La alegría de Lídia Heredia
El lunes, en Telediario noche, tuvieron el acierto de hacernos vivir en directo el eclipse de Sol que se ha observado desde Estados Unidos. Primero fueron mostrando las imágenes previas al eclipse total y en el momento culminante conectaron con la corresponsal Lídia Heredia que estaba en Erie, en Pensilvania, en uno de los puntos de divulgación establecidos por la NASA. Descubrimos a Heredia ya a oscuras, fascinada y con una sonrisa mirando al cielo. “Las nubes trabajan en nuestro equipo, Toni! Estamos viendo a simple vista este eclipse de Sol, estamos viendo esta corona porque la Luna se ha comido completamente la forma del Sol”, nos anunciaba. Heredia relató cómo había sido la transición. Describió la repentina oscuridad y la bajada de la temperatura. "Estamos viviendo una experiencia para recordar toda la vida". Nos explicó cómo nos habíamos perdido el momento de sorpresa y el estallido del griterío. También la sensación de comunión y experiencia compartida de los presentes. Hizo una reflexión muy bonita: "Te sientes muy pequeño, pero a la vez te sientes mayor y formando parte de algo importante". Incluso se excusó para no mirar a cámara: "Es bastante difícil dejar de mirar esto". Y, de repente, vimos cómo volvía a iluminarse la escena y la gente de su alrededor, como ella, parecía muy contenta.
La conexión tuvo la naturalidad y la espontaneidad que siempre han caracterizado a la periodista. Y la serenidad que permite trabajar desde la felicidad. Como en un eclipse, cuando se alinean las circunstancias, obtienes la garantía de la eficacia. Presenciar un eclipse total de Sol a través de la tele puede dejarte un poco frío. La alegría de Heredia, en cambio, nos encomendó las sensaciones de vivirlo. Nos contagió su felicidad.
En la crónica posterior que la periodista preparó para la rueda de noticias del 3/24, seleccionó declaraciones de personas que presenciaron el eclipse en directo. Todo relato periodístico basado en la observación a menudo requiere tiempo de espera y habilidad para interaccionar con el entorno. Y Heredia acertó de lleno. Descubrió que uno de los astrónomos estadounidenses de la NASA tenía golpes escondidos y le cantó, en el micrófono de TV3, En diciembre congelado. Son aquellas perlas que sólo se encuentran cuando se es audaz en la búsqueda. Pero lo mejor fueron las personas que eligió para que expresaran sus sensaciones. Un hombre mayor bastante enfermo, en silla de ruedas y conectado a una bombona de oxígeno, exclamó: “¡Este mundo está lleno de belleza!” Heredia buscó ejemplos que conectaran con la emoción. Reuniones de hijos adultos con sus madres, abuelas contentas de haber sido testigos de ese fenómeno. A las siete de la mañana, Jaume Freixes recogía la crónica de Heredia: “Volvemos a la Tierra y la realidad sigue siendo muy dura”, anunciaba para hablarnos de Gaza. Es cierto, la realidad no podemos ahorrarla. Pero se agradece el regalo periodístico de la corresponsal. Heredia nos transportó a un instante lleno de humanidad, de felicidad cósmica, que, en televisión, cuesta mucho encontrar.