquear la circulación marítima de forma total o parcial. La última vez que lo hizo fue días atrás, cuando su Guía Supremo, Ali Jamenei, sugirió la posibilidad de aplicar un embargo a Israel impidiendo el paso de los barcos con este destino.
El miedo a los efectos nocivos que tendría para la economía mundial una guerra de alcance regional en la que se viera implicado a Irán es una de las razones que empujó al presidente estadounidense, Joe Biden, a pedir al gobierno de Israel repetidamente que no ordenara una invasión terrestre de Gaza. Un estudio reciente del Banco Mundial estimaba que en el peor escenario –la retirada diaria del mercado de ocho millones de barriles de petróleo– el precio del crudo podría crecer un 75% y subirse hasta los 157 dólares, frente a los 87 actuales.
Según los analistas, Irán tampoco está interesado en verse involucrado directamente en una arriesgada guerra contra Israel y Estados Unidos. "Hezbolá podría llegar a entrar en el conflicto, pero Irán lo dudo mucho, sobre todo teniendo en cuenta su situación interna", sostiene Timothy Kaldas, subdirector del think tank TIMEP, haciendo referencia a las robustas protestas que experimentó Irán a causa de la muerte de la joven Mahsa Amini por no llevar el velo. La guerra podría ser un arma de doble filo para el régimen de los ayatolás: podría unir a la población en torno a su liderazgo, pero una derrota podría debilitar al gobierno y hacer tambalear el sistema. Por el momento, Teherán se ha limitado a enviar señales de advertencia con los ataques de alcance limitado llevados a cabo por sus milicias afines en Líbano, Siria e Irak.
El golfo Pérsico lleva años siendo uno de los puntos más calientes del planeta, ya que es el único escenario en el que los ejércitos de Irán y Estados Unidos podrían entrar en un enfrentamiento directo. Los altos mandos de ambos países no mantienen ningún tipo de contacto, por tanto, cualquier error de cálculo podría suscitar una escalada de violencia. En los últimos años, varias embarcaciones militares iraníes han sufrido ataques encubiertos que se sospecha que podrían ser obra de Estados Unidos o Israel. Como represalia, Teherán se ha amparado de varios barcos en el golfo Pérsico, a menudo petroleros, vinculados a intereses occidentales.
La guerra en Yemen
El golfo Pérsico aún adquirió un mayor valor geoestratégico a raíz del estallido de la guerra de Yemen en 2015. Este conflicto ha enfrentado a la milicia houthi, chií y aliada de Irán, con otras facciones yemeníes, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. En varias ocasiones, se han interceptado embarcaciones iraníes que llevaban un cargamento secreto de armas probablemente destinadas a las tropas houthis. De hecho, el mes pasado, el Pentágono hizo entrega a Ucrania de un importante arsenal de municiones incautado a una nave iraní. Precisamente, los houthis han sido la milicia pro-iraní que ha adoptado un discurso más hostil hacia Israel por sus masacres de la población civil en Gaza. Mientras Hezbollah sopesaba una intervención en apoyo de Hamás, los houthis declararon oficialmente la guerra a Israel después de haber lanzado varios misiles y drones contra el estado hebreo durante las últimas semanas. En todos los casos, los proyectiles han sido abatidos por las defensas aéreas israelíes o norteamericanas antes de recorrer más de los 2.000 kilómetros que separan ambos países. No está claro hasta qué punto las acciones de los houthis responden a órdenes de Teherán o más bien a un intento de la milicia yemení de hacer crecer su popularidad entre su población y dentro del mundo árabe. La opinión pública de la región hierve de indignación con cada nueva matanza en Gaza, y le gustaría que sus países árabes mantuvieran una actitud más firme de apoyo al pueblo palestino, más allá de declaraciones o votaciones en la ONU. Los houthis ya lo han hecho, aunque sea de forma simbólica.