Países Bajos

Las mafias holandesas llaman a la puerta del primer ministro

La policía refuerza la seguridad de Mark Rutte, objetivo de un intento de ataque o secuestro

Mark Rutte está acostumbrado a moverse en bicicleta o a pie, a pesar de que es la figura política más importante de los Países Bajos. Primer ministro desde 2010 –ahora, en funciones, a pesar de que acaba de lograr un pacto para reeditar la coalición que gobernó la anterior legislatura–, Rutte se ha popularizado por transmitir una imagen de político próximo. No le gusta tener que ir rodeado de escoltas ni con una caravana de coches siguiéndolo constantemente. A partir de ahora, sin embargo, no tendrá más remedio que aceptarlo. Las autoridades neerlandesas han reforzado su seguridad esta semana después de confirmar que es objetivo de un intento de ataque o secuestro por parte del crimen organizado.

El equipo de seguridad del primer ministro detectó la presencia de varias personas que lo vigilaban, supuestamente enviadas por miembros de organizaciones vinculadas al narcotráfico, según publicó el diario neerlandés De Telegraaf y confirmaron fuentes oficiales. El primer ministro está protegido ahora con medidas “visibles e invisibles”, y la investigación de esta amenaza está en manos de la Fiscalía del país, que no ha dado detalles. 

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El presidente del Sindicato Policial Holandés, Jan Struijs, calificó la situación de “muy preocupante” y aseguró que las autoridades están trabajando para “averiguar quiénes eran exactamente” los que enviaron a los vigias. Todas las miradas, sin embargo, apuntan a las mafias de la droga, que están detrás de dos de los asesinatos más sonados de los últimos años en los Países Bajos, los del abogado Derk Wiersum en 2019 y el periodista Peter R. de Vries este verano. Los dos crímenes están asociados con el juicio por el caso Marengo, que se celebra desde marzo del año pasado. Es uno de los más mediáticos del país, en el que se procesan varios asesinatos e intentos de homicidio vinculados a los hombres de Ridouan Taghi, el líder de una de las principales organizaciones criminales de los Países Bajos.

Después de la muerte a disparos del abogado Wiersum, que representaba a un testigo protegido, las autoridades neerlandesas reforzaron la seguridad de decenas de personas que podrían ser objetivo, incluyendo jueces, fiscales, periodistas, policías y familiares de víctimas y testigos. No consiguieron, sin embargo, evitar el asesinato del hermano de ese testigo protegido, ni tampoco el de De Vries, que murió en el hospital después de haber recibido media docena de disparos en pleno centro de Amsterdam. Desde la muerte del periodista, muy popular por sus investigaciones de casos de crónica negra, el primer ministro prometió fondos adicionales para la lucha contra estas bandas, que se han concretado en la propuesta de los presupuestos para el 2022.

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Más violencia y nuevos objetivos

“La violencia ligada al narcotráfico está alcanzando un nuevo nivel”, explica al ARA la criminóloga de la Universidad Erasmus de Rotterdam Lieselot Bisschop, que alerta de que “ya no se trata solo de violencia interna, sino que afecta o amenaza a personas externas” al entorno criminal. “Está claro que matar a un abogado o a un periodista ya es otro nivel”, añade.

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Muchos medios, sobre todo internacionales, se refieren a estas bandas como la Mocro Maffia, un nombre que popularizó el escritor holandés Marijn Schrijver y que hace referencia al origen marroquí de sus miembros. Bisschop, sin embargo, subraya que “hay muchas etnias y nacionalidades conectadas al tráfico de drogas”.

Los Países Bajos son, junto con Bélgica, los grandes centros de tráfico de cocaína de Europa, según un informe publicado este septiembre por la agencia policial de la Unión Europea, la Europol. El puerto de Rotterdam, el más potente del continente, es la principal puerta de entrada de la droga, que después se distribuye aprovechando las facilidades logísticas del país. "Los Países Bajos tienen muchos aspectos que facilitan el tráfico de drogas debido a su excelente infraestructura logística, que puede ser utilizada por los traficantes de cualquier mercancía ilegal", admite Bisschop.

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Hace unos años, un informe del sindicato policial holandés calificó los Países Bajos como un territorio con "aspectos de narcoestado". La criminóloga, sin embargo, dice que no es un término que ella utilizaría, puesto que un narcoestado implica una corrupción sistemática a los cuerpos policiales, la política y el sistema judicial, cosa que no pasa en este país.