La España Montoya
Una vez superado el fenómeno de La isla de las tentaciones, Telecinco arranca Supervivientes después de una pausa prudencial. El nuevo reality es exactamente igual que siempre, un déjà-vu de planteamientos y acciones, pero esta vez incorpora el fenómeno viral del programa de las parejas que se ponen los cuernos para ganar dinero. Montoya, famoso internacionalmente por su desesperación extrema, consternado por los celos, ha viajado hacia Honduras para pasar hambre en Cayo Cochinos. El estreno de Supervivientes es una oportunidad para analizar los roles del programa, divididos entre dioses, semidioses y mortales, y profundizar en los mecanismos del espectáculo en la tragedia de la resistencia.
Dios: el presentador, Jorge Javier Vázquez, desempeña el rol de todopoderoso. Desde la comodidad del plató, determina el destino de los personajes que tiene a su alrededor y en la distancia. Tiene una información que va más allá de lo que conocen el resto de participantes y se mofa de las debilidades de los demás con una altivez que lo reafirma en su posición. Es una deidad frívola, déspota y poco piadosa.
Diosa: la presentadora en la isla, Laura Madrueño, adopta la figura de la deidad femenina en el estereotipo más idealizado según el imaginario más tradicional y sexista. Semidesnuda, es, por encima de todo, un símbolo de belleza que gestiona la parte doméstica de la isla.
Héroes: es el sector de los concursantes escogidos para representar el rol más atlético. Son cuerpos. Hombres y mujeres jóvenes, medio desnudos, que deben exhibirse atléticos, vigorosos, ágiles, delgados y bronceados. Son los generadores de la épica. Tienen un papel preferente, pero en ningún caso les garantiza la victoria. Representan la carne humana, al servicio de los caprichos de los dioses del programa, pero desempeñan la función de reclamo de la audiencia.
Héroes secundarios: son el grupo más reducido de cuerpos de mayor edad. El paso del tiempo ha empezado a hacer estragos en su físico, pero todavía presentan unas condiciones consideradas aceptables según la tiranía televisiva. Ofrecen la parte morbosa del inicio de la decadencia porque luchan con dignidad y desesperadamente contra las adversidades de la edad.
Mortales y otras rémoras: en función del nivel de decadencia pertenecen a uno de los subgrupos. Son los concursantes que no proporcionan el espectáculo físico, sino el dramático. Suelen ser los proporcionadores del conflicto, la agresividad y la discusión, provocando huracanes de desorden que arrastran los cuerpos. Sus deficiencias de salud sirven también para incorporar la sensación de riesgo, sufrimiento y angustia.
Comparsa: son los familiares de los participantes, que desempeñan las funciones del coro de la tragedia. Tienen la misión de magnificar los eventos y representar en el plató el papel del espectador.
Es la gran tragedia mediática. La España Montoya que vive pendiente de las miserias de este espectáculo penoso y pasado de tuerca.