¿Por qué sólo 23 personas acudieron al funeral de Marilyn Monroe?
En una librería de viejo, removiendo revistas, encuentro una edición de Lecturas de agosto de 1962. Hacía unos días que había muerto Marilyn Monroe y un titular de la portada destaca una cifra que añade tristeza a la noticia: “Sólo 23 personas asistieron al entierro de Marilyn Monroe”. El dato es chocante por la enorme repercusión mediática de su muerte trágica, por el glamour que rodeaba a la actriz y por el hervidero que representaba aquel Hollywood donde todos se conocían. La ceremonia se celebró en el mismo cementerio de Westwood Village, en Los Ángeles, a escasos once minutos en coche de la casa de Brentwood donde murió la actriz. En las páginas interiores está la crónica que relata los nervios y las discusiones en torno a esa despedida meticulosamente planificada por el exmarido. “Joe Di Maggio fue el organizador y no permitió que el acto se convirtiera en una concentración de famosos. Fuera de la capilla protestante donde se celebró la ceremonia con asistencia de esas 23 personas rigurosamente seleccionadas, quedaron cientos de curiosos, pero el todo Hollywood no asistió”. El artículo aclara el motivo: “El día antes, en vez de la invitación correspondiente, recibieron una tarjeta firmada por Di Maggio y la hermanastra de la difunta que decía: «Esperamos que los muchos amigos de Marilyn entiendan que apreciamos el su deseo de rendir un último tributo a la que tanto amamos. No podemos, en conciencia, invitar a uno de ustedes sin ofender a los demás, y por esta razón sólo hemos invitado a un mínimo de personas. Recuerden todos de Marilyn su dulzura y rezan por ella, en casa o en la iglesia, una oración»”. El artículo relata la fuerte discusión entre el actor Peter Lawford y Joe Di Maggio, durante la cual el exmarido de Marilyn afirmó: “Si no fuera por muchos de sus amigos, Marilyn no hubiera tenido un final tan desgraciado”. Lawford, cuñado de John F. Kennedy y el hombre que introdujo a la actriz en el círculo íntimo del presidente, es uno de los sospechosos en las teorías conspirativas en torno a la muerte trágica de Marilyn. Hubiera sido uno de los últimos en hablar por teléfono para invitarla a una fiesta y en algunas investigaciones sobre el caso se ha escrito que no hizo caso a la ayuda que le pidió la actriz. Un abogado que fue excluido del funeral presentó una protesta formal con recogida de firmas incluida, en la que Gene Kelly y Dean Martin dejaron constancia de su queja por no poder participar. Di Maggio no soportaba el entorno más tóxico de la actriz, convencido de que le habían abocado a esa situación límite. Entre los veintitrés escogidos del funeral, aparte del exmarido y la hermanastra de Marilyn, estaba la ama de llaves de la casa de la actriz, su última peluquera, el maquillador, unos abogados y, sobre todo, el su gran amigo Lee Strasberg, fundador del Actor's Studio. “Fue Strasberg, el maestro de Marlon Brando, como personaje de más categoría, quien pronunció un discurso, mientras Di Maggio, desconsolado, susurraba continuamente: «¡Te quiero! ¡Te quiero!»”
Es paradójico que una estrella de Hollywood como Marilyn Monroe, con un impacto tan grande en la cultura cinematográfica y popular, tuviera un adiós tan íntimo y reducido. Fue imposible protegerla de todo lo que le hundía. “Víctima de unas costumbres de las que fue símbolo”, sentenciaba Lecturas. Veintitrés personas en su funeral son también una alegoría de la profunda soledad de la actriz y del precio que hacía pagar a Hollywood a sus símbolos.