El adiós a la mítica empresa de juguetes catalana
“Nos reuníamos el domingo por la tarde con los amigos, hacíamos palomitas, cerrábamos las luces y proyectábamos películas de Popeye, Minnie y el pato Donald”. Era la década de los 70. Quim tiene hoy 56 años pero aún se emociona cuando recuerda cómo él y su pandilla dejaban volar la imaginación con las proyecciones monocolor del mítico proyector portátil Cinexin. “Cuando fui padre, regalé uno a mi hijo”, explica nostálgico. En los 80 Pedro también tenía un Cinexin en casa, pero sobre todo recuerda cuando el tió le cagó un juego de construcciones Exin Castillos de un millar de piezas. "Me pasé días montándolo", apunta. Hoy tiene 50 años, pero aún guarda su caja en el garaje.
Cuando iban a la escuela, la empresa catalana Exclusivas Industriales SA (Exin) era la reina de los juguetes en España. Todo el mundo quería sus productos. En 1951, mientras la prensa tenía los ojos fijados en la firma del Tratado de San Francisco y en la Huelga de Tranvías, el pequeño empresario Ramón Carroggio ponía la primera piedra del imperio. Empezó fabricando pequeños juguetes de plástico y juegos de mesa hasta que, en 1962, llegó a un acuerdo con la empresa inglesa Lines Brothers para empezar a distribuir en España los coches de Scalextric.
El sistema económico autárquico de la dictadura franquista hacía complicada la entrada de productos extranjeros en el país, y la compañía británica buscaba una empresa local para asociarse a ella. Exin vio una gran oportunidad. A finales de los 60 el éxito era ya notable y la empresa catalana se había dotado de músculo para lanzar nuevos productos. Así, estrenó los Exin Castillos, un juego para construir castillos medievales pieza a pieza. También fue un éxito, incluso en México, donde la compañía había abierto una filial. En 1968 empezó a comercializar los muñecos de acción Madelman; el Cinexin llegó a los hogares españoles en los 70, y el juego de construcciones Tente en 1972.
“Recuerdo todos los productos -explica Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona -: consiguieron tener en su catálogo productos de gran éxito”. Pero, a finales de los 80, todo empezó a tambalearse. La llegada de juguetes procedentes de países asiáticos abrió una guerra de precios en las tiendas del Estado que mermó seriamente las ventas de todas las líneas de Exin. Además, la estacionalidad de sus productos, que sobre todo se vendían en Navidad, tampoco ayudaba.
En 1988 la campaña navideña fue nefasta. Ese ejercicio se cerró con una facturación de 3.830 millones de pesetas, con pérdidas importantes de 200 millones. El miércoles 29 de marzo de 1989 la sección de economía de La Vanguardia incluía un temido titular: "La firma Exin, fabricante del popular Scalextric, presenta un expediente de suspensión de pagos". Pese a que la empresa aseguró que "la situación era buena" y que el paso se había dado para poder "reestructurarse" y "volver a ser competitivos", no salió adelante. En 1993 Exin, con fábrica en Molins de Rei y una plantilla de 260 trabajadores, cerró sus puertas para siempre.
La lección
"Exin fue capaz de comercializar un gran número de productos de éxito", dice Josep Maria Espinet, profesor de la UdG. Pero advierte de los peligros de lanzar constantemente nuevas líneas, como hacía la empresa. "Hay que ser muy prudente en inversiones complementarias: pueden hipotecar las que ya van bien y hacerlo fracasar todo", concluye.