En Italia muere una mujer cada tres días víctima de la violencia machista

“Quiero una pizza”, la frase en clave de una víctima italiana que alertó a la policía

MilàDos semanas antes de morir, Clara Ceccarelli, de 69 años, fue a una funeraria y pagó por adelantado su propio entierro. No se lo dijo a su padre ni a su hijo Mauro, enfermo, al que mantenía ella sola. El secreto salió a la luz hace unos días, cuando su ex pareja, Renato Scapusi, de 59 años, acabó con la vida de la mujer asestándole 30 puñaladas y dejándola malherida en su propia zapatería, en el centro de Génova.

El brutal asesinato es solo el último feminicidio, como se conoce en Italia a las muertes de mujeres a manos de su parejas o ex parejas, que se suma a los de Ylenia Fabbri, Roberta Siragusa o Piera Napoli este año. Desde el pasado mes de enero, 11 mujeres han muerto víctimas de la violencia machista en el país transalpino. Una macabra lista que está destinada a aumentar. 

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“En Italia la violencia dentro de las familias mata más que la mafia. Es un problema social enorme porque, a pesar de que se trata de un fenómeno mundial, aquí la emergencia tiene raíces culturales”, advierte Gian Ettore Gassani, presidente de la asociación italiana de abogados matrimonialistas. “La mujer a menudo es maltratada, humillada o asesinada porque está considerada un objeto de propiedad. Cuando una mujer rompe una relación, corre el riesgo de convertirse en víctima de su compañero o marido. Y desgraciadamente la pandemia ha agravado el fenómeno”.

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Entre enero y octubre del 2020 murió una mujer cada tres días víctima de la violencia machista, según reveló el último informe del Instituto de Investigación Económica y Social (Eures). En total fueron 91 mujeres asesinadas en el período de tiempo analizado, frente a las 99 del año anterior. Son cifras aproximadas, ya que no existe una estadística oficial sobre la violencia de género en el país y ni siquiera las organizaciones que estudian el fenómeno y las instituciones públicas utilizan los mismos criterios. La policía, por ejemplo, no cuenta el asesinato de una prostituta como violencia machista.

Primer censo, en 2018

El Instituto de Estadística Italiano elaboró un censo sobre este fenómeno por primera vez en 2018. El retraso en el análisis del fenómeno no es casualidad, según los expertos. De hecho, Italia no aprobó un primer Plan Integral para la Violencia de Género hasta el año 2011. Y no fue hasta hace dos años que el Parlamento dio luz verde a una ley contra la violencia doméstica, que agiliza los trámites cuando se produce una denuncia y aumenta las penas de los agresores.

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La normativa, que fue muy criticada por la magistratura, introdujo dos nuevos delitos: la desfiguración de una mujer y la imposición de una boda a niñas menores de 14 años. Un avance importante teniendo en cuenta que el código penal italiano preveía hasta 1981 el delito de honor y el matrimonio reparador, que permitía a un violador eludir la condena si accedía a casarse con su víctima.

Un problema social que los medios de comunicación perpetúan, según denuncian organizaciones feministas como Non Una Di Meno o la asociación de mujeres periodistas GIULIA. De hecho, no es nada extraño que la prensa se refiera a los asesinatos machistas como “crímenes pasionales” o trate de encontrar una motivación. Todavía escuecen casos como el de un reconocido periodista de la televisión pública RAI que, durante una entrevista a una mujer que vivía bajo escolta después de sobrevivir dos veces a un intento de asesinato por parte de su ex pareja, lanzó: “Probablemente el hombre estaba tan enamorado de usted que pensó: Hasta que la muerte nos separe”. Y ante la incredulidad de la mujer, añadió con una media sonrisa: “Señora, si hubiera querido matarla, lo habría hecho”. 

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Distintos organismos que se ocupan de la violencia contra las mujeres han señalado que el fenómeno de la violencia doméstica se ha agravado durante la emergencia por coronavirus. La pandemia ha aumentado en muchos casos las tensiones familiares y el confinamiento ha empeorado las situaciones de abuso y convertido el hogar en una prisión. 

Es lo que le ocurrió a una mujer de Milán que la semana pasada, después de recibir una paliza y temiendo por su vida, llamó a la policía y usó una frase en clave para pedir auxilio sin que su maltratador la descubriera. “Quiero una pizza”, dijo con la voz entrecortada, según se escucha en un audio que se ha hecho viral en Italia. “Recibido. Vamos para allá”, respondió su interlocutor al otro lado del teléfono. El hombre fue detenido por la policía poco después.