Crítica de serie

Sé bueno, sé amable, sé valiente… sé diferente

La serie con Benedict Cumberbatch que triunfa en Netflix explora la pesadilla de que un buen día tu hijo desaparezca

'Eric'

  • Abi Morgan para Netflix
  • En emisión en VOSC en Netflix

En el documental de reciente estreno Jim Henson: la audacia de las ideas se recuerda el papel luminoso que jugó un programa infantil como Barrio Sésamo como contrapunto al clima deprimente que reinaba en la Nueva York de los años setenta. En Eric, Benedict Cumberbatch encarna al Vincent, una variante o un posible discípulo ficticio de Henson, él también creador de un show televisivo de gran éxito entre los niños, Good day sunshine, en la que los títeres saludan al público infantil cada día con un contagioso "Sé bueno, sé amable, sé valiente… sé diferente". Sin embargo, el programa comienza a sufrir el desgaste de los muchos años en antena. Y Vincent no lleva muy bien que le aconsejen actualizar el formato que creó. El mal humor que le genera el trabajo empeora la relación con su esposa, Cassie (una espléndida Gaby Hoffman). Una mañana, Edgar (Ivan Morris Howe) siente discutir por enésima vez a los padres antes de ir solo a pie a la escuela. Aquella noche no vuelve a casa. Ni al día siguiente.

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La desaparición de Edgar provoca reacciones diferentes a los padres. Cassie hace todo lo posible para encontrar a la criatura, mientras que Vincent se obsesiona con elaborar un nuevo títere, Eric del título, a partir de unos esbozos que había hecho Edgar. El protagonista cree que si da vida a este muñeco con aspecto de monstruo tierno y terrible en su programa, el chico volverá a casa. Pero, antes de convertirse en un nuevo personaje en Good day sunshine, el títere se convierte en la proyección de sus propios demonios, un monstruo peludo que acompaña al Vincent y discute allí durante estos días terribles en los que la policía busca a Edgar.

Eric desarrolla la historia de terror de la desaparición de un hijo desde la óptica de un padre que se dedica a contar cuentos felices a los niños. Pero el creador narcisista y trastornado que Cumberbatch clava con su interpretación se convierte también en una figura incómoda en exceso. Por eso, la serie distribuye el protagonismo entre otros personajes, sobre todo el policía que se encarga de la investigación, Michael (McKinley Belcher III), una redefinición del héroe masculino en tiempos del sida. A través del trabajo de este detective, la serie muestra los terribles efectos de las políticas municipales de acoso y violencia contra las personas pobres y sin hogar en Nueva York.

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Porque Eric quiere convertir a Nueva York del momento en algo más que el escenario de fondo de la historia. Intenta profundizar en el contexto turbulento de una ciudad marcada por la pobreza, la corrupción policial, el racismo y la irrupción del sida. David Simon es un referente claro en la panorámica de la ciudad que traza Abi Morgan y en su voluntad de dibujar un sistema en el que convergen diferentes factores que explicarían el dolor que empapa el ambiente. Pero estamos ante una serie de sólo seis episodios, lo que obliga a la creadora a reducir la descripción de un sistema a unos pocos personajes representativos de sus sectores, por lo que al final nos encontramos con un grupo de malos fáciles de detectar y sacar del mapa para que todo acabe bien. Se entiende que la serie prefiera no profundizar en la oscuridad que se esboza en los primeros episodios, una oscuridad que se palpa en el ambiente, en los personajes, en la historia de un niño desaparecido sin rastro, en la figura de un monstruo interior que cobra vida para el protagonista. Pero la resolución deEric resulta muy poco satisfactoria, desde la forzada explicación en torno a Edgar hasta todo el proceso de redención del padre atormentado y egotista.

Trailer de 'Eric'