¿Un hombre de fe puede ser sexy? La nueva comedia de Netflix cree que sí

BarcelonaEl binomio religión y sexo, a priori, no acaba de encajar. Sin embargo, son muchas las obras literarias y audiovisuales que han tratado los casos de hombres de fe que sucumben a la atracción sexual, con menos o más polémica. En el mundo de las series, uno de los ejemplos más recientes y celebrados es el conocido como el cura sexi de Fleabag, la historia de amor infructuosa protagonizada por Andrew Scott y Phoebe Waller-Bridge. La última comedia romántica de Netflix, Nadie quiere esto, da una nueva vuelta a esta cuestión siguiendo la relación entre un rabino joven y encantador y una animadora de un podcast sobre sexo. La serie, de tono ligero y que estará disponible en la plataforma este jueves, la protagonizan dos actores que fueron auténticas estrellas para los jóvenes seriófilos de principios de 2000: Adam Brody, que se dio a conocer con The OC, y Kristen Bell, de Veronica Mars.

Nadie quiere esto juega con la confrontación de opuestos. Noah es progresista pero de fuertes convicciones religiosas, mientras que Joanne es agnóstica y no sería votada como la persona más bondadosa del mundo. Además, ventila todos sus problemas sentimentales y sexuales en el podcast que hace con su hermana, Morgan (Justine Lupe, de Sucesión). Aún así, durante una cena entre ambos se establece una fuerte conexión, algo totalmente incomprensible para sus familiares. La persona que peor lleva el enamoramiento del rabino es su madre, que no puede soportar que su hijo haya roto con su novia judía y ahora quiera empezar una relación con una mujer gentil. Navegar los prejuicios de sus entornos y sus propios será toda una aventura para esta pareja de Los Angeles.

Serie pseudoautobiográfica

La nueva comedia romántica está basada libremente en la experiencia real de su creadora, Erin Foster, que después de una discretísima carrera como actriz se hizo conocida gracias a un reality show en la que hacía parodia de sus aspiraciones de ser una persona popular. Foster se convirtió al judaísmo después de conocer a su futuro marido, el ejecutivo de la industria musical Simon Tickhman (en su caso, su enamorado no era un rabino). "Cuando pasé por el proceso de conversión, me pareció que era un punto de partida bastante fascinante para una buena serie", explica la creadora en la revista Entertainment Weekly. Foster escribió el guión del primer capítulo, pero decidió no ser la protagonista de la serie, un trabajo que dejó para Bell, que regresa a la televisión después de unos años apartada para cuidar de su familia." [ El proyecto] llegó a mi mesa en el momento adecuado, cuando tenía ganas de ver una buena comedia romántica, con alma", explica la actriz, que también es productora ejecutiva de la serie.

Para interpretar el rabino que hace perder la cabeza a Joanne eligieron a Adam Brody, actor que es de familia judía pero que no es practicante. "Me imaginaba a una persona que debía ser encantadora, con alma y profunda, pero también debía tener un sentido del humor muy agudo, sarcasmo y la capacidad de picarle el corteza [a Joanne]. Tenía que ser simpático y adorable, pero también atractivo, al tiempo que ser el tipo de chico que le encantaría a tu madre. Adam fue la única persona que realmente cumplía todos los requisitos", detalla Foster. Brody, que asegura que trabajó para encontrar puntos en común con su personaje, admite que tuvo que realizar mucha investigación sobre el judaísmo porque no pisaba una sinagoga desde los 13 años.

A pesar de que el elemento religioso es importante en la serie, los fans de la comedia romántica encontrarán los elementos imprescindibles del género, como los secundarios que no tienen ningún tipo de miramiento a la hora de dar su opinión a la pareja protagonista. Nadie quiere esto tiene una primera temporada de 10 episodios y, si funciona, su creadora asegura tener ideas para dos entregas más.