Guerra en Oriente Próximo

¿Irán está preparado para la guerra?

Dispone de un potente ejército terrestre y una sociedad muy resiliente, pero su fuerza aérea es inferior a la de EE.UU. e Israel

BarcelonaLa conducción de una guerra es una operación compleja, que abarca varias dimensiones que van más allá de lo que se considera estrictamente el campo de batalla. Una de ellas es la guerra psicológica. En el conflicto actual entre Israel e Irán, no han carecido desde hace meses las gruesas amenazas cruzadas. Ahora bien, a diferencia de las efectuadas por Israel, las de Teherán a menudo han parecido vacías, como si no fueran en serio. Por eso, muchos analistas han llegado a la conclusión de que la República Islámica no está preparada para una guerra. ¿Es realmente así?

Els aliats d'Iran a la zona
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Para poder responder a esta pregunta hay que hacerse otra: ¿de qué tipo de guerra se trataría? Al menos en una primera fase, la guerra sería aérea, ya que ambos adversarios no sólo están separados por más de 1.500 kilómetros, sino que se interponen dos estados, Jordania e Irak. En este sentido, las fuerzas aéreas iraníes y sus defensas antiaéreas no parecen capacitadas para hacer frente a las israelíes, sobre todo si éstas cuentan con la ayuda del ejército estadounidense, que ha ayudado a neutralizar los dos bombardeos lanzados por Teherán en los últimos meses.

La Cúpula de Hierro israelí

La Cúpula de Hierro de Israel, formada por varias capas, cada una de ellas capacitada para hacer frente a proyectiles de distinto alcance y tipos, es muy superior a las baterías antiaéreas iraníes S-200 y S-300 de fabricación rusa, o los Bavaro-373 de fabricación local. Asimismo, los caza bombarderos de fabricación rusa Suhoi MIG que tiene Irán no pueden competir con los F-35 estadounidenses de última generación, si bien el número de aviones de ambos países es similar, unos 300 y pico. El problema para Irán es que la guerra en el cielo no viene tan determinada por los números, sino por la sofisticación de la tecnología y, en este ámbito, el dúo entre Israel y Washington es imbatible.

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Esto no quiere decir que Irán no pueda causar a Israel más daños que los provocados hasta ahora. Si se suma el arsenal de misiles a disposición de Hizbulá e Irán, la cifra se eleva a decenas de miles. Por tanto, un ataque coordinado con más de un millar de proyectiles podría agobiar incluso a la poderosa Cúpula de Hierro israelí. Ahora bien, la respuesta israelí sería mucho más devastadora para Irán. Probablemente, buena parte de sus infraestructuras, tanto las militares como las civiles, incluidas las refinerías de petróleo que financian las arcas del Estado, se verían reducidas a escombros. El golpe sería durísimo para un país que sufre desde hace años una grave crisis económica a causa de su aislamiento por las sanciones occidentales.

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Sin embargo, el ejército iraní no es de feria. Según el ranking de la web Global FirePower, ocupa el 14º puesto a nivel mundial, por delante de países como Australia, Alemania... o Israel. La explicación se debe a lo que las fuerzas armadas iraníes están mejor preparadas para una guerra terrestre. Cuentan con 600.000 soldados en activo -el 8º del ranking en este apartado-, además de 200.000 paramilitares y cerca de 2.000 tanques. Si a esa fuerza bruta se añaden los útiles drones Shahed, que Irán exporta a varios países, entre ellos Rusia, puede concluirse que una invasión del país sería muy costosa, incluso por la superpotencia estadounidense. Por eso, y con el amargo recuerdo de la guerra de Irak muy presente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no quiere oír hablar de una guerra regional. En esto, coincidiría con su rival Donald Trump, que mantiene una posición aislacionista frente a hipotéticas intervenciones en el extranjero.

El estrecho de Ormuz

Para compensar el desequilibrio en la guerra aérea, y ante una probable reticencia de Israel o EEUU de abrir una guerra terrestre, Teherán podría buscar un enfrentamiento naval con el bloqueo del estrecho de Ormuz, un cuello frente a las costas iraníes de sólo 40 kilómetros de ancho en su parte más estrecha y por el que circula el 25% del petróleo consumido en el mundo. En caso de hacerlo, Washington, y quizás otros estados de la región afectados como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, o incluso la Unión Europea, intervendrían de inmediato para que sus economías no resultaran afectadas. Ante una coalición internacional liderada por EEUU, la resistencia de la marina iraní, que cuenta con 19 submarinos, pero con ningún portaaviones, sería limitada.

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Independientemente de cuál sea el campo de batalla escogido, un factor clave en toda guerra es la capacidad de resistencia de la sociedad. De hecho, las bajas de Vietcong o de los talibanes fueron superiores a las de Estados Unidos, que disponía de una superioridad militar abrumadora. Sin embargo, Washington acabó perdiendo ambas guerras.

La sociedad iraní ha dado claras muestras de una alta capacidad de resistencia durante su historia. La última, en la guerra contra Irak de los años 80, en la que murieron más 500.000 iraníes. Ahora bien, el contexto actual es muy distinto. Entonces, la Revolución Islámica era joven y vigorosa, mientras ahora parece fosilizada y desgastada. ¿Se alistarán en el ejército los jóvenes que se han manifestado para evitar una ocupación de EEUU, o aprovecharán la guerra para derribar a la República Islámica? Nadie tiene la respuesta, tampoco el guía supremo, Ali Jamenei, que quizá por eso se ha mostrado reacio a responder a muchos de los golpes recibidos con la firma de Netanyahu.