Irán

"Entonces me miró, sonrió y me disparó"

Barcelona acoge una conferencia internacional de activistas de Irán dos años después del asesinato de Jina Mahsa Amini

Barcelona"Los ojos que han cegado han servido para abrir muchos más", dice, con la voz firme, Kosar Eftekhari, una estudiante iraní de 25 años a la que un policía vació un ojo con una bala de goma en las protestas contra el régimen de los ayatolás. La joven recuerda bien cómo el agente le advirtió que si no se marchaba de la manifestación por delante de la Universidad de Teherán, le dispararía en el ojo. "Cuando vi que estaban arrastrando a unas compañeras para llevárselas me levanté y llamé «¡Déjelas!». Entonces me miró, sonrió y disparó". Una herida que le acompañará el resto de su vida, y que considera una "marca de honor", porque muestra que nunca se ha callado "ante la represión".

Eftehari vive hoy exiliada en Alemania, pero dice que todavía tiene el corazón en Irán, y como muchas de sus compañeras, dentro del país y en el exilio, no está dispuesta a tirar la toalla. Coincidiendo con el segundo aniversario de el asesinato de la joven kurda Jina Mahsa Amini bajo custodia de la policía de la moral, que le había detenido por no llevar el velo de acuerdo con el rigor de la República Islámica, Eftekhari ha sido una de las invitadas a la conferencia internacional sobre el futuro de las mujeres en el Irán, que ha reunido en Barcelona este fin de semana a una cuarentena de activistas iraníes de todo el mundo.

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La represión del régimen iraní es tan dura que aun es necesario inventar nuevas palabras. Como "cegados", que es como se han quedado 400 manifestantes de todo el país en estos dos años, que han perdido uno o ambos ojos por las balas de goma o las perdigonadas. Los supervivientes luchan por recibir tratamiento médico y seguir viviendo.

"Apartheid de género"

Dos años después del estallido del movimiento Mujer, Vida, Libertad, el lema que condensaba la lucha contra lo que las activistas califican de "apartheid de género" y contra todas las opresiones en Irán, el objetivo de derrocar el régimen de los ayatolás no se ha cumplido. Las elecciones de junio, tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi en un misterioso accidente de avión, han perpetuado el sistema político con el que las activistas califican de "circo electoral", pero los cambios sociales son perceptibles. Los derechos de las mujeres, la lucha contra la obligatoriedad de llevar hiyab en el espacio público y el cuestionamiento de todas las formas de discriminación se han convertido en el centro del discurso público. Como dice la joven estudiante, "mujeres de todas las edades en muchos lugares del país siguen diciendo un no rotundo a la obligatoriedad del velo, y hay otras protestas, como movilizaciones por mejores salarios, las luchas ambientales o las que piden justicia por a las víctimas de las ejecuciones o asesinatos".

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"El movimiento Mujer, Vida, Libertad está vivo. Mucha gente, sobre todo jóvenes, sigue luchando desde la primera línea, y lo que queremos es un cambio de régimen", explica la activista feminista e investigadora Hamideh Saberi, especialista en estudios de género. Ella está convencida de que el régimen no tiene margen de reforma: "Es una teocracia tiránica que lleva a su ADN la discriminación de las mujeres, y quienes son considerados reformistas tampoco cambiarán nada". Desde su exilio en Italia no ha parado de decir y repetir que no se trata sólo de la obligatoriedad de vestir el velo, sino de un cambio de sistema. Y también insiste en que no esperan que nadie venga a salvarlas. "Las mujeres estamos en la primera línea de la política, y tenemos a nuestras líderes: desde las chicas que todavía salen a la calle hasta las más conocidas, como Narges Mohammadi". Mohammadi es una activista que cumple una sentencia de diez años de cárcel en Teherán por defender los derechos de las mujeres, una lucha que le fue reconocida el pasado año con el Nobel de la Paz.

Unidad y liderazgo

La conferencia también sirvió para dejar claro que las mujeres tienen mucho que decir en el futuro de Irán y que están sobradamente preparadas para liderar la respuesta a los problemas más graves del país, como la crisis ambiental. La ambientóloga Azam Bahrami, refugiada política en Italia, estudia la relación entre la pobreza climática y la discriminación de las mujeres. "El problema ambiental más grave en Irán es la sequía y existe una relación clara entre la sequía, el aumento de la pobreza y cómo se ha disparado el matrimonio infantil", explica. "Las mujeres podemos vertebrar el desarrollo sostenible y llevar a la democracia", concluye.

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"Un pueblo unido"

Uno de los principales cambios que ha provocado el movimiento es la unidad del pueblo iraní. Las protestas se esparcieron en más de 160 ciudades, desde las grandes metrópolis como Teherán, Mashad, Esfahán, Tabriz o Sanandaj, hasta los pueblos más pequeños, saltando por encima de las divisiones étnicas o lingüísticas y arrastrando a mujeres, estudiantes y minorías nacionales o religiosas. "Este es un legado que no podrán borrar: el pueblo iraní sabe unirse contra este régimen", explica Nahid Husseini, profesora de estudios de la mujer en Reino Unido y fundadora de Mujeres por la Igualdad Sostenible (WISE, por sus siglas en inglés), organizadora del encuentro.

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Para Huseini, la continuidad del movimiento que estalló hace dos años se traduce en las movilizaciones por la justicia de aquellos que han perdido una parte de su cuerpo o un ser querido a manos del régimen. Desde los jóvenes a los que la policía destrozó los ojos hasta casos como los de Maria Mahmoudi, viuda de Mohamed Faramarzi, un activista kurdo condenado a muerte y ejecutado después de 19 meses en prisión: "Mientras la sangre corra por mis venas seguiré luchando contra un régimen que se cree con el derecho a quitar la vida". Según las organizaciones de derechos humanos, 266 iraníes han sido ejecutados en la horca en los últimos seis meses. También estaba presente en la conferencia Shole Pakravan, la madre de Reyhaneh Jabbari, una chica de 26 años que fue ejecutada en el 2014 por haber matado a un hombre que había intentado violarla.