La izquierda francesa, en proceso de descomposición
Los sondeos apuntan a una caída histórica de los apoyos al Partido Socialista y a los Verdes en la elección presidencial del domingo
ParísEn pocas semanas se cumplirán 42 años de la victoria de François Mitterrand, primer presidente socialista de la Quinta República francesa. En mayo de 1981 Mitterrand venció en las elecciones, casi por sorpresa, a Valéry Giscard de Estaing en un momento en que la extrema derecha de Jean-Marie Le Pen –padre de la actual candidata de Reagrupamiento Nacional (RN)– empezaba a asomar la cabeza. Para muchos, uno de los méritos de Mitterrand fue conseguir aglutinar el voto de izquierdas. Cuatro décadas después, la izquierda francesa se presenta a la elección presidencial más fragmentada que nunca y sin opciones de conseguir la presidencia. Se consolida su descomposición.
Francia celebra la primera vuelta de las elecciones presidenciales este domingo y las encuestas otorgan un raquítico 2,5% a la candidata socialista, la alcaldesa de París de origen español Anne Hidalgo, figura que tenía que suponer un revulsivo para el partido. El líder de los ecologistas, Yannick Jadot, obtendría también un porcentaje de votos muy bajo, del 4,5%. Ni el uno ni el otro se encuentran entre los cinco candidatos que, previsiblemente, obtendrán más votos, y evidentemente no tienen ninguna opción de pasar a la segunda vuelta. La situación es similar a la de las últimas presidenciales, en 2017, cuando el candidato ecologista ni siquiera se presentó por un acuerdo firmado con el candidato socialista, Benoît Hamon, que obtuvo poco más de un 6% de los votos. “La izquierda no ha conseguido rehacerse en un contexto de pandemia. Y la guerra en Ucrania sin duda ha dificultado la remontada de los Verdes, que además siguen siendo un partido poco organizado”, explica Emiliano Grossman, politólogo e investigador del Centro de Estudios Europeos SciencePo de París.
La deriva de la izquierda francesa hace años que dura y se va ensanchando con el tiempo. La época gloriosa de Mitterrand y la Francia de gauche queda lejos. A la crisis de la socialdemocracia que han vivido otros países europeos, en Francia se suma también “un balance muy malo, a ojos de los electores, del mandato de François Hollande, que debilitó profundamente la izquierda”, sostiene Grossman. “La campaña electoral posterior dividió todavía más el electorado de izquierdas entre Macron y las otras formaciones de izquierda”, afirma.
Crisis de los partidos tradicionales
Para Dorian Dreuil, politólogo asociado a la Fundación Jean Jaurès, “es una crisis que afecta no solo a la izquierda sino a casi todos los partidos tradicionales, de izquierdas y de derechas. Si miramos quién fracasará en las elecciones vemos que son los partidos históricos: socialistas, ecologistas y también republicanos”, apunta. De hecho, los Republicanos, el partido que fundó el expresidente Nicolas Sarkozy y que representa la derecha tradicional, tampoco levanta la cabeza. Su candidata, Valérie Pécresse, escogida por el partido en unas primarias hace solo cuatro meses, tampoco tiene opciones de colarse en la segunda vuelta. En los sondeos va quinta con un 9,5%.
Dreuil considera que el problema es que los partidos tradicionales no se han adaptado “al movimiento de placas tectónicas” que ha supuesto el surgimiento de movimientos sin un partido político detrás que giran alrededor de un líder. Es el caso de En Marcha, de Emmanuel Macron; de La Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon o de la Reconquista del ultraderechista Éric Zemmour. “En 2017 todo el mundo hablaba de un nuevo mundo y de la recomposición del paisaje político, considerando que 2017 marcaba esta ruptura y esta recomposición. Y lo que observamos hoy es que la recomposición está lejos de haberse acabado”, sostiene el politólogo francés.
Junto a los grandes partidos han surgido o han ganado apoyos formaciones radicales como el Nuevo Partido Anticapitalista, liderado por Philippe Potou, sindicalista de la CGT –que propone la expropiación de grandes empresas y limitar la jubilación a los 60 años–, o Lucha Obrera (LO), un partido comunista histórico en Francia –siempre minoritario– con Nathalie Arthaud como candidata. LO propone fijar los salarios y las pensiones a un mínimo de 2.000 euros limpios y permitir a los migrantes vivir y trabajar libremente en Francia. Los sondeos les otorgan un 0,5% de los votos a cada uno.
Gran fragmentación de la izquierda
Otro de los problemas de la izquierda francesa es esta enorme fragmentación política y la incapacidad de pactar. Una iniciativa ciudadana, la Primaria Popular, fracasó estrepitosamente. Habían pedido a los partidos de izquierdas un reagrupamiento para presentar un solo candidato a la elección presencial surgido de la votación de militantes y simpatizantes celebrada en enero . El llamamiento tuvo su efecto –fueron a votar 400.000 personas–, pero la mayoría de líderes de izquierda dieron la espalda a la iniciativa y la fractura se profundizó.
En la crisis de la izquierda solo resiste Mélenchon, candidato de la izquierda radical. Es el único que podría protagonizar la sorpresa este domingo y adelantar a Le Pen, hoy por hoy la más muy posicionada para acompañar a Macron a la segunda vuelta. Pero Mélenchon, ex socialista, lo tiene muy complicado, sobre todo porque la líder de extrema derecha está escalando posiciones en los sondeos en los últimos días de campaña. El Reagrupamiento Nacional, antes Frente Nacional, es el único de los partidos históricos que aguanta el embate de las nuevas formaciones.
Con todo, que socialistas y ecologistas se sitúen por debajo del 5% puede hacer peligrar su viabilidad económica: solo los partidos con votos por encima del umbral del 5% recibirán reembolsos para pagar su campaña. Y después de la elección presidencial vendrán las legislativas, en junio. Las formaciones políticas recibirán financiación teniendo en cuenta el número de diputados. “Para los partidos de izquierdas el resultado es importante porque condiciona la existencia política de un partido en la Asamblea Nacional. Y esto determina su financiación pública”, advierte Dorian Dreuil. La situación de algunos partidos de izquierdas puede ser crítica a partir de domingo. Se juegan el futuro.