La serie negra de Steven Soderbergh que nos salva el verano

Steven Soderbergh anunció que se retiraba del cine en el 2013. El responsable de la saga Ocean's elevan aducía razones como el agotamiento y la dificultad creciente para sacar adelante proyectos personales en Hollywood. Esto no le impidió dirigir series como la potente The Knick o producir la también muy reivindicable The girlfriend experience. Cuatro años después, Soderbergh volvía a la pantalla grande con la maravillosa La suerte de los Logan (2017). Y por último, uno de los nombres claves del cine indie estadounidense parece haber encontrado su encaje en el panorama actual de las plataformas de streaming y el rodaje en digital. Soderbergh ha retomado un ritmo prolífico de trabajo en el que combina la dirección, la producción y/o el guionaje de films y series, la mayoría para Netflix y HBO Max/Warner. De hecho, desde junio ha estrenado ¡tres títulos nuevos! El último, Command Z, una comedia de ciencia-ficción de bajo presupuesto, la ha lanzado a través de su página web y se accede a ella después de pagar una tarifa destinada a financiar diferentes ONG. Un ejemplo de cómo Soderbergh se mantiene fiel a un compromiso tanto político como artístico. Y en HBO Max se pueden encontrar El último baile, la última entrega de los filmes de Magic Mike, y Círculo cerrado, la miniserie de seis episodios (por ahora, ya hay cuatro disponibles) que dirige a partir de un guion de Ed Solomon.

Como parte de su filmografía, Círculo cerrado es una obra que entronca con la tradición del cine negro, en este caso centrada en un secuestro gafado. El círculo del título remite a la superstición que pone en marcha la trama. Savitri Mahabir (la actriz CCH Pounder) comanda un negocio mafioso dentro de la diáspora guayanesa en Queens, Nueva York. Cuando ejecutan a su marido, Savitri cree que es culpa de una maldición y no de los asuntos sucios en los que están implicados. Para combatirla, recurre a la obeah, una forma de brujería típica de algunas comunidades afrocaribeñas en antiguas colonias británicas. La protagonista está convencida de que para ahuyentar el gafe hay que "cerrar un círculo" que implica el secuestro del hijo de una pareja blanca acomodada de Manhattan, Derek (Timothy Olyphant) y Sam (Claire Danes). Pero el rapto se complica cuando los delincuentes se equivocan de objetivo. A partir de ahí, se desencadena una espiral de equívocos, asesinatos y descubrimiento de secretos que implica a todo un grupo de personajes diversos de Nueva York, entre ellos una detective obsesionada con el trabajo, Mel (Zazie Beetz), y tiene que ver con unos negocios turbios en la Guayana hace veinte años.

Intensa y adictiva

Solomon y Soderbergh construyen una narración impregnada de la atmósfera claustrofóbica de los mejores relatos negros. La maldición que obsesiona a Mahabir parece extenderse a todos los personajes: hagan lo que hagan, las cosas salen cada vez peor. Mientras se envuelve la trama, se desvelan secretos de los protagonistas y sus vínculos con el pasado. Esta forma intensa de dosificar la información, la forma en que cambia el transcurso del relato y el destino de los protagonistas convierte Círculo cerrado en una miniserie intensa y adictiva. Las imbricaciones entre diferentes grupos de personas y escenarios emparenta en parte la serie con Traffic (2000), otro de los títulos de éxito de Soderbergh. Pero aquí opta por una estética digital más pulida, que recuerda al cine de Michael Mann. La serie mantiene hasta los episodios finales el enigma en torno a la suerte de los personajes, sobre todo de los dos más vulnerables, los jóvenes hermanos guayaneses que toman una posición moral decisiva en un mundo podrido en el que todo les juega a la contra.