Guerras

"Estamos alcanzando el pico histórico de conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial"

En 2024 ha habido 37 guerras activas, la cifra más alta de los últimos doce años, y el momento en el que ha habido más personas desplazadas de la historia, según la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona

TWT Conflictos mundo 2025
24/07/2025
9 min

BarcelonaEl 2024 ha sido el año con más guerras activas de los últimos doce años y el momento en el que ha habido más personas desplazadas de la historia. ¡Son las conclusiones del informe Alerta 2025! de alta intensidad, es decir, que provocan más de mil víctimas mortales al año. Además, existen 116 escenarios de tensión, contextos en los que podría estallar un conflicto armado con facilidad, una cifra que es la más elevada desde 2010.

Conflictes armats al 2024

A la sombra de las guerras de Rusia y Ucrania y de Israel y Palestina, la mayoría de los conflictos se han concentrado en África (17) y en Asia y el Pacífico (10), donde las guerras de Myanmar, Sudán, Sahel Occidental, Etiopía, Somalia y Mali. En Oriente Próximo se han contabilizado seis conflictos armados, mientras que en Europa y en América, se han registrado dos en cada continente. Mientras que los investigadores hacen constar nuevos conflictos armados en Haití y Papúa Occidental, en Indonesia, alertan de que existen otras regiones donde las tensiones van en aumento: destacan escenarios como Taiwán, Israel-Irán-Siria, Corea del Norte, y Venezuela-Guayana.

Conflictes armats per àrees geogràfiques

"Estamos alcanzando el pico histórico de conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial", declara al ARA Jordi Urgell, coautor del informe. Este investigador de la UAB explica que, si bien el número de conflictos activos fue ligeramente mayor en 2011 y 2012 coincidiendo con la irrupción de las primaveras árabes, el grado de virulencia del escenario actual es inédito. "Actualmente, casi el 60 por ciento de los conflictos que analizamos son de alta intensidad, mientras que en 2012 era ligeramente superior al 20 por ciento", destaca. La cifra es también superior a la de 2023 y 2022, cuando era del 42% y del 30% respectivamente.

¿Y cómo se explica este elevado grado de violencia? Uno de los factores que contribuyen es, según Urgell, la proliferación y sofisticación de la industria armamentística, que tiene una relación directa con la letalidad de las guerras. El gasto inédito en armamento que ha alcanzado el mundo de 2,7 trillones de euros demuestra la tendencia a una militarización creciente: "En 2024 Europa gastó 693.000 millones de euros en defensa, un 83% más que en 2015, y las importaciones de armas en el continente han crecido en más de uno". el investigador. Y, teniendo en cuenta los últimos compromisos de la OTAN y de la Unión Europea, las perspectivas no son alentadoras: "Aquí tenemos que añadir la propuesta de la Comisión Europea de incrementarlo [el presupuesto de defensa] en 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años", alerta Urgell, quien explica que potenciar la industria militar fomenta que las empresas armamentísticas vendan material en países en conflicto, aunque a menudo no se trate de material.

El otro elemento que explica la proliferación de contextos de conflicto es el "despreciamiento del derecho internacional creciente" que detectan las organizaciones internacionales, que debilita el multilateralismo y la gobernanza global. De hecho, el informe demuestra que ha caído el número de acuerdos de paz firmados.

122 millones de desplazados

Las consecuencias humanitarias que se derivan de estos conflictos son también más graves que nunca. El número de personas desplazadas forzosamente superó los 122 millones en los primeros seis meses de 2024, mientras que el Internal Displacement Monitoring Centre estima que a finales de año esta cifra ascendía a 83,4 millones en situaciones activas de desplazamiento. Las guerras que han provocado más desplazados son la República Democrática de Congo, Sudán, Palestina, Myanmar, y Haití.

Otro elemento que destaca el informe es un aumento importante de los casos de violencia sexual, que representa un 50% más que los dos períodos anteriores. Además, ocho de cada diez conflictos de alta intensidad tuvieron lugares en países donde existe una baja igualdad de género.

Para realizar estas afirmaciones, los investigadores se fijan en la mortalidad de los conflictos, pero también en elementos como la destrucción de las infraestructuras, el impacto en el paisaje y en la seguridad humana o la violencia sexual. También valoran la naturaleza de la violencia y el grado de sistematización, todo ello monitorizando de forma exhaustiva datos de Naciones Unidas, de ONG y de centros de investigación.

