Viajes

El buscador de las culturas olvidadas

Un fotógrafo y científico se dedica a documentar comunidades minoritarias

Cristina Torra
y Cristina Torra

BarcelonaQueman las heces de las vacas y con la ceniza que queda se cubren el cuerpo para protegerse y conectar con los dioses. Son los mundari, una cultura minoritaria de Sudán del Sur. También se duchan con la orina de las vacas, hecho que les tiñe el cabello de naranja, y beben la leche directamente de la teta. "Es una cultura única y fascinante, que tiene una relación muy íntima con las vacas", explica Aníbal Bueno.

Hace diez años que un viaje a la selva de Camerún donde conoció a los pigmeos le cambió la vida. Este científico dedicado a la investigación biomédica dio un giro de 180 grados para descubrir culturas olvidadas. “Se me abrió un mundo nuevo. Una expedición de dos semanas con pigmeos en la selva transformó mi espíritu de investigación científica y me di cuenta de que podía seguir investigando fuera de las cuatro paredes del laboratorio”, explica. “La ciencia a la hora de analizar culturas es la antropología, pero mis estudios me han servido también para hacerlo. No he perdido este enfoque científico a la hora de estudiar las tribus y sus rituales”, detalla.

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Neoexplorador

En estos últimos años esta pasión se ha convertido en su profesión y se dedica a guiar viajes para descubrir a otros viajeros estas culturas y, sobre todo, descubrir nuevas culturas y documentarlo. De momento tiene dos libros publicados: Culturas olvidadas (UOC Editorial) y Las últimas tribus de Angola (Exlibrico). Su primer paso es documentarse mucho sobre el sitio donde irá a través de internet. “Investigo qué culturas hay en la región que quiero visitar, dónde viven, qué tradiciones tienen... A veces es información sesgada y empiezo el viaje un poco a ciegas”, reconoce. Con la información que recopila, intenta encontrar un fixer, la parte más difícil de la preparación. "Es una persona del país que visito que me ayuda con la logística, con las negociaciones con la cultura que quiero visitar, con la traducción, con los códigos éticos y con muchas otras cosas", detalla. Cuando ya lo tiene todo listo, llega la hora de la verdad. “Llego al país, con las hojas con la documentación impresa y me encuentro con el fixer. A veces no sale bien, pero es un momento muy emocionante, en el que tienes la adrenalina a flor de piel y te sientes como los antiguos exploradores”, explica emocionado.

Estas últimas semanas ha realizado un viaje de prospección a Namibia y Botsuana. “Son países más turísticos para hacer safaris, pero cuando sales de los leones y los elefantes todavía hay un mundo nuevo por descubrir. Hemos ido a ver las diferencias entre los himba de Angola y los de Namibia ya descubrir a los herero, una etnia de la que me gusta mucho su estética. Las mujeres llevan unos recogidos con telas muy coloreadas. Es un sincretismo de estéticas coloniales con tradiciones alemanas”, explica. Tras este viaje, se ha desplazado a Asia Central a guiar a varios grupos por Afganistán, Pakistán y Bangladesh.

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Cuestión de cosmovisión

El propio Aníbal reconoce que las culturas olvidadas "realmente son olvidadas por nosotros, desde nuestro punto de vista etnocéntrico, desde el eje globalizador de Occidente". Pero añade: "Hay muchas culturas desconocidas que tienen unas cosmovisiones absolutamente increíbles". Cuenta que algunos creen en el vudú, otros que si se cortan un dedo y lo entierran junto al difunto conseguirán el paraíso, e incluso algunos se azotan con cuchillos como acto de penitencia.

