Los rebeldes sirios entran en Damasco y derriban el régimen de Al Asad

Los insurgentes aseguran que el presidente sirio ha huido del país en un vuelo hacia Rusia, donde Putin le ha dado asilo

BeirutBashar el Asad ha salido por la puerta trasera, sin hacer ruido. Según informan los medios rusos, el presidente sirio y su familia se encuentran en Moscú, donde han recibido asilo. Así termina la dinastía Al Assad y el mandato del rais que, con puño de hierro, ha gobernado Siria durante casi un cuarto de siglo. Su caída pone fin a más de 50 años de dominio de la familia, que ha marcado la historia moderna del país con represión, alianzas estratégicas y un conflicto que ha derivado en una de las guerras civiles más largas y sangrientas del siglo XXI.

L'avenç de l'ofensiva rebel
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Cuando los mismos rebeldes que habían luchado contra Al Asad años antes lanzaron una ofensiva sorpresa en el norte de Siria el pasado 27 de noviembre, se enfrentaron a un régimen en desorden. Hezbollah, habiendo sufrido una abrumadora derrota en Líbano, ya no podía apoyar a Damasco. Irán tampoco estaba ya en condiciones de ayudar, ya que había sufrido ataques israelíes contra su infraestructura militar en el corazón de Siria. Aunque los países árabes parecían deseosos de que Al Asad volviera a la orden y que Rusia creía que podía convencer a Donald Trump de que retirara a sus tropas del este de Siria, el colapso del régimen era inevitable.

El ofensiva relámpago de 12 días, liderada por los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), con el apoyo de Turquía y Arabia Saudí, culminó este domingo con la toma de Damasco y la huida de Al -Asad. El dictador ha cogido un avión privado y ha huido del país. Horas después, se hizo público que estaba en Rusia, donde su aliado Vladimir Putin le dio asilo. Su retirada, forzada por el colapso militar de su régimen, marca un hito histórico en Oriente Próximo, aunque deja enormes incógnitas sobre el futuro político de Siria y la estabilidad de la región.

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Desde la mañana, en la plaza principal de Damasco, cientos de personas celebraban la caída del régimen a gritos de "libertad" y con rasgos en el aire, y el derribo de estatuas del régimen se repetía en todas las ciudades del país. Los rebeldes también habían logrado el control de Homs y sus fuerzas se extendían ya por casi todo el territorio. En las últimas horas se han hecho públicas imágenes de sirios entrando en los palacios presidenciales y saliendo con mobiliario y enseres personales que eran hasta ahora de la familia Al Assad.

Años de corrupción e inflación han carcomido la economía y las fuerzas armadas están desmoralizadas. Las líneas del frente que marcaban elstatu quo establecido en 2020, gracias a un acuerdo ruso-turco, no se mantuvieron, porque, entre otras cosas, Bashar el Asad estuvo sordo a las llamadas de Erdogan a restablecer puentes entre ambos países y, sobre todo, a negociar el regreso de los refugiados sirios afincados en Turquía.

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El rápido avance rebelde ha sorprendido tanto a los observadores internacionales como a los gobiernos vecinos. Factores internos y externos se han combinado para precipitar la caída del régimen. clave en ataques atribuidos a Israel, y el descuido de Rusia por la guerra en Ucrania han erosionado el apoyo de sus principales aliados.

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Según Hadi al Bahra, líder de la Coalición Nacional Siria, la oposición al exilio, el derribo de Al Asad era inevitable: "Ha sido como un efecto dominó. Estaba claro que había decidido marcharse. He oído alivio, pero también tristeza. Debería rendir cuentas por todos los crímenes que cometió", ha afirmado. Doha, ha asegurado que "hay un acuerdo en que el órgano de gobierno de transición no será de HTS", el grupo islamista que ha encabezado la ofensiva, sino que "va a ser civil". ahora la prioridad es garantizar un proceso de transición ordenado. Al-Bahra destaca la necesidad de un período de 18 meses para redactar una nueva Constitución y sentar las bases de un sistema político que será definido mediante referéndum. "La nueva Constitución determinará si Siria tendrá un sistema parlamentario, presidencial o mixto. Esto lo decidirá la gente", explicó que la oposición instó a los empleados. estatales a mantener sus funciones, garantizando que no serán perjudicados durante el cambio de poder. De hecho,

Sin embargo, las dudas persisten sobre la capacidad de los rebeldes para consolidar el control y evitar un vacío de poder. La ofensiva generó preocupación en varias capitales árabes, temerosas de una nueva ola de inestabilidad que podría desbordar a las fronteras sirias.

La caída de Al Asad también ha tenido un profundo impacto en Líbano, donde el régimen sirio influyó políticamente durante décadas, especialmente durante la ocupación siria después de la guerra civil libanesa (1975-1990). El primer ministro interino, Najib Mikati, y el ministro de Exteriores, Abdallah Bou Habib, han emitido una declaración conjunta subrayando la necesidad de respetar la soberanía siria y evitar interferencias externas. "Líbano quiere mantener las mejores relaciones con el estado sirio, preservando los intereses comunes y respetando la voluntad del pueblo sirio", señalaron.

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Mientras tanto, partidos de oposición como el Movimiento del Futuro, liderado por Saad Hariri, han celebrado la caída del régimen. "El pueblo sirio ha vencido a la tiranía que pesó sobre Siria y Líbano", ha expresado el movimiento en un comunicado. También recordó los crímenes atribuidos al régimen de Al Asad, incluido el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri en el 2005. Samy Gemayel, líder del partido Kataeb, también elogió la victoria rebelde y rindió homenaje a figuras como Pierre Gemayel y Samir Kassir, asesinados en atentados que se atribuyen al gobierno sirio.

La caída de Al Asad representa un golpe significativo para Irán, que pierde un aliado estratégico en la región, mientras que Israel emerge como un actor decisivo tras su papel en el debilitamiento de Hezbolá. Este cambio en el equilibrio de poder podría redefinir las alianzas regionales y alterar la dinámica del conflicto en Oriente Próximo.

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Una reconstrucción muy difícil

Sin embargo, la reconstrucción de Siria será un proceso largo y complejo. Las infraestructuras devastadas, el desplazamiento masivo de 13,6 millones de personas y las hondas divisiones sectarias y políticas dificultarán cualquier intento de reconciliación nacional. La redacción de una nueva Constitución y la organización de elecciones serán sólo los primeros pasos de un camino lleno de retos.

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Para muchos sirios, la salida de Al Asad simboliza el fin de una era oscura, pero también marca el inicio de una etapa llena de incertidumbres. La comunidad internacional, que durante años se mantuvo dividida frente al conflicto, tendrá un papel crucial para apoyar la transición y garantizar que Siria no se convierta en un nuevo foco de inestabilidad. Al Bahra ha resumido el sentimiento de muchos al afirmar: "Hoy comienza un nuevo capítulo para Siria. Hemos sufrido mucho, pero tenemos la oportunidad de construir un país basado en la justicia, la libertad y la democracia".

El fin del régimen de Al Asad cierra una página de la historia siria, pero abre otra en la que el futuro de la nación dependerá de su capacidad para superar las heridas de la guerra y forjar un camino hacia a la paz y la estabilidad. Oriente Próximo, mientras tanto, lo observa con cautela, consciente de que lo que ocurre en Siria tiene repercusiones más allá de las fronteras del país.