Trump defiende a ultranza que hacen falta más armas para evitar masacres
El expresidente abraza al lobby armamentístico en un discurso con tono de precampaña y atacando los intentos "grotescos" de los demócratas de control de armas
WashingtonDonald Trump había prometido que su participación en la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), solo tres días después de la masacre en una escuela de primaria de Texas, ofrecería "soluciones reales y un liderazgo real" para evitar estas tragedias. Sin embargo, lo que ha hecho ha sido simplemente apuntarse a todos los mantra del lobby armamentísticos, apostando por más armas para evitar tragedias y dar seguridad a la población.
Trump era la estrella de la jornada inaugural de un cónclave que prometía ser una celebración de los derechos venerados de la segunda enmienda de la Constitución norteamericana. El tiroteo en Uvalde solo ha provocado un par de cancelaciones de poco peso y el mensaje ha sido sin tapujos: la causa de raíz de las masacres son individuos con problemas de salud mental, una cultura social en decadencia y la pérdida de los valores tradicionales; no tiene nada que ver con el hecho de que en EE.UU. haya más armas que personas.
"Claramente tenemos que hacer mucho más fácil confinar a aquellos violentos y mentalmente trastornados dentro de instituciones psiquiátricas", ha opinado.
En resumen, todos los ingredientes necesarios para convertir su discurso proarmas en un mensaje electoralista, de ataque incesante a quienes proponen regulaciones y controles al acceso a las armas. "La existencia de maldad en nuestro mundo no es razón para desarmar a ciudadanos que cumplen con la ley; la existencia de maldad es la mejor razón para armarlos", ha dicho Trump, en un baño de masas total -a pesar de que el auditorio de Houston donde se celebraba el acto estaba medio vacío.
"Como dice el dicho, la única manera de parar a un mal tipo con un arma es un buen tipo con un arma", ha añadido.
Si algo necesita el lobby armamentístico, es escuchar a líderes políticos que reafirmen la politización del tema de las armas y la certeza de que los sectores más conservadores continúan con la idea de que defender la facilidad de llevar armas es necesario para sus intereses políticos. El mensaje de Trump ha ido en este sentido, sin fisuras.
"Siempre que una persona perturbada comete un crimen horrible, siempre hay este esfuerzo grotesco por parte de alguien en nuestra sociedad que utiliza el sufrimiento de otros para potenciar su agenda política extremista", ha dicho, en una clara referencia al movimiento entre los demócratas de intentar -como mínimo de cara a la opinión pública- de hacer algo para más control de armas.
Escuelas como un fortín
En el caso concreto de las escuelas, Trump tiene la solución: convertir los centros educativos en castillos infranqueables. Esto significa dejar de considerar los colegios como espacios libres de armas (en su opinión los convierte en objetivos deseables para los criminales) y una reformulación "de pies a cabeza" de todo el tema de seguridad, empezando por vallas (reminiscencia de su famoso muro en la frontera con México), puertas antibalas y detectores de metales, y acabando con guardias de seguridad armados permanentes y maestras con pistolas escondidas discretamente.
Un conjunto de medidas que, si no se proponen ni se aplican, según Trump, no es por una falta de dinero, es solo por voluntad política. "Si Estados Unidos tiene 40.000 millones de dólares para enviar a Ucrania, también podemos hacer esto", ha dicho, recibiendo como respuesta una ovación entregadísima de unos seguidores que todavía creen en su mensaje aislacionista.
Trump, que sabía que jugaba en casa, no ha hecho otra cosa que seguir el manual de los proarmas, diciendo todo lo que querían escuchar, y poco a poco ha ido incorporando elementos característicos de sus clásicos mítines de campaña, hasta que ha habido un momento en el que disociar uno del otro ha sido prácticamente imposible. En más de una ocasión ha flirteado con la idea de volver a la presidencia, en un tono que no ha sonado nada en broma.
"Si volviera (a ser presidente), tomaría medidas enérgicas contra los delitos violentos, como nunca se ha visto antes, de una manera que ya me hubiera gustado hacerlo la primera vez", ha espetado, proponiendo de manera empañada una aproximación a la política policial y judicial de mucha mano dura. Incluso, si fuera necesario, el despliegue del ejército para controlar altas cifras de criminalidad, una idea que ya se le pasó por la cabeza cuando era presidente, pero nunca aplicó.
No siempre ha defendido las armas
Trump, que mantiene intacta el aura de líder del Partido Republicano, ahora defiende a ultranza todos los intereses del lobby armamentístico, pero no siempre ha sido así. Antes de llegar a la presidencia había apoyado la prohibición de los rifles de asalto (como el que se utilizó en la masacre de Uvalde) y, durante su presidencia, justo después de grandes tragedias como el tiroteo en Parkland o en un supermercado de El Paso, había insinuado propuestas como subir la edad mínima para adquirir un arma.
Según una información de The New York Times, estas propuestas llegaron a ser realmente un tema de conversación dentro de la Casa Blanca. "¿Qué haremos con el asunto de los rifles de asalto?", preguntaba después del tiroteo en un supermercado en El Paso (2019), pidiendo consejo para poder hacer algo en favor del control de armas. "No haremos nada de nada", le dijo su jefe de gabinete. "¿Por qué?", insistía. "Porque entonces perderíamos (las elecciones)", recibió como respuesta.