Colapsos de ego
La edición de Colapso del sábado por la noche se titulaba La promesa, porque era el día que Àngel Llàcer presentaba el programa tal y como le había prometido Ricard Ustrell hacía tiempo. Las estrellas se dejan el juguete. La edición se habría podido titular La impostura, porque todo el mundo parecía representar un papel. Lácer lo convirtió en una fiesta a medida para llevar a sus amigos. La gracia está en subrayarlo, para que el espectáculo exhiba lo personal. Hacen el show del coleguismo y enseñan la trastienda emocional de los famosos. Es lo del somos importantes, pero humanícenos, que a la gente le gusta. "Muchas gracias por estar aquí", dijo Llàcer a Carlos Latre. Y se le escapó la risa por tener que utilizar esa formalidad con alguien de confianza. Lácer tiene muy aprendido a su personaje televisivo y lo ejecuta con una eficacia altiva. El esperpento llegó con la entrevista a un adicto al porno que no entendimos qué pintaba allí en medio: un hombre a oscuras, encapuchado, con la voz distorsionada y dos lucecitas en vez de ojos. Era un ser siniestro. "¿Por qué has venido?", le espetó Llàcer, como si el individuo se hubiera presentado avisar. "¿Qué problema tienes? ¿Qué te pasa?", le insistió. Y el hombre explicó que con su testimonio quería ayudar a muchos niños y niñas. Aún daba más miedo. Entre la sala rojiza y la jirafa detrás, aquello era peor que La jugada de Maquiavelo. Parecía la encarnación del mal o una broma que acabaría con asombro. En todo caso, en un especial sobre la sexualidad de los adolescentes de TV3 ya salió una adicta al porno sin necesidad de ese montaje morboso.
El clímax del programa fue la entrevista en propia puerta a Ricard Ustrell. Que alguien se haga entrevistar en su propio show es un acto de vanidad asombroso. Eso sí, Ustrell hizo ver que le costaba pero que era un capricho de Llàcer, como si el director perdiera el control de su espacio. La ocasión sirvió para oficializar que Ustrell deja Colapso y anunciar la vacante. Llàcer le hizo una entrevista de amigo para convertirlo en el héroe del mundo laboral y familiar. El repique final fue Jordi Basté. El periodista de RAC1 estuvo claramente incómodo e inseguro toda la entrevista, y no parecía sólo culpa de la butaca. "A Ricardo lo quería proteger. ¡A ti no!", le dijo Llàcer cuando Basté murmuró por algunas preguntas. Un punto en común que tuvieron las respuestas de Carlos Latre, Ricard Ustrell y Jordi Basté fue su ambigüedad e indefinición, con más retórica que franqueza. Es cuando aparece esa impostura que tienes la sensación de que el relato que se explica es un escaparate que nada tiene que ver con la realidad.
El encuentro final de los dos rivales de la radio matinal fue una puesta en escena que, pese al esfuerzo de todos por normalizarla, no transmitió ni especial sinceridad, ni diversión, ni buen rollo. Quizás fue la sobredosis de ego que había en el plató, que no dejaba espacio para nada más.