Los nuevos ultras de Putin patrullan por las calles rusas
Los radicales atemorizan a los migrantes con el aval de los servicios secretos y la connivencia de la policía
MoscúMás de un centenar de hombres desfilan por las calles de Liúbertsi, en la periferia de Moscú, para celebrar el Día de la Unidad Nacional. En un país en el que las manifestaciones están prohibidas, sorprende ver a un grupo tan numeroso. Todos van vestidos de negro, con el rostro tapado, y forman parte del colectivo Comunidad Rusa, la organización de ultraderecha más popular del país. En el 2010 las autoridades empezaron a perseguir a las marchas nacionalistas radicales que se celebraban cada 4 de noviembre, pero ahora la policía les deja vía libre. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Quiénes son estos nuevos radicales?
Comunidad Rusa nació en el 2020, pero ganó mucho protagonismo en el 2024, con la ola antiinmigración que provocó elatentado yihadista en la sala de conciertos Crocus City Hall. Se calcula que tiene miles de integrantes en toda Rusia, que se vanaglorian de "patrullar por las calles" y de "ayudar a las fuerzas del orden a prevenir la delincuencia étnica", llevando a cabo redadas contra extranjeros.
Algunas de estas acciones han terminado en tragedia, como el incendio que provocaron en un piso donde murió un ciudadano armenio. Tras los hechos, la policía cacheó la casa de los asaltantes, pero no presentó cargos contra ellos, sino que se limitó a citarlos como testigos. Los expertos aseguran que, cuando se trata de denuncias dirigidas a Comunidad Rusa, es el jefe del Comité de Investigación, un análogo de la fiscalía, quien revisa personalmente sus quejas. Los propios ultras reconocen que la colaboración con la policía es total. Su líder, Andrei Tkachuk, un ex diputado y exteniente de alcaldía siberiano, afirma que los agentes les invitan a tomar parte en sus redadas porque "no tienen gente suficiente".
El grupo también recibe la protección de la Iglesia ortodoxa rusa. En septiembre los ultras escoltaron al patriarca Cirilo en una procesión por el centro de Moscú y se presentaron como servicio de seguridad. Desde 2023 se cree que la organización empezó a exigir a sus miembros la profesión de la fe ortodoxa e inició campañas contra símbolos y lugares de culto musulmanes.
Un invento de los servicios secretos
Sin embargo, más allá de connivencias y afinidades ideológicas con instituciones del estado, la verdadera conexión de los ultras es con los servicios secretos. Según explica una fuente cercana al FSB –el antiguo KGB– en el diario opositorMeduza, Comunidad Rusa no sólo está supervisada por los espías, sino que ellos mismos la crearon y alimentaron. Los servicios secretos pasan información a los radicales sobre "conflictos interétnicos" y los agitadores los mantienen al tanto de su actividad y operan bajo su control.
El patrón recuerda al de hace veinte años, cuando en las primeras marchas por el Día de la Unidad Nacional los círculos eurasianistas crecieron al amparo de la administración presidencial a cambio del apoyo al Kremlin. Cuando en el 2010 el movimiento escapó del control de los servicios especiales y se convirtió en violento, las autoridades lo reprimieron. "Las organizaciones nacionalistas en ese momento formaban parte de la oposición y, en cambio, ahora son leales", explica al ARA Jules Sergei Fediunin, politólogo especializado en el nacionalismo ruso.
En 2022, cuando Putin invadió Ucrania, la ultraderecha rusa ya había sido completamente fagocitada. Entonces, según Fediunin, el régimen los utilizó para "desviar la atención de la primera línea" y "proyectar el descontento público sobre chivos expiatorios: los inmigrantes y las comunidades LGTBI". En declaraciones al ARA, Stefania Kulaeva, del Centro Antidiscriminación Memorial, considera que el gobierno ruso "ha virado hacia el chovinismo declarado", ha convertido en sinónimos "la ideología de la guerra y la superioridad rusa" y, por tanto, no encuentra "sorprendente" que las propias autoridades "ahora defiendan el nacionalismo radical (fascismo) ideas".
Neonazis en la frente
La guerra también ha permitido al Kremlin enviar al frente los elementos más violentos de estos círculos. La unidad neonazi por excelencia del ejército ruso se llama Rusich y es conocida por el sadismo: recientemente, ha animado a los soldados a compartir fotos de prisioneros ucranianos ejecutados. Paradójicamente, algunos neonazis rusos se escindieron del movimiento nacionalista radical en el 2014, con la anexión de Crimea, y han terminado combatiendo en las filas ucranianas.
La versión oficial del gobierno ruso es que Comunidad Rusa no son nazis porque "el nazismo está prohibido en Rusia". Hay grupos abiertamente nacionalsocialistas que cometen asesinados y que son perseguidos por la justicia, mientras que los nuevos ultras disfrutan de momento de inmunidad.
Kulaeva alerta de que el Kremlin "corre el riesgo de perder el control" de este proceso y de que los veteranos devueltos de Ucrania "puedan unirse a organizaciones de extrema derecha" y representar "una amenaza para la estabilidad y el orden social". Por contra, Fediunin ve "muy improbable" que este movimiento acabe suponiendo un problema grave para Putin.