Los ataques israelíes vuelven a disparar la tensión y los miedos en Líbano

Estados Unidos cuestiona al ejército libanés mientras los bombardeos israelíes ganan intensidad en el país del cedro

BeirutLa jornada del martes volvió a evidenciar que la situación en el sur del Líbano se acerca a un punto de no retorno. Israel mantuvo todo el día la presión con ataques en el este y el sur del país del cedro y, al mismo tiempo, Estados Unidos subió el tono contra el ejército libanés y dejaron en el aire la continuidad de su financiación a las fuerzas leales al gobierno de Beirut.

La noche del martes, un bombardeo israelí sobre el campo de refugiados palestino de Ain al-Hilweh, en la ciudad de Sidó, dejó 14 muertos, dos de ellos menores, y decenas de heridos. Horas más tarde, a primera hora de este miércoles, un ataque contra un autobús escolar causó un fallecido y otros ocho heridos. Las imágenes provocaron la indignación de los residentes, que convocaron funerales y protestas denunciando una "masacre" y reclamando mayor protección. Hezbollah condenó a los bombardeos, los tildó de "una agresión contra el Líbano" y defendió responder "con todos los medios disponibles".

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El ejército israelí había emitido avisos de evacuación en varias localidades del sur del Líbano. Los mensajes incluían, como ya se ha hecho habitual en la región, mapas con edificios señalados como posibles objetivos e indicaban que era necesario evacuar también las estructuras que estuvieran cerca. Las familias se fueron de su casa a toda prisa y cogiendo sólo lo imprescindible, mientras que las ambulancias se acercaron a los accesos de las zonas señaladas preparadas por si se producían más ataques. Entre los inmuebles que figuraban como objetivos de Israel estaba la casa del exalcalde de la localidad de Tair Filsei.

Paralelamente, la tensión política no ha dejado de crecer en Líbano. El ejército libanés suspendió el viaje del general Rodolphe Haykal a Washington, en el que se esperaba discutir el control estatal de todas las armas –incluidas las de Hezbollah– y los programas de asistencia militar estadounidenses. La cancelación del viaje, anunciada pocas horas antes del vuelo programado, irritó a los congresistas republicanos de Estados Unidos, que acusaron al ejército libanés de "no aprovechar la oportunidad" para debilitar a la milicia chií, que había responsabilizado a Israel de la inestabilidad en la frontera.

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Desde 2006, Estados Unidos es el principal financiador de las Fuerzas Armadas Libanesas, que reciben más de 3.000 millones de dólares en conceptos de ayuda. Sólo en octubre, Washington aportó 190 millones de dólares para financiar equipamiento militar y potenciar el entrenamiento de las tropas. Sin embargo, el gobierno de Trump considera que el progreso alcanzado por las fuerzas de Beirut no es suficiente. El ejército libanés afirma haber retirado cerca de 10.000 cohetes, 400 misiles y 200.000 artefactos no detonados del sur. Sin embargo, la Casa Blanca estima que aún queda por hacer más de la mitad del trabajo para el que recibe ayuda el ejército libanés. Israel, por otra parte, insiste en que Hezbollah intenta rearmarse desde Siria, a pesar de la caída del régimen de Asad.

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Amenaza desde Washington

La presión militar israelí se sumó a la crisis diplomática del Líbano. Washington entregó a Beirut una lista de diez medidas para frenar la influencia de Hezbollah en el país del cedro y cortar su financiación exterior. Entre otras directrices, la Casa Blanca exige el cierre de las sucursales de Al Qard al Hassan (un banco afín a Hezbollah con presencia en Líbano), mayor rigidez en los controles de frontera, supervisión de las transferencias y la supresión de cualquier mecanismo que permita a la milicia chií utilizar instituciones públicas para su financiación. El plazo para aplicar estos preceptos es de 60 días, con la amenaza de que no avanzar en esa dirección podría interrumpir la ayuda estadounidense en el ejército de Líbano.

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La presión estadounidense coincide con la amenaza de una operación israelí aún más amplia en el país. Aunque Netanyahu ha frenado por ahora la opción de un ataque a gran escala, insiste en que Hezbolá no puede reconstruir su infraestructura en el sur del Líbano, ya menudo utiliza este pretexto para justificar sus bombardeos. Con estos ataques, los vuelos constantes de drones de Israel por su territorio y el pulso de Hezbolá, Beirut vive un momento de fragilidad máxima.

En los pueblos del sur, los funerales, las evacuaciones y las sirenas marcan el ritmo del día a día, mientras que la población intenta adelantarse al próximo ataque. Con un ejército bajo presión internacional y un vecino decidido a utilizar la fuerza, la estabilidad del país se mantiene en un equilibrio cada vez más precario.