La ONU insiste: "Nos dirigimos hacia la catástrofe climática"
Un informe pone de manifiesto el fracaso de los países a la hora de asumir los compromisos del Acuerdo de París
LondresEl papel con el que se imprimió el Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático aguantaba todos los compromisos de los más de 190 países firmantes: básicamente, que la temperatura del planeta no superaría los 2 grados, o idealmente 1,5, este siglo XXI, y que se reducirían las emisiones de gases contaminantes para llegar al pico cuanto antes mejor, sin especificar ninguna fecha. Pero la realidad es terca y muy diferente.
Lo demuestra el nuevo informe anual de las Naciones Unidas sobre la diferencia entre las promesas para el 2030 y los planes para recortar la emisión de gases de efecto invernadero en esta fecha –lo que se conoce como brecha de emisiones–. Las conclusiones –que coinciden con las de otro informe científico publicado el lunes por la Organización Meteorológica Mundial, que advertía de que los niveles de CO₂ en la atmósfera no paran de aumentar– no pueden ser más pesimistas. Al ritmo actual, en 2100 el calentamiento del planeta será de 2,7 grados, con todo el potencial devastador que implica, muy por encima de los 2 grados y del ideal de 1,5.
Para mantener vivo este objetivo habría que recortar el 55% de las emisiones de aquí a 2030. Esto significa que los planes actuales tendrían que ser siete veces más ambiciosos.
El informe hecho público este martes es muy contundente. De hecho, a pesar del descenso del 5,4% de las emisiones de dióxido de carbono a lo largo de 2020 debido a la paralización de la actividad mundial por la pandemia, el 2021 ha visto cómo las emisiones de gases de efecto invernadero se recuperaban hasta niveles prepandémicos.
En la presentación del estudio el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha advertido de que los países están "fallando estrepitosamente" a la hora de mantener los principios del Acuerdo de París. El mundo "todavía se dirige hacia la catástrofe climática", ha asegurado: "Nos encontramos ante un nuevo toque de atención. La brecha de emisiones es el resultado de una brecha de liderazgo, pero los líderes todavía pueden convertirlo en un punto de inflexión hacia un futuro más verde en vez de un punto de inflexión hacia la catástrofe climática".
El secretario general de la ONU también ha criticado la falta de detalles de los planes presentados por los países, "unos anuncios que son para el 2050 [o 2060] y que no queda claro cómo se materializarán": "Obviamente, un anuncio para el 2060, sin un programa sobre la manera de llegar, tiene el valor que tiene", ha dicho. Una manera de apuntar que, de hecho, tiene menos valor que el papel mojado.
Los comentarios de Guterres y el informe de la ONU se han hecho públicos cinco días antes de la apertura de la cumbre del clima de Glasgow, la COP26, los objetivos de la cual "cuelgan de un hilo" según admitió este lunes Boris Johnson, el primer ministro del Reino Unido, país anfitrión y coorganizador de la macroreunión junto con Italia.
Incluso en el caso mucho más que improbable de que los principales emisores del mundo de dióxido de carbono –como los Estados Unidos y China– consiguieran lograr el objetivo de emisiones cero a mediados de siglo, el calentamiento del planeta se reduciría a unos 2,2 grados centígrados, apunta el estudio. Es decir, todavía muy por encima del máximo considerado admisible y mucho más de lo que sería deseable.
¿Cuál es el problema central? Que muchos de los países que se han fijado el mismo objetivo de cero emisiones en 2050 todavía no tienen políticas claras que lo apoyen, de acuerdo con Thomas Hale, profesor asociado de la Blavatnik School of Government en la Universidad de Oxford y uno de los autores del estudio. "El paso siguiente es que pongan en marcha las políticas que conduzcan a sus objetivos", ha dicho Hale. Ya hay dieciocho países del G-20 que tienen objetivos de cero emisiones, pero en ocho casos los detalles sobre cómo llegarán ahí todavía son muy vagos.
París versus Glasgow
A diferencia de la COP de París, en la que se discutió la elaboración de un acuerdo final que todavía sigue siendo el marco de referencia, la cumbre de Glasgow tiene un planteamiento bastante diferente. Se trataba de que las delegaciones estatales presentaran sus planes para llegar a los compromisos adquiridos, y que son los que ha revisado el informe de la ONU. A 30 de septiembre, 120 países –incluidos los de la Unión Europea y que representan algo más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el mundo– han dado a conocer nuevos planes para reducir el calentamiento. De estos, poco menos de la mitad (el 49% de los países, que representan el 32% de las emisiones mundiales) tienen como resultado llegar al 2030 con menos emisiones que en los anteriores planes. Alrededor del 18% de los nuevos planes no reducirán las emisiones en 2030 en relación con las previsiones anteriores. Y el 33% de los planes restantes no contienen suficientes detalles como para evaluar el impacto que producirán respecto a la previsión hecha antes. Lo que evidencia el informe, pues, es que entre la proyección y los acuerdos sobre el papel y la realidad hay una brecha enorme.
Para mantener todavía opciones de limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados quedan ocho años en los que se tendrían que reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. Ocho años para hacer planes, poner en marcha políticas adecuadas, implementarlas y, finalmente, conseguir los recortes en las emisiones. El reto es gigantesco y el cambio cultural y económico que implica es de proporciones casi inimaginables. Además de las inversiones necesarias, tanto en el mundo más rico como en los países pobres. Y, de momento, la ayuda económica a los países con menos recursos para hacer la transición energética no llega.