El periodismo con sentimientos de Albert Elfa

21/04/2025
Jefe de Media
2 min

Una de las tareas más arduas para cualquier periodista es resolver el esguince que se da entre la objetividad que pide el oficio y el inevitable compás moral que apunta a una idea de justicia. Cuando uno va haciendo años, toma más conciencia de que los relatos pretendidamente asépticos benefician al poder: no en vano es quien ha establecido el marco mental imperante y ha fijado incluso unas terminologías concretas. Por eso los mejores periodistas acaban siendo quienes, sin romper la pelea del rigor y la factualidad, son capaces de empapar sus piezas de una visión propia y comprometida con los más débiles. Esto es, de un sentido. Pensaba leyendo las impresionantes y al mismo tiempo muy entretenidas memorias de Albert Elfa, tituladas¡Oh, la humanidad!La apelación al factor humano, tantas veces desterrado de forma absurda de los artículos periodísticos, me lo subió varios escalones en la mesilla de noche y su lectura se ha confirmado como una excelente crónica de los diversos frentes vividos por el reportero, incluyendo algunos episodios donde ves que esquivó un final pulso. Pero el libro no está organizado por temas o lugares, sino que los capítulos se refieren a sentimientos: confusión, fortaleza, enfado…

Albert Elfa.

Estas memorias pasan por la plaza Tahrir, Bruselas, Gaza, Guantánamo, los Andes ecuatorianos y Washington y también por los territorios incómodos de la precariedad, la censura, el poder seductor y las miserias de los despachos, como cuando le propusieron a un Ondas por la cobertura del huracán Katrina –quince días durmiendo en el coche en un entorno insalubre y de pesadilla– pero retiraron la candidatura "en favor de un conocido comediante que les interesaba más que ganara". Con estatuilla o sin ella, el premio es una vida vivida, y un testimonio valioso por el que estar agradecido.

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