Nunca negociaré con Puigdemont (dijo mientras llamaba a Junts)
La fragmentación política y la aritmética fuerzan a menudo bailes a pesar. Por eso conviene mucho medir las críticas a los oponentes políticos, porque los responsables de las siete plagas bíblicas pueden convertirse de repente en incólumas salvadores de la estabilidad. Un día te llaman Pujol, enano, habla català y otro el diario Abc te nombra Español del Año. Más recientemente, el secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, dejó dicho en una entrevista en Catalunya Ràdio que su formación "no negociaba" con Puigdemont sino que "hablaba" con el grupo de JxCat en el Congreso. Es sensacional, porque por mucho que el líder popular maquilla el sujeto y ponga rímel al verbo, todos sabemos que está diciendo exactamente lo mismo.
Hay medios, claro, que son aplicados y administran con diligencia el argumentario. Cuando hablan del PSOE, se dice que se acuesta con Puigdemont, que es como hacerlo con Satanás. Algunos ejemplos de titulares pescados de las redes y propios: "El PSOE no saca a CC de la abstención y depende de Puigdemont para que Gamarra no presida el Congreso" o "El gobierno da nueve razones por escrito para que los Mossos no estén en las fronteras mientras negocia con Puigdemont". En cambio, cuando es el PP quien le hace la corte intentan crear esa extraña ilusión según la cual se conversa con Junts y el líder del partido pasa a ser un mero satélite: "El PP afirma que está dispuesto a hablar con Junts «dentro de la Constitución» para hacer presidente Feijóo" o "El PP llevará al Congreso este mes una ley de conciliación por pac y años". El lector deEl Mundo debe tener un dolor de cabeza considerable, intentando entender cómo es que hablar con Junts es fetén pero negociar con Puigdemont la ruina de España y una traición sin parangón. Pura física cuántica política: el principio de indeterminación de Heisenberg no le llega ni a la suela del zapato.