Comunicación

'Baynana', el primer medio hecho por refugiados, nace para romper estereotipos

El proyecto, en castellano y árabe, pretende visibilizar historias de éxito y aportar información veraz a los recién llegados

Cristina Mas
y Cristina Mas

BarcelonaA menudo, los periodistas intentamos dar voz a quienes no la tienen, pero un equipo de sirios refugiados en Madrid se ha propuesto dar un paso más: escribir una revista digital para hablar en su nombre. Así ha nacido el portal de información Baynana, que en árabe significa “entre nosotros”. “Nosotros somos todos, no hay un ellos o los otros", explican en el portal.

“Los medios de comunicación en España normalmente hablan de los migrantes y de los refugiados como si fueran criminales o víctimas. Y nosotros queremos mostrar las historias de éxito que vemos cada día, y también hablar de lo que nos une”, explica en una videollamada Muhammad Subat, uno de los cuatro miembros del equipo. Historias, publicadas en árabe y en castellano, como la de Ahraf Kachach, el influencer barcelonés que combate el racismo y la xenofobia en YouTube, o la organización de las madres de la Cañada Real de Madrid, que hacen lo imposible para criar a sus hijos en una barriada donde hace seis meses que no hay electricidad. “También queremos facilitar información útil y veraz para la gente que como nosotros ha llegado hace poco sin saber nada del país y que no habla el idioma”, añade.

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Y en un tiempo de auge de los discursos de odio, Baynana se plantea construir puentes, fijarse en lo que nos une: biografías de los jugadores marroquíes de la Liga, la música de Darawish, que nos transporta al Mediterráneo oriental, o las raíces árabes de la alimentación mediterránea. Tampoco siguen la actualidad. Así, vale la pena su mirada sobre la última crisis migratoria de Ceuta. Y no se esconden a la hora de abordar asuntos más espinosos, como el caso del periodista palestino Muath Hamed, que ha denunciado presiones y amenazas del Mossad, los servicios secretos israelíes, en complicidad con la Guardia Civil.

Como sus compañeros de la redacción de Baynana, Subat nació en Daraa, la ciudad del sur de Siria donde hace diez años estalló la revolución contra Bashar al-Ásad, y se ha formado como periodista en la guerra: “Tuvimos que marcharnos del país en 2018, cuando el ejército de al-Ásad y las fuerzas de Putin ocuparon la zona, porque nuestra vida corría peligro”. El ejército de jóvenes que prefirieron coger una cámara en vez de empuñar un arma en la hermética dictadura de al-Assad ha sido clave para hacer saber al mundo qué pasaba en Siria.

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Evacuación del Comité para la Protección de los Periodistas

Unos setenta redactores, fotógrafos y activistas pudieron huir gracias a un dispositivo de evacuación coordinado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Después de un tiempo en el norte de Siria, amenazados por los bombardeos y los grupos fundamentalistas, continuaron el periplo hasta Turquía. Poco tiempo después el CPJ les ofreció buscar la seguridad en Europa, con tres opciones: Francia, Alemania o España.

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“Elegí España porque sabía que en Francia hay muchos problemas de racismo y después de diez años en Siria quería vivir en paz… Además, tengo amigos aquí y también soy fan del Barça”, explica Subat sin perder la sonrisa. “Racismo hay en todas partes, pero nos hemos encontrado con muy buena gente. Hemos tenido suerte”.

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Sin conocer el país ni hablar el idioma, cuatro de los informadores sirios que fueron acogidos al principio de 2019 en España pronto empezaron a trabajar en la revista. “Nunca dejamos de ser activos en las redes sociales, queríamos seguir explicando qué pasa en Siria y queríamos seguir haciendo periodismo. Estuvimos un tiempo dudando si hacer un canal de YouTube, pero como vimos que no había otros medios en castellano ni árabe optamos por la revista”. Su público es la comunidad árabe de España, más allá de los sirios, que son pocos por el escaso interés que han tenido los sucesivos gobiernos de Madrid de acoger la diáspora de la guerra más sangrienta del siglo XXI.

El equipo lo completan Ayham al-Ghareeb, que llegó de Siria con su mujer y sus dos hijos pequeños; Moussa al-Masri, que tuvo que huir de Idlib asediado entre los fanáticos y los bombardeos de la aviación rusa, y Okba Mohamed, de 22 años. Con el apoyo de la fundación Por la Causa han sacado adelante una campaña de mircofinanciación para hacer viable la revista: “Es complicado ser refugiado, encontrar trabajo y además alimentar una revista”, reconoce el periodista sirio. Lanzado el proyecto, queda lo más difícil: conseguir la financiación para hacerlo sostenible. Pero quienes tuvieron el valor de desafiar el régimen de terror de Al-Assad no se darán fácilmente por vencidos. Y el periodismo en nuestra casa, que ahora es su casa, gana una nueva voz que se hace oír.