Penúltimo intento de liquidar a Hamás

Hace unas semanas hubo una confrontación armada entre milicianos de Hamás y combatientes de las Fuerzas Populares, estas últimas con el apoyo directo del ejército israelí, en el sur de la Franja de Gaza. El incidente, con cinco fallecidos, confirma la escalada de la tensión en las últimas semanas en algunas zonas de la Franja bajo el patrocinio de Israel.

A principios de junio uno de los líderes de la oposición israelí, Avigdor Lieberman, reveló en una entrevista que Israel armaba grupos de delincuentes palestinos en ocasiones relacionados con la organización yihadista del Estado Islámico, una opción que Lieberman consideraba peligrosa para el estado judío. Enseguida hubo alboroto mediático y horas después el primer ministro Benjamin Netanyahu confirmó a regañadientes las palabras de Lieberman.

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La idea de armar milicias anti-Hamás fue del dimisionario Ronen Bar, que hasta hace poco dirigía el Shin Bet, los servicios secretos que se encargan de los palestinos. El razonamiento de Bar era el siguiente: no hay peligro en armar con armas ligeras algunos grupos reducidos de palestinos en Gaza, porque hablamos sólo de unas docenas de hombres, no más de 300 en total.

El líder de las nuevas y enigmáticas Fuerzas Populares, Yasser Abu Shabab, es un beduino de la tribu Tarabin de Rafah, en el sur de Gaza, de sólo 32 años. Es muy conocido por sus actividades delictivas como ladrón, contrabandista y traficante de drogas. El 7 de octubre del 2023, cuando estalló la guerra, Abu Shabab estaba encarcelado, pero en el caos subsiguiente Hamás despejó las cárceles y le dejó marchar.

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Delincuentes como socios

En Israel ha habido un debate sobre si vale la pena tener como socios delincuentes reconocidos, criminales e incluso a gente asociada a los yihadistas del Estado Islámico, como dijo Lieberman. Las opiniones están divididas, pero Netanyahu piensa que sí vale la pena, por lo que dio el visto bueno al director del Shin Bet, sin discutir una cuestión tan delicada con el resto del gobierno.

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Así que las Fuerzas Populares tienen sus kaláshnikovs y sus pistolas. La prensa israelí informa que estas armas eran de Hamás y las recuperó el ejército en los últimos meses de guerra en Gaza. Ronen Bar argumenta que las Fuerzas Populares son un grupo reducido y, aunque quisieran combatir a Israel, sus armas son pocas e insignificantes comparadas con el gran arsenal que existe en la Franja en poder de Hamás y otras milicias.

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El objetivo de Netanyahu es liquidar Hamás y para ello puede aliarse con cualquier enemigo. Esto confirma que los servicios secretos israelíes están infiltrados en los grupos más problemáticos de la región. Este hecho simplemente añade leña a los contactos documentados por la ONU entre el ejército israelí y el Estado Islámico en Golán. Al menos una parte de las armas del Estado Islámico durante la guerra siria eran de fabricación israelí.

Los medios locales dicen que Israel está experimentando un "programa piloto" en una pequeña superficie en el este de la ciudad de Rafah. Si prospera, el experimento podría expandirse a otros sitios para reducir la influencia de Hamás. Por cierto, la familia ha reconocido que Abu Shabab colabora con las "fuerzas de empleo sionistas" y, de hecho, no se opone a que sea abatido por Hamás.