Netanyahu pierde a dos aliados parlamentarios, pero maniobra para ganar tiempo
Ambas formaciones ultraortodoxas abandonan a la coalición de gobierno y le dejan sin mayoría parlamentaria
BarcelonaJudaísmo Unido de la Torá y Shas, los dos grandes partidos ultraortodoxos de Israel, han anunciado que abandonarán la coalición de gobierno de Benjamin Netanyahu en protesta porque no ha presentado la ley que exime a los jóvenes de las escuelas talmúdicas de realizar el servicio militar. Si la ruptura se consuma (el trámite requiere 48 horas), la coalición de gobierno se quedaría con 50 escaños y la continuidad estaría en peligro. Con menor apoyo parlamentario, el primer ministro está alargando las negociaciones de un alto el fuego para llegar a las vacaciones de la cámara, que comienzan en agosto.
Los ultraortodoxos quieren que el gobierno apruebe una ley para que los miembros de su comunidad no tengan que hacer el servicio militar, que en Israel es obligatorio para hombres y mujeres. Desde su fundación en 1948 están exentos los judíos ultrareligiosos que se dedican toda su vida sólo a estudiar los textos sagrados. Pero el genocidio en Gaza, la intensificación de la ocupación en Cisjordania y las guerras contra Líbano, Siria, Irán y Yemen han puesto al límite la capacidad de reclutamiento del ejército israelí, que ha tenido que movilizar a decenas de miles de reservistas y ha alargado la duración del servicio. En junio del año pasado expiró la disposición temporal que eximía a los ultraortodoxos y entonces el Tribunal Supremo ordenó que debía reclutárseles, lo que obligó al gobierno a preparar una propuesta de ley para mantener las exenciones y que preveía que algunos de los jóvenes ultrarreligiosos sí fueran reclutados. El retraso en la presentación de esta ley por falta de acuerdo ha precipitado la deserción del partido de la coalición encabezada por Likud, la formación de Netanyahu.
"Las autoridades están mostrando claramente su intención de presionar más a los estudiantes de la Torá, con varios intentos de degradarlos y pisarlos. Han incumplido sus compromisos de regular el estatus legal de los estudiantes", dijo el domingo en una carta el rabino Moshe Hillel Hirsch, que codirigió. "Por eso nuestra participación en la coalición del gobierno debe terminar de inmediato, incluida la dimisión inmediata de todos los cargos".
Pero, como señala el diario israelí Haaretz, que los ultraortodoxos se retiren del gobierno no implica necesariamente la convocatoria de elecciones. Son los menos interesados en que los israelíes vuelvan a las urnas porque su negativa a formar parte del esfuerzo de guerra es muy impopular y se arriesgan a perder representación y que el ejecutivo saliente de los comicios sea aún más reacio a aprobar la ley de exención. Se calcula que unos 60.000 ultraortodoxos se benefician del privilegio de no tener que ir a pelear. De esta forma, los partidos ultrareligiosos pueden seguir dando estabilidad parlamentaria a Netanyahu desde fuera del gobierno o bien volver a la coalición si logran una promesa que satisfaga sus bases. Otra opción es que el gobierno de Netanyahu continúe con minoría parlamentaria debiendo pactar las leyes, un escenario que seguiría otorgando protagonismo a los ultraortodoxos. Los partidos de la oposición no tienen por ahora una alternativa de gobierno viable.
Llegar a las vacaciones
Aún sin los grupos ultraortodoxos, Netanyahu tendría suficiente apoyo en su gobierno para aprobar, si quisiera, un alto el fuego con Hamás (según los cálculos de Haaretz contaría con el aval de 12 de sus ministros), aunque los socios de gobierno de ultraderecha y algunos miembros de su partido el Likud (entre 3 y 6 de sus ministros), contrarios a ningún acuerdo, votaran en contra. Sea como fuere, Netanyahu debe intentar mantener su gobierno hasta el inicio del período de vacaciones parlamentarias, que comienzan en dos semanas. En el receso no hay votaciones en la Knesset, tampoco la que forzaría a los diputados a pronunciarse sobre la censura en el gobierno o la disolución de la cámara y la convocatoria de elecciones. Esto le daría un margen de maniobra de tres meses, hasta la reanudación de la actividad política. "Quizá ese era el plan desde el principio. Netanyahu regresó de su visita a Estados Unidos sin un acuerdo [con Hamás] para liberar a los rehenes. Y ahora está intentando encontrar el equilibrio entre las demandas de Donald Trump, que quiere un acuerdo, y sus socios de gobierno de la derecha mesiánica, que se oponen", explica el anal. Las negociaciones siguen atascadas exactamente en los mismos obstáculos desde que Israel rompió la tregua pactada en enero: Hamás quiere garantías de que el alto el fuego llevará al final de la guerra, pero Israel se niega y además reclama mantener la presencia de sus tropas, que los islamistas entreguen las armas y se marchen al arma.
Según las últimas encuestas de opinión, el 80% de la población de Israel está a favor de una tregua que permita la liberación de los rehenes. Pero Netanyahu acusa a los medios de haberlas cocinado para obtener. Después de veinte años en el poder se ha convertido en un animal político que lo logra cuando parece que no le queden opciones. Y ahora el paro veraniego juega a su favor.