De vacaciones con el insoportable doctor Martin
Este verano, a la hora de la sobremesa, TV3 ha sustituido el Com si fos ahir por El doctor Martin, una serie británica que explica las vicisitudes del médico Martin Ellingham (interpretado por Martin Clunes) a la hora de adaptarse a una pequeña localidad costera de Cornualles. El humor radica en la singularidad de todos los personajes, más bien estereotipados, que acaba conformando una comedia poco sutil, muy elemental, pero muy efectiva a nivel de audiencia. La ITV la emitió entre 2004 y 2022, se ha exportado a todo el mundo y se han hecho adaptaciones en varios países de Europa, España incluida con Doctor Mateo (Antena 3).
El protagonista de la serie es un personaje heredado de la película Saving Grace de Nigel Cole, en la que el doctor Martin Bamford era un secundario entrañable. También lo interpretaba el actor Martin Clunes, y el director de la serie Dominic Minghella (hermano pequeño de Anthony Minghella que dirigió El ingenioso señor Ripley) se enamoró y lo rebautizó con un anagrama de su propio apellido: Martin Ellingham. Clunes es la clave para que la serie funcione.
Al igual que en Northern Exposure, Doc Hollywood o Becker, El doctor Martin es una muestra más de una comedia en la que un médico tiene dificultades para adaptarse a un entorno de trabajo rural y austero que le resulta hostil. Y como en tantas otras ficciones, nos encontramos con un protagonista masculino carente de habilidades sociales. Es un profesional excelente desde el punto de vista médico (a pesar de su fobia a la sangre) pero humanamente precario: es frío en el trato, nada empático, incapaz de sonreír y brusco a la hora de comunicarse con los pacientes y con los habitantes del pueblo ficticio de Portwenn. Pese al reclamo turístico que la comedia puede suponer para Cornualles, el talante local queda reducido a cierta incompetencia global.
Louisa, su mujer y madre de su hija, es la antítesis del protagonista. Una mujer cálida y amorosa que, como maestra de primaria de pueblo, será dotada de la paciencia necesaria para convivir con su esposo rígido e insufrible. Y esa es la parte de la serie que ha envejecido peor. El mal carácter del doctor Martin acaba resultando más tóxico que divertido, especialmente cuando se trata de gestionar sus relaciones familiares. Su incapacidad de esbozar ni una sonrisa a su predispuesta y dócil esposa puede hacerse incluso dolorosa. Sobre todo cuando el resto de personajes se compadecen de la pobre mujer y lo que tiene que aguantar.
El doctor Martin vive del estereotipo, bastante gastado en estos momentos, de hombres malcarados amorosidos por la presencia secundaria de una mujer que palía los efectos nocivos del protagonista. El espectador debe interpretar que, detrás de esa personalidad arisca y tóxica, se esconde un genio que merece paciencia colectiva para, así, beneficiarse de su talento. Un rol que, tradicionalmente, la ficción no ha atribuido a personajes femeninos porque, entonces, la falta de sensibilidad no se percibiría como un rasgo cómico de un personaje brillante sino como un grave defecto.