Entre los conflictos más mortíferos hay guerras como las de Sudán, Somalia, el Sahel Occidental o Etiopía, que suelen pasar desapercibidos. En este aspecto, Urgell asegura que "el grado de visibilidad y atención mediática y política no sólo tiene que ver con la letalidad del conflicto" y pone como ejemplo que en el 2022, mientras Europa estaba corpresa por la invasión rusa de Ucrania, el conflicto más mortífero era el del Tigre en Etiopía. "¿Quién hablaba del Tigre o sabía situarlo en un mapa –se cuestiona a Urgell–? Me pregunto si es solo la distancia geográfica o si son otras cosas".

Israel y Palestina

El conflicto entre Israel y Palestina viene de muy lejos, pero la última escalada se produce a partir del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 y el inicio inmediato de la campaña militar israelí en Gaza. Según las autoridades de la Franja, hasta ahora han muerto 59.000 palestinos víctimas de los ataques israelíes, a los que habría que sumar decenas de personas sepultadas bajo los escombros que no pudieron rescatarse. Según la ONU, a 31 de diciembre de 2024 habían muerto un total de 393 soldados israelíes por las hostilidades en la Franja y por el hambre consecuencia del bloqueo humanitario. Los impactos de la campaña militar israelí sobre Gaza se han agravado durante el 2024 con denuncias contra Israel por genocidio.

Un palestino mostrando su mano manchada de sangre tras ayudar a víctimas durante el reparto de ayuda humanitaria a Khan Younis, en el sur de Gaza.

Rusia y Ucrania

Rusia lanzó una invasión a gran escala en Ucrania el 24 de febrero de 2022 y, desde entonces, ha llevado a cabo avances militares con un gran coste en víctimas propias y en pérdidas materiales, según el informe de la Escuela de Paz. El frente de guerra se mantiene activo con bombardeos constantes y la destrucción de infraestructuras. A estas alturas todavía se desconoce el número de víctimas exacto por la dificultad de obtener información de ambos bandos, pero se estima que en 2024 este número creció un 30% respecto a 2023 y alcanzó la cifra de 11.154.

Un equipo antiaéreo de Kiiv vigilando desde una posición móvil con una ametralladora Browning M2 para abatir drones a Shahed durante ataques aéreos rusos.

Myanmar

Myanmar arrastra décadas de guerra civil desde que se independizó en 1948, especialmente entre el gobierno central y varias minorías étnicas. El golpe de estado de 2021, que derrocó al gobierno civil electo, detonó una nueva ola de resistencia armada contra la junta militar, que gobierna con brutalidad. Durante 2024 se han intensificado los enfrentamientos armados y las milicias opositoras han obtenido victorias muy valiosas en el frente. De hecho, se estima que el gobierno sólo controla de facto 22% del territorio. Según datos de ACLED, casi 20.000 personas murieron durante el pasado año por la violencia asociada al conflicto.

Soldados milicianos de Myanmar, en una imagen de archivo.

Sudán

La guerra de Sudán, una de las más catastróficas y olvidadas según el informe, estalló después de que fracasara la frágil transición hacia la democracia que siguió una revuelta popular en el 2019. En el 2021 se produjo un golpe de estado militar y la tensión escaló hasta que en abril del 2023, las Rápido para tomar el control del país. Actualmente, es uno de los escenarios más devastados del mundo con más de 15.000 muertes, 8 millones de desplazados y la ausencia de un estado funcional. Las ciudades han sido arrasadas, el hambre se generaliza y el conflicto se intensifica, sin liderazgos capaces de negociar una salida.

Peatones circulando por una calle de Omdurman, en el norte de Jartum, mientras la ciudad intenta recuperar la normalidad después de dos años de conflicto devastador.

Sahel

La violencia en el Sahel afecta sobre todo a Mali, Burkina Faso y Níger, pero también a zonas de Benin, Argelia o Chad. La desestabilización comenzó con la caída de Moamar Gadafi en Libia, que provocó un efecto mariposa en la región. El vacío de poder y la proliferación de armas que dejó la guerra de Libia fueron el escenario propicio para el crecimiento del yihadismo, alimentado también por un contexto de pobreza y marginación de comunidades locales. La población civil sufre constantes ataques y desplazamientos masivos, también por parte de actores gubernamentales que han reaccionado con una violencia indiscriminada.

