Dice el muerto al degüelle: "¿Quién te ha hecho ese agujero?"

Varios medios e instituciones eligen su palabra del año y no suele haber coincidencia, pero eso, en un mundo donde hay tres docenas de mejores panettonas simultáneamente, tampoco debería extrañarnos. Una mirada transversal a las palabras designadas evidencia el miedo reverencial que todavía generan las mal llamadas nuevas tecnologías. El diccionario Merriam-Webster ha escogido slop, un término que define contenido digital de baja calidad generado por IA. Su rival Collins, en cambio, opta por vibe coding, que es la programación con inteligencia artificial utilizando un lenguaje natural construido sobre la base de vibraciones. La Oxford University Press cree que la palabra que encapsula este 2025 es rage bait, es decir, los pescacliques que no nos reclaman la atención con un enigma (generalmente mal resuelto en el interior), sino con una formulación que nos impulsa a comentar enfurecidos una proposición queridamente escandalosa. Defender la piña en la pizza de toda la vida, vamos. El diccionario de Cambridge elige a la inquietante parasocial, que se refiere a las conexiones virtuales unilaterales, que pueden serlo con celebridades, influencers o, incluso, chatbots. Es decir, montarse una película. Buenos días para ver Her, de Spike Jonze.

El Mundo, por su parte, no elige palabra sino el enemigo del año. Este año ha elegido la brecha generacional por la que los jóvenes de ahora vivirán peor que sus padres. Al menos no han hecho como hace dos años, en los que escogieron la polarización. Sí, sí, El Mundo denunciando la polarización, sin rubor alguno y atribuyéndola a Sánchez en un texto en el que no mencionaba a Vox ni su discurso del odio. Ni a sí mismos, claro, que habían estado envenenando las aguas de la discusión pública los trescientos sesenta y cuatro días anteriores con un periodismo trinchera y de trabuco.