La teoría del caos: los ideólogos de Putin pronostican un futuro lleno de guerras

Un grupo de estudiosos rusos muy influyente en el Kremlin lanza una tesis para justificar el belicismo ruso

MoscúVladimir Putin se ha harto de repetir los motivos por los que ordenó invadir Ucrania, pero sus ideólogos llevan años desarrollando una nueva visión de las relaciones internacionales en la que hacer encajar esta agresividad. Con este propósito, el Club Valdai, el think tank más importante de política exterior rusa, ha ideado la "teoría del caos". Este modelo dibuja un mundo en pleno colapso, en el que los países se adaptan al desorden para sobrevivir, sin ética ni moral, y con la guerra como norma, ya no como anomalía. El regreso de Donald Trump al frente de Estados Unidos ha dado al Kremlin el empuje que necesitaba para proclamar el triunfo del caos.

Los informes del Club Valdai se publican cada año coincidiendo con el foro que él mismo organiza y en el que siempre interviene Putin. Según escribe el periodista Anton Barbashin en Riddle, su intención no es marcar el rumbo de la política exterior rusa, sino dar una "explicación intelectual" a las acciones del Kremlin, por lo que parezcan "lógicas, justificadas y, a menudo, las únicas posibles". El documento de 2025 se tituló "Doctor Caos o cómo dejar de preocuparse y estimar el desorden".

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Sus autores, sancionados recientemente por la Unión Europea, creen que la idea que defendía Rusia de un mundo multipolar en el que no había una sola gran potencia sino varios centros de poder, ya no es suficiente. Según ellos, cabe hablar de un período de caos provocado por el derrumbe del viejo mundo, representado por Occidente y su orden liberal. Una fase de transición hacia un nuevo sistema con nuevos socios, instituciones y normas.

Desde su punto de vista, es contraproducente aferrarse al pasado, como hace Europa, que debería asumir el fracaso de su cosmovisión. La clave, pues, no es intentar detener el caos, sino aceptarlo y aprender a surfearlo. Cada país está solo y debe velar por sus intereses; por tanto, se acabó la era de los grandes tratados de defensa mutua perpetuos, como el de la OTAN. En cambio, toma todo el sentido la política cambiante de Rusia, capaz de abandonar aliados en función del cálculo de beneficios, como ha hecho en Siria, y de entenderse sin remordimiento alguno con los antiguos adversarios.

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Para los estudiosos de Valdai, otra consecuencia del caos es la desaparición de la ética y la moral en política y la caducidad de las nociones universales. Uno no se puede poner en el lado correcto de la historia porque simplemente no existe un lado correcto, argumentan. Esto permite al Kremlin establecer vínculos con dictadores de todo el planeta, mientras que en casa reprime la disidencia de forma salvaje. Los derechos humanos, germen del decadente mundo liberal, dejan de tener valor y sólo importan las circunstancias nacionales, sumidas en un estado de excepción permanente. Barbashin lo describe como un "nihilismo radical", que da patente de corazones a los gobernantes para dictar las leyes que más les convienen bajo el pretexto de que Rusia es un "estado civilización" que no está obligado a encajar ni en los estándares occidentales ni en los orientales.

La guerra con la OTAN, cuestión de tiempo

El punto culminante de la teoría del caos, que se interpreta como una profecía autocumplida, es lo que prevé que las guerras se multiplicarán de forma "inevitable" en todos los continentes. Los conflictos ya no se resolverán mediante leyes internacionales, sino con "métodos más arcaicos"; la guerra dejará de ser un último recurso, y la finalidad será minimizar sus pérdidas y maximizar sus ganancias. Asimismo, se admite la posibilidad de un ataque nuclear limitado preventivo. "No se puede descartar por completo", señalan. Y tienen claro que "el espectro de una guerra global" probablemente nos perseguirá "para siempre".

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Los ideólogos del caos acusan Europa de querer infligir una derrota estratégica en Rusia. Consideran que es un error porque ya no se pueden conseguir victorias totales como en la Segunda Guerra Mundial o con la caída de la URSS. Por el contrario, pronostican un "renacimiento" de la política exterior del siglo XVIII, en el que las sangrientas guerras no acababan con la aniquilación del enemigo, sino con una paz en los mejores términos posibles hasta el siguiente enfrentamiento.

Con la ayuda de Trump

Esto puede iluminar la estrategia negociadora de Putin en Ucrania. Los propios analistas de Valdai reconocen que lo único al que se puede aspirar es a un "ajuste delstatu quo", ya que las "contradicciones" entre bandos permanecerán y habrá que esperar a una nueva guerra. Si el presidente ruso consigue legalizar la anexión de Crimea y la ocupación del Donbás habrá triunfado porque, tal y como propugna esta teoría, Rusia no será culpable de nada ni se violará el derecho internacional.

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En este sentido, el desistimiento por parte de Trump de lidiar por una paz justa y su posición equidistante reman en favor del caos. Estamos frente a una convergencia de objetivos. Los autores entienden que, si bien el líder estadounidense sigue creyéndose con "el derecho exclusivo de definir los criterios de justicia", ahora no lo hace sobre la base de un concepto moral universal, sino sin hipocresías, en beneficio de los intereses egoístas estadounidenses.