Los Emmy inventan una táctica antiagradecimientos

La gala de los Emmy 2025 podrá ser recordada por tres motivos: por los resultados del Ozempic en buena parte de las estrellas invitadas, por los aplausos a Stephen Colbert y por una idea que puede ser una revelación en todo el mundo. El presentador Nate Bargatze propuso una táctica para evitar los agradecimientos eternos e insoportables de los ganadores. El humorista anunció una donación de cien mil dólares a Boys & Girls Clubs of America. Se trata de una organización estadounidense sin ánimo de lucro que ofrece programas extraescolares y espacios seguros a menores de edad después de las horas lectivas. El público aplaudió con fervor y, entonces, Bargatze anunció la segunda parte: la duración límite de los agradecimientos tenía que ser de 45 segundos. Y por cada segundo que sobrepasara ese tiempo, restaría mil dólares a la cifra. Y, en cambio, añadiría mil más por cada segundo que ahorraran del tiempo acordado. "Haced un discurso corto y el resto de los agradecimientos los ponéis en las redes sociales", aconsejó. Por lo tanto, el exceso de protagonismo se convertía en un acto de egoísmo que perjudicaba a los más necesitados y los discursos más cortos eran una muestra de conciencia social.

Cuando alguno de los triunfadores de la noche se alargaba, un marcador en pantalla mostraba el descenso vertiginoso de la cifra. Los cien mil dólares de salida se iban reduciendo, lo que provocaba un efecto trágico: la pérdida de dinero a toda velocidad hacía que los agradecimientos parecieran aún más innecesarios. Tras el discurso de Owen Cooper, el joven actor protagonista de Adolescence, el contador económico había caído hasta los 24.000 dólares. Pero un indulgente Bargatze, viendo que la interpretación del chico de quince años lo merecía, reparó la pérdida poniendo el dinero (supuestamente) de su bolsillo. Y añadió los 36.000 dólares que acababan de volar. Dos horas y media después de empezar la gala, de esos cien mil dólares iniciales solo quedaban 52.000. Bargatze incluso iba exhibiendo a un niño y una niña que formaban parte del programa solidario para intentar ablandar el corazón de los presentes. Y ni así. Era un running gag divertido y desgarrador, porque tenía un componente de autocrítica con la gala y la valentía de introducir un tema sensible con un tono irreverente y frívolo. La privilegiada flor y nata de la televisión estadounidense haciendo bajar la caja de la beneficencia social destinada a los niños. Al final de la gala, como era de esperar, el marcador quedó en números rojos. Una cifra trágica que, de una forma cómica y mordaz, hacía un retrato cruel sobre la poca sensibilidad del show business. Bargatze, para arreglar la catástrofe solidaria, añadió 350.000 dólares al marcador final como un gesto de fair play para agradecer a la organización que hubiera formado parte del juego. Queda claro que la idea fue más simbólica que eficaz, pero esperamos que el cachondeo sirva para concienciar a las futuras galas de todo el mundo y a los potenciales ganadores de premios de la necesidad de tener compasión del público a la hora de los agradecimientos.