La serie que abrió el debate sobre el suicidio adolescente
La adaptación de Netflix del libro de Jay Asher se convirtió en un fenómeno global… y en uno de los casos más polémicos de la televisión reciente
BarcelonaCada domingo de verano, el ARA repasa alguna de las series más polémicas de la historia de la televisión. La cuarta entrega corresponde a Miedo 13 razones, la serie que inició la conversación sobre la salud mental y el suicidio adolescente.
Cuando el 31 de marzo de 2017 Netflix estrenó Miedo 13 razones, nadie esperaba que la serie provocara el terremoto que, finalmente, generó. Con una puesta en escena dramática y una trama construida como un thriller emocional —una chica que se suicida y deja trece cintas donde explica por qué lo ha hecho ya quien responsabiliza—, la plataforma puso sobre la mesa algunos de los temas más espinosos para jóvenes y familias: el suicidio, el acoso escolar, la depresión, la violación, el silencio de los adultos. Y la polémica estalló.
La serie estaba basada en el libro homónimo de Jay Asher, publicado en el 2007, pero la adaptación televisiva era mucho más explícita, visual y provocadora. La primera temporada, que sigue con todo detalle el relato original, fue ampliamente aplaudida por la crítica. Se destacaba su valentía por mostrar el dolor adolescente sin eufemismos, las interpretaciones de Dylan Minnette —Clay— y Katherine Langford —la protagonista de la historia, Hannah—, y su capacidad para romper tabúes sociales. Con una narrativa adictiva y cargada de tensión emocional, parecía que Miedo 13 razones marcaba un antes y un después en la representación de la salud mental en los medios.
Pero el eco del éxito pronto se topó con un alud de críticas. ¿El momento clave? La recreación explícita del suicidio de Hannah Baker al término de la primera temporada. Esta escena, extremadamente cruda, desató una ola de reacciones contrarias de profesionales de la salud mental, psicólogos, educadores y padres que alertaron de que una representación tan gráfica del suicidio podía tener un efecto imitación, especialmente entre adolescentes vulnerables. Un estudio publicado en JAMA Psychiatry puso cifras a lo que hasta entonces eran intuiciones: sólo en Estados Unidos, se detectaron 195 suicidios adicionales entre jóvenes de entre 10 y 17 años en el año del estreno, con un repunte del 28,9% en el mes siguiente. Más allá de los datos, muchos expertos alertaban del peligro de transmitir la idea de que el suicidio es una respuesta comprensible al sufrimiento, una venganza emocional o una forma de conseguir que los demás escuchen.
La serie también recibió críticas por la forma en que representaba las agresiones sexuales. Especialmente en la segunda temporada, que incluye una escena de una violación —explícita y muy violenta— a un personaje masculino en los lavabos de un instituto. Esta secuencia fue calificada de gratuita por varios colectivos y críticos, y reabrió el debate sobre hasta qué punto el impacto emocional justifica mostrar escenas de violencia sexual de esa intensidad. Organizaciones como Rain (Rape, Abuse & Incest National Network) advirtieron que este tipo de representaciones podían reactivar traumas entre víctimas y, sobre todo, desencadenar ansiedad sin aportar verdaderas herramientas de reflexión o reparación.
Miedo 13 razones también fue blanco de las asociaciones conservadoras, como lo había sido otra serie adolescente, Skins. La escena de la violación de la segunda temporada provocó que el Parents Television Council reclamara a Netflix que cancelara y eliminara de su catálogo la serie, una petición que la plataforma ignoró.
Aunque Netflix no se plegó a las demandas de la asociación conservadora, sí tomó medidas para alertar del contenido delicado de la producción. Primero con advertencias específicas antes de los episodios más delicados; después, con vídeos informativos y recursos de ayuda, y, finalmente, con un paso histórico: en el 2019, la plataforma eliminó la escena del suicidio después de más de dos años de emisión. El gesto, aunque tardío, fue interpretado como un reconocimiento implícito del impacto real que puede tener la ficción sobre la salud pública. Sin embargo, la serie continuó produciendo temporadas, con tramas cada vez más centradas en las consecuencias del trauma, las estructuras de impunidad y la violencia sistémica.
En total, Miedo 13 razones tuvo cuatro temporadas (2017-2020), pero su popularidad fue en declive. Si bien la primera fue un éxito masivo de público, las siguientes dividieron a la audiencia. Las críticas destacaban una deriva hacia el melodrama excesiva, la reiteración de traumas y una cierta explotación emocional del sufrimiento adolescente. La cuarta temporada, estrenada en junio del 2020, fue recibida con frialdad, y muchos consideraban que la serie había perdido su norte narrativo.
El legado después de la polémica
Siete años después, la huella de Miedo 13 razones es tan evidente como incómoda. Por un lado, abrió la puerta a hablar con mayor naturalidad de temas que antes se evitaban, muchos adolescentes aseguraron que la serie les había ayudado a identificar su malestar oa buscar ayuda. Pero, por otro, evidenció la falta de protocolos claros a la hora de representar temas delicados en la ficción. Varias asociaciones de salud mental, como la American Foundation for Suicide Prevention y la National Association of School Psychologists, elaboraron nuevas guías para creadores de contenidos que recomiendan no mostrar el método del suicidio, evitar idealizarlo, poner recursos visibles a su alcance, representar adultos y sistemas de ayuda eficaces. Y, sobre todo, no callarse, pero hablar con responsabilidad.