Partidarios de la junta militar de Níger se manifiestan en Niamey para celebrar la salida del país de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y apoyar a la Alianza de los Estados del Sahel.

Etiopía (Amhara)

Tras la guerra en el Tigre, en abril de 2023 estalló un nuevo conflicto en la región de Amhara, en Etiopía, donde la comunidad local se sintió excluida del acuerdo de paz firmado entre el gobierno federal y el Frente de Liberación Popular del Tigre. La percepción de traición y la propuesta de desmantelar las fuerzas especiales regionales llevaron a muchas amharas a unirse a las milicias Fano. Un movimiento que el gobierno percibió como una amenaza y respondió con una ofensiva de alta intensidad, marcada por graves abusos contra civiles. En el 2024 se registraron al menos 6.383 fallecidos, muy por encima de las 1.730 del año anterior.

Ciudadanos etíopes en Addis Abeba apoyando al gobierno y al ejército nacional en su lucha contra el Frente de Liberación del Pueblo del Tigre y el Ejército de Liberación Oromo.

Haití

El vacío de poder tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en el 2021 acentuó la crisis institucional y dio pie a la proliferación de bandas criminales –a menudo enfrentadas entre sí–, que han tomado el control de barrios enteros de la capital, Puerto Príncipe, y de infraestructuras clave. La violencia es tan generalizada que es el primer año que el informe de la Escola de Pau lo clasifica formalmente como un conflicto armado. La población vive atrapada entre la violencia de bandas y unos servicios básicos que han colapsado: hay cientos de miles de desplazados y casi la mitad de los haitianos (4,7 millones) sufren hambre aguda.

Manifestantes en Puerto Príncipe denunciando la inseguridad creciente a raíz de los recientes ataques de bandas armadas en varias zonas del país.

Somalia

La caída de la dictadura de Siad Barre, derribada en 1991, dejó un vacío de poder que desató una guerra civil. Estados Unidos hizo una intervención fallida que dejó Somalia sin gobernanza y dependiente de la ayuda internacional. En medio de las tensiones entre clanes rivales, la milicia islamista Al Shabaab logró controlar gran parte del territorio y, con el objetivo de imponer una interpretación muy estricta de la ley islámica, perpetúa un régimen del terror con ejecuciones públicas y castigos severos. Aunque en 2024 se registró una ligera disminución de víctimas mortales, con 5.396 muertes y 2.712 incidentes violentos, el conflicto sigue siendo uno de los más intensos y devastadores del continente africano.

Varias personas observando el sitio de la explosión que causó al menos diez muertos y varios heridos en la capital de Somalia.

Israel – Hezbollah (Líbano)

Aunque Hezbollah emergió como fuerza armada chií con apoyo iraní tras la invasión israelí de Líbano en 1982, el conflicto –que vivía una calma frágil desde 2006– se ha reactivado a raíz de la escalada en Gaza. La confrontación se incrementó en septiembre del 2024 con la intensificación de la campaña aérea israelí y alcanzó su punto álgido en octubre, cuando Israel comenzó una operación terrestre en el sur del Líbano. El resultado fueron más de 4.000 libaneses fallecidos y un millón de desplazados. En el mismo período murieron 72 israelíes, de los cuales treinta como consecuencia de los enfrentamientos con Hezbollah.

Equipos de rescate y vecinos trabajando entre los escombros tras un ataque aéreo que ha causado una muerte y varios heridos en el sur del Líbano.

Malí

En el 2012 una insurrección tuareg en el norte de Mali abrió la puerta a grupos yihadistas como Ansar Dine, que aprovecharon el caos para imponer la sharia, enfrentándose tanto con el Estado como con la población local. El acuerdo de paz del 2015 excluyó a los yihadistas, lo que hizo que la violencia continuara e incluso se expandiera, especialmente con la llegada del grupo paramilitar ruso Wagner. Así, el Estado perdió el control del territorio progresivamente, mientras se cronificaban los enfrentamientos entre el ejército de Mali, rebeldes tuaregs y mercenarios rusos. En enero del 2024 la junta militar dio por finalizado el acuerdo de paz y ese año se registraron 4.000 muertos. La crisis humanitaria ha dejado a más de 300.000 refugiados y desplazados.

Vehículos del Consejo Superior de la Unidad de Azawad (HCUA) asegurando la zona de Koygouma, en la región de Tombuctú, Mali.
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