El espinoso asunto de los vídeos de rehenes de Hamás

La periodista Yasmin Levy, del diario israelíHaaretz, denuncia que la casta periodística del país está censurando en serie los vídeos que llegan de las personas todavía secuestradas por Hamás.Haaretz, porque es el único gran medio que efectivamente hace frente a la draconiana política comunicativa de Netanyahu, que tiene postrado a sus pies el ecosistema mediático del país. Pero, al mismo tiempo, deberíamos convenir que los vídeos de los secuestrados tienen un valor muy discutible, porque su discurso suele estar tremendamente condicionado por los captores, que son los que, al fin y al cabo, han promovido que llegue a las redacciones, como parte de la guerra psicológica que practican.

Según explica Levy, son las familias las que han pedido a los periodistas que se autocensuren y lo están consiguiendo. Esto es ciertamente una mala noticia, porque es una distorsión que sean ellos –con el evidente conflicto de intereses– los que marquen la política informativa del país. Muchos de estos vídeos que no se han emitido contienen críticas al gobierno. Ahora bien, ¿son críticas verosímiles? Es dolorosamente injusto, pero entre las muchas cosas que Hamás ha quitado a los rehenes existe la posibilidad de expresarse en libertad. Incluso aunque hablen una vez que los han soltado: pueden tener familiares o amigos entre los que siguen retenidos. Ahora bien, ese mismo celo por no facilitar los actos propagandísticos de Hamás debería tenerse entonces para denunciar los atropellos evidentes del régimen de Netanyahu que han provocado que Israel haya caído en la posición 112 de 180 en cuanto a libertad de prensa. Un callejón sin salida irresoluble, aparentemente, como el propio conflicto.