Esto sí hace saltar las alarmas
Desde hace años, los espectadores sufrimos un alud de anuncios de sistemas de alarma de protección de nuestras casas. Un indicio que, más allá de inercias y necesidades comerciales, conecta con aspectos relacionados con el contexto social. Esta gran variedad de marcas y empresas de seguridad que se anuncian con el fin de protegernos a menudo sacan rédito económico de la construcción de un relato mediático promovido por las cadenas privadas que estimula la percepción de inseguridad ciudadana y el miedo al ocupación de viviendas. Después de un caso inaudito de ocupación de la casa de una anciana que salió a comprar leche y luego no pudo entrar, te hacen una pausa publicitaria en la que te venden un sistema de alarma infalible.
Pero la alarma que hoy nos ocupa suena de una manera muy distinta. Desde hace semanas, vemos en TV3 un anuncio de Movistar Prosegur Alarmas que también incita a la preocupación pero por razones muy distintas. Vemos a una pareja que va dentro de un coche y que parece que acaba de salir de casa. El hombre, preocupado, comenta a la mujer de su lado: “Y escucha, ¿el perro no hará saltar la alarma?”. Y la mujer le contesta: "Imposible". La pregunta es rara. La respuesta de ella es correcta. Es imposible que el perro haga saltar la alarma porque el dispositivo no es lo suficientemente elástico para que pique con el suelo y se eleve repetidamente como si fuera una pelota de goma. Los perros, pese a su inteligencia, tampoco son unos mamíferos con demasiadas habilidades para el baloncesto. Pero, enseguida, la locución vuelve: “Con la cámara inteligente 360 puedes ver lo que hace tu mascota y tener la alarma conectada sin que bote”. La segunda vez que se utiliza el verbo botar confirmas el error. Es un problema de traducción del castellano, en el que algún traductor, sea automático o un humano poco competente, se ha complicado la existencia traduciendo “hacer saltar la alarma”para “botar la alarma”, en lugar de utilizar el verbo saltar, que habría sido más fácil y, sobre todo, más correcto.
Pero este no es el único motivo desalentador del anuncio. No es sólo la deshumanización y la automatización de los procesos de traducción. Es que ninguno de los responsables del circuito de producción y difusión se ha dado cuenta del error a pesar de los múltiples filtros por los que pasa un anuncio. Ni el locutor del espot, ni la agencia publicitaria, ni la marca anunciante, ni el departamento comercial de TV3, ni los lingüistas de la cadena. Eso sí hace saltar las alarmas. Sencillamente, el anuncio entra dentro de los engranajes mediáticos sin ningún tipo de supervisión aparente y se va emitiendo, con un error lingüístico bastante cómico que sobrevive ante la indiferencia general que provoca la saturación publicitaria.
Al final del anuncio hay un eslogan que resulta incluso irónico. "Tecnología para proteger mejor", dice la voz masculina para cerrar el anuncio. Es evidente que, en este caso, la tecnología no ha servido para proteger al catalán.