Carles Capdevila

El rey no nos puede ni ver

Felipe VI le dijo a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, que no la podía recibir, que le explicara por escrito eso de que habíamos investido a un nuevo presidente. La respuesta me parece unas cuantas cosas, que pongo por escrito porque evidentemente no oso pedirle audiencia.

1. Es un gesto que no demuestra ni ninguna voluntad de diálogo ni ningún respeto por la legalidad, cuando su discurso oficial es diálogo y ley.

2. Es despectivo con el Parlament y con todos los catalanes a los que esta institución representa.

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3. Es feo porque le da vergüenza hacerse una foto con una presidenta elegida democráticamente cuando en la familia se han hecho fotos con elefantes muertos y dictadores vivos.

4. Es una provocación, porque invita a recibir un trato recíproco el día que sea él el visitante.

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5. Es partidista: se salta un protocolo cuando no le gusta el resultado de las elecciones, en un acto de poca elegancia democrática.

6. Es desagradecido con Girona, ciudad de la que ha sido príncipe, y con todo lo que ha hecho la Fundació Príncep de Girona por su figura, dado que el presidente que le querían presentar era justamente el alcalde de esta ciudad.

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7. Es atrevido, porque si tienes poco trabajo y es simbólico, escaquearte cuestiona la justificación del puesto laboral y el coste para la empresa.

8. Es una promoción imprudente de la desconexión entre Cataluña y España: una táctica sorprendente.

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9. Es un acto de arrogancia impropio de quien el mismo día tiene a la hermana sentada en el banco de los acusados.

Y 10. Es una frivolidad que dará para unos cuantos gags, para mantener una imagen superficial de la monarquía y para confirmar que sigue alejada de la realidad.