Rusia utiliza el encarcelamiento de los políticos catalanes ante Borrell para defenderse por el caso Navalni

El Kremlin expulsa a diplomáticos alemanes, polacos y suecos por haber participado en las protestas por la liberación del opositor

BruselasJosep Borrell ya sabía que pisaba territorio hostil cuando este jueves decidió ir a Moscú como alto representante de la Unión Europea. A la retahíla de conflictos que marcan la relación entre Rusia y la Unión se añadía el reciente encarcelamiento del opositor ruso Aleksei Navalni. Pero Borrell decidió mantener el viaje. Y no le ha salido como esperaba. El ministro de Asuntos Extranjeros de Rusia, Serguei Lavrov, ha usado la rueda de prensa como una trampa para apuntarse una victoria en la pugna geopolítica y no solo en cuanto a la vacunación contra el coronavirus. Lavrov no solo ha conseguido que Borrell elogiara la vacuna rusa Sputnik, sino que ha clavado una estocada al exministro español cuando lo ha atacado en uno de sus puntos débiles. Le ha reprochado el encarcelamiento de los presos políticos en Catalunya para defenderse de las acusaciones por el envenenamiento y encarcelamiento de Navalni. Y Borrell no se ha inmutado.

"También vemos en Europa algunas situaciones en las que los tribunales son sospechosos de tomar decisiones políticas. Me gustaría hablar de los prisioneros sentenciados a más de diez años de prisión por haber organizado un referéndum en Catalunya. Se nos acusó sin pruebas de intervenir en el referéndum del 1-O", ha soltado el ministro ruso. Y para defender que la decisión judicial española estaba motivada políticamente, incluso ha recordado las sentencias de Bélgica y de Alemania que la contradijeron. "Las autoridades españolas pidieron que no se cuestionasen sus tribunales y nosotros reclamamos lo mismo en términos de reciprocidad", ha concluido Lavrov. Es conocida la entrevista que Borrell concedió todavía como ministro a una televisión alemana y en la qué amenazó con levantarse e irse cuando le preguntaron por el Procés.

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Gélido de expresión y duro en el tono, Lavrov ha reprochado "la arrogancia" de la UE para atreverse a ir a Moscú y exigir la liberación de Navalni. Mientras tanto, Josep Borrell se ha mantenido derecho en el atril de al lado, aguantando la presión con una sonrisa tensa. En su turno de palabra, el alto representante de la diplomacia europea ha elogiado la vacuna rusa y ha asegurado que esperaba que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) diera el visto bueno: "Felicito a Rusia por su éxito. Son buenas noticias para la humanidad, significa que tendremos más herramientas para luchar contra la pandemia. Espero que la EMA la apruebe, serían buenas noticias porque, como sabe, tenemos escasez de vacunas", ha dicho Borrell revelando una cierta debilidad de Bruselas.

La campaña de vacunación se ha convertido en una pugna geopolítica por el relato y la Unión, de momento, recibe por todos lados: desde China, desde el Reino Unido y también desde Rusia. Que la UE tenga que acudir a la vacuna de Moscú (como ya había hecho primero Viktor Orbán en Hungría) para poder cumplir los objetivos marcados sería una clara derrota. Merkel defendió con fuerza esta semana la estrategia europea argumentando que se había priorizado la seguridad antes que la velocidad, pero Borrell no ha sabido sostener esta postura.

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El jefe de la diplomacia europea ha sido mucho más blando de lo habitual. En su reivindicación por el caso Navalni –a quien no ha visitado en la prisión– ha añadido que la UE respeta la "soberanía" rusa y tampoco ha mencionado el conflicto de Ucrania. El Kremlin ya había avisado de que no aceptaría "sermones" y Borrell hacía el viaje sin un consenso de los Veintisiete para mostrarse contundente, porque a pesar de la condena unánime de los gobiernos europeos al encarcelamiento del líder opositor, no habrá un debate real sobre la posibilidad de aplicar sanciones a Rusia hasta marzo.