La muerte de Isabel II

Petardos independentistas y camisetas de Cobi: el día que Isabel II visitó Catalunya

La reina de Inglaterra visitó Barcelona en octubre de 1988 y fue recibida por Pujol y Maragall

BarcelonaPoco antes de que empezara el verano del 1988, un grupo reducido de personas –entre las cuales altos cargos policiales e incluso el embajador del Reino Unido en España– se reunían para empezar a preparar uno de los operativos de seguridad más importantes de los últimos años: la visita de la reina de Inglaterra Isabel II –y también de los reyes de España– a Barcelona. El viaje estaba previsto para el 21 de octubre –el único que haría–, pero los preparativos se iniciaron casi medio año antes. Las primeras baldosas que pisó la monarca aquel sábado de octubre fueron las del Barri Gòtic. Personas que lo vivieron en directo recuerdan que todo estaba milimetrado y cronometrado. Todo menos un ruido de petardos que se oyó de fondo. Algunos pensaron que el Barça había marcado un gol. No era una mala hipótesis, teniendo en cuenta que aquel mismo fin de semana se jugaba un clásico. El partido, sin embargo, era el domingo, y los petardos no eran de celebración, sino de denuncia.

Seguramente aquel fue el momento que Isabel II sintió más de cerca el independentismo catalán. Los petardos los habían echado unos cuantos miembros de la Crida, una entidad en defensa de la lengua, la cultura y la nación catalanas. "Siempre que venía la monarquía española echábamos petardos, ya era una tradición", explica Carles Riera, entonces miembro de la Crida junto a Jordi Sànchez. Varios miembros de la Crida, entre ellos Sànchez y Riera, se repartieron por las calles del Gòtic y lanzaron los petardos. "Era más para denunciar la situación que contra la jefa de estado. No fue de las acciones más sonadas", explica Sànchez. Sí que lo fue una parecida que impulsaron unos meses antes. Entonces, vino Juan Carlos I a Barcelona y lanzaron petardos desde la azotea de su sede, también en el Gòtic. "La policía subió a la azotea de la sede para evitar que los lanzáramos. Llegaron tarde", narra Riera. "Represión por lanzar cohetes", exclama Sànchez. Con todo, la reina de Inglaterra llegó sin problemas al Palau de la Generalitat, donde le esperaba el president, Jordi Pujol. Los días anteriores, Pujol recibió unas cuantas clases de historia para poder explicarle extensamente que el patrón de Catalunya, Sant Jordi, era el mismo que el del Reino Unido. Concluyó la lección regalándole –en la sala Sant Jordi de Palau– una estatua de Sant Jordi de plata.

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El momento estrella del alcalde Pasqual Maragall, sin embargo, fue en Montjuic, en el posterior tour por el Estadi Lluís Companys, que todavía estaba en obras. Más que Sant Jordi –el padre de la reina de Inglaterra se llamaba así–, a Isabel le hizo especial gracia Cobi, la mascota de los Juegos. Según voces presentes, ella dijo que le gustaba aquel dibujo. Maragall, sin embargo, obsesionado con quedar bien con la reina, cuchicheó a la oreja de un colaborador suyo que fuera a buscar camisetas de Cobi para sus nietos. El equipo de Maragall tuvo que echarse unas cuantas carreras para conseguirlas, pero finalmente Isabel II se las llevó a Buckingham.

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Los republicanos que querían despachar con la reina

Después de inaugurar una escuela y de hacer una visita al Museu Picasso, el plato fuerte del día era una recepción en el inmenso barco Britannia, el lugar donde dormiría la familia real y que estaba atracado cerca de la estatua de Colom. Algunas voces explican que, como si fuera el clásico que se jugaba el día siguiente, muchos políticos –gran parte de ellos republicanos confesos– intentaban conseguir a última hora una entrada para la recepción. "Saludé a la familia real. Unos 40 segundos. Presentarnos y poco más", explica Rafael Ribó, entonces presidente del grupo parlamentario de ICV. La presentación de Joan Hortalà, entonces líder de ERC, dio más de sí. Cuando le dijeron que era de Esquerra Republicana, Felipe de Edimburgo preguntó, con ironía: "Republican?" Las bromas venían acompañadas de cócteles y un poco de pica-pica. ¿Qué hacía, sin embargo, Isabel II? No paraba de mirar y controlar a todo el mundo que la rodeaba. Todo ello en un barco decorado al estilo "ancien régime", en palabras de Ribó. Al día siguiente, Isabel II se fue dos días de vacaciones con los reyes de España a Mallorca.