Atrapados en el esparcimiento de verano
Entre los interesantísimos estrenos de la plataforma 3Cat, esta semana hemos descubierto Atrapados con Eva Soriano, un espacio de entretenimiento donde ocho famosos deben superar los retos de un escape room. Juan Avellaneda, Maria Bouabdellah, Roger Coma, Laura Fa, Elena Gadel, Gemma Gallardo (Gemita), Arnau París y Laura Ràfols colaboran para superar las pruebas para salir de la sala de un castillo medieval, de un videoclub o del interior de una supuesta pirámide egipcia. En cada capítulo, deben encontrar una clave que les permitirá completar el juego con éxito. Volvemos a un formato basado en la utilización de la figura del famoso como simple exhibición del personaje, en su objetificación como reclamo. No hay valor en su experiencia sino que la única finalidad es enseñarle cómo hace cosas. Todo sea dicho, la selección de los participantes es lo mejor del programa porque lo dan todo, piden a favor de las dinámicas lúdicas y parecen divertirse. Esta última condición es esencial para contagiar al espectador de la emoción por el juego.
Lo que resulta bastante incomprensible es todo el teatrillo barato del primer capítulo, construyendo una narrativa de más de quince minutos para justificar el concurso. Eva Soriano convoca a todos los participantes vía telefónica enredándolos con mentiras inverosímiles. Los famosos hacen la comedieta de tragárselo. Una licencia ridícula porque presentadora, participantes y espectadores son conscientes de la farsa, demasiado larga. Narrativamente, es una tontería innecesaria que sólo retrasa el arranque del juego. Es una apertura nada ilusionante teniendo en cuenta su artificialidad tronada. En el primer episodio no empiezan a jugar en la sala delescape room hasta que queden dieciocho minutos para terminar el programa. Encima, no hay resolución final. La intención es obligar al espectador a continuar en el siguiente episodio para saber cómo sigue la partida. El problema es que el espectador queda absolutamente enajenado del juego. La audiencia no puede jugar desde casa, sólo tiene que ver cómo los protagonistas se divierten. Ni siquiera puede adivinar ningún enigma desde su casa para anticiparse a los concursantes. Cuando Eva Soriano explica el proceso de superación de la prueba, desde casa se pierde el hilo de las instrucciones porque se desconoce su contexto. Y para terminar de rematarlo, lo único que ves son ocho adultos abucheándose. El espectador no sigue la dinámica porque el caos se lo impide. Televisivamente, es poco atractivo porque no se ve mucho. Cuando se deben resolver los obstáculos, todos los concursantes se vierten para solucionarlo tapando la visibilidad de las cámaras. En los momentos de mayor emoción no sabemos qué pasa, y eso disuade de continuar. Los concursantes están atrapados, pero el espectador no tanto. Después de los últimos estrenos del 3Cat, la que parece atascada es la televisión pública, haciendo un entretenimiento que induce a los adultos a participar de dinámicas propias de un esparcimiento de verano para los niños. Estamos condenados a una infantilización de los contenidos hasta niveles inauditos.