Toda la verdad sobre el negro de Banyoles

El martes el Sin ficción emitió El negro tiene nombre, el documental que recupera la polémica que hubo en Cataluña sobre el hombre disecado expuesto en el Museu Darder de Banyoles. Alphonse Arceline fue el médico que denunció el racismo y la deshumanización que suponía presentarlo como simple muestra etnográfica y antropológica. Su lucha sirve ahora para realizar el retrato social de una época: la Cataluña de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Si no lo vio, recupérelo en la plataforma 3Cat. El formato original de tres capítulos permite profundizar más en detalles. El negro tiene nombre le sorprenderá, porque va más allá de la historia de aquel hombre nacido en 1803 y que fue desenterrado de su tumba por dos exploradores franceses. Fèlix Colomer, el director de la miniserie, realiza un trabajo extraordinario poniendo la lupa sobre este caso. Revisa la polémica de los años noventa sobre la conveniencia o no de devolver ese supuesto guerrero bosquimano a su país de origen. El documentalista contacta con los protagonistas que lideraron las distintas facciones del debate y, fornido con el material televisivo de la época, les confronta con los argumentos del pasado. Y el resultado es tan revelador como divertido. Tres décadas después, la hermenéutica de la actualidad y la sensibilidad social han cambiado. Y los que lo duden sólo tienen que ver el documental. El racismo era tan inherente a la sociedad que muchos ni se daban cuenta. Con perspectiva, provoca vergüenza ajena. Y Fèlix Colomer juega con ese elemento a la hora de reconstruir los hechos. Los protagonistas deben asumir sus declaraciones del pasado, y no es fácil: unos fingen no acordarse, otros niegan la evidencia y algunos intentan justificarse. Las filigranas para cambiar el discurso o desmarcarse de posicionamientos pasados ​​acaban resultando cómicas. La forma en que los medios de comunicación –el entretenimiento de TV3 muy especialmente– trataron el caso ahora provoca estupor. El arranque del tercer capítulo te hela la sonrisa, porque todo lo que ahora consideramos ofensivo y denigrante se gestionaba con una desinhibición humorística que hoy es muy incómoda.

Paralelamente, Colomer viaja a África para descubrir la auténtica identidad del hombre disecado. Quedó bautizado como "el negro", pero hay que saber quién era para restituir su dignidad. Gracias al trabajo previo del periodista Miquel Molina, el documentalista intenta cerrar el círculo, localizar a su comunidad y encontrar a los descendientes. Por el camino, descubriremos otras muchas circunstancias negligentes que rodearon la repatriación de los restos de aquel hombre, al que los tanatoprácticos atribuyeron un aspecto asalvajado que no le correspondía. Tanto el proceso de embalsamamiento como el de retorno de los restos está apretado de disparates que reiteran el racismo y la deshumanización. No se pierdan El negro tiene nombre, porque la historia de aquel hombre disecado de Banyoles se convierte en un magnífico trabajo antropológico sobre la condición humana y el país que éramos.