"Muchas veces tengo que hacer un ejercicio de reflexión impresionante y hay cosas que sigo sin entender y que hieren mi sensibilidad, pero me parece maravilloso que la humanidad tenga esta diversidad", reconoce. También explica que la globalización cada vez llega a los sitios más inaccesibles y que desde que empezó sus viajes ha notado cambios. "Por ejemplo, en 2009 visité comunidades que ahora ya no existen”. Habla de los koma de Camerún, que “han dejado el campo y han ido a la ciudad, llevan un estilo de vida occidental y se han unido a la cultura mayoritaria del país". "Lo he visto en muchos lugares, que se transforman hacia la cristianización o la islamización, las culturas mayoritarias”, detalla. Según la ONU, cada año se pierden –o se absorben– miles de culturas y la Unesco considera que la diversidad cultural es el mayor patrimonio que tiene la humanidad: “Desde el punto de vista científico se dice que la diversidad genética es una herramienta que tienen las especies para tener más capacidad de supervivencia porque tienen más capacidad de adaptabilidad. , la diversidad cultural también hace que la humanidad tenga mayor capacidad de supervivencia y adaptabilidad porque implica diferentes formas de ver el mundo y diferentes estrategias para afrontar problemas”, considera Bueno.

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Por eso, para él, es una lástima que los mundari, su cultura preferida, hace años todavía fueran desnudos y sólo se taparan con una manta y ahora “ya lleven pantalones cortos o camisetas de clubs de fútbol". "Es un signo debilidad de una cultura que sería muy grave que se perdiera”, dice.

Angola y Etiopía, los preferidos

Angola es uno de los países preferidos de Aníbal Bueno, junto con Etiopía. “De los que conozco, Angola es lo que más impacta a nivel turístico. Es lo que más tiene para ofrecer: selva, gorilas, el desierto del Namib –el más antiguo del mundo–, la arquitectura colonial portuguesa... Además, en lo referente a la cultura, es uno de los países con mayor riqueza cultural y es muy impactante estéticamente”. En cuanto a Etiopía, explica que es el país que más ha visitado. “He estado 30 o 40 veces. Es el lugar en el que crecí como fotógrafo y antropólogo y tiene una diversidad cultural única”. “Los surma también me emocionan: se identifican con el plato labial y tienen el ritual de la donga , una lucha con bastones entre hombres jóvenes de diferentes poblados, en la que el ganador se lleva la cosecha y elige a tres mujeres”.

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7 tradiciones chocantes

La hiena es sagrada

En el norte de Nigeria se hace un ritual con bebés recién nacidos que supone dejar al bebé debajo de una manta con una hiena domesticada. Consideran que la hiena es sagrada y aportará una buena vida al niño.

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'Ashura': penitencia extrema

Las shiitas de Pakistán hacen una penitencia, para nosotros, salvaje. Para agradecer lo bueno que les han pasado a lo largo del año se fustigan la espalda con cuchillos atados en una cuerda. Elashura se hace en una plaza que queda cubierta de sangre.

El salto de toro

Es un ritual de los hameres de Etiopía que hacen los jóvenes para el paso a la vida adulta. Deben saltar del lomo de una vaca a otra 7 veces. Antes los jóvenes azotan a mujeres de la familia y amigas con ramas de acacia. “Para ellas no es dolor, es un honor acompañar a los hombres en este proceso, y significa que les dan todo su apoyo y confianza. Como muestra, les quedan las cicatrices de las heridas en la espalda”, explica Bueno.

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Un dedo para el paraíso

Las mujeres dani, que viven en la parte oriental de Papúa Nueva Guinea, se cortan un dedo cuando muere un hombre querido. Lo entierran junto al fallecido y creen que les ayuda a conseguir el paraíso.

Caníbales hasta los 70

Los korowai viven en la selva occidental de Papúa Nueva Guinea y estuvieron casi aislados del mundo hasta los años 70, y se creían que estaban solos en el planeta. Viven en lo alto de los árboles, a 30 metros del suelo, y hasta hace 50 años eran caníbales.

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Los últimos balleneros

En la isla de Lamarela (Indonesia) existe una comunidad que todavía caza ballenas y delfines. Es el único lugar del mundo donde la caza de ballenas, sólo con arpón, todavía es legal y se hace por subsistencia.

El Tinder 1.0

Los wodaabe son unos pastores nómadas que viven en la zona del Sahel. Cada año celebran el festival Gerewol, donde se encuentran en busca de pareja. Los hombres se exhiben y las mujeres eligen, solo quieren una noche de sexo o formar una familia. Es una rareza dentro de la sociedad musulmana, que conserva esta tradición preislámica, en la que las mujeres y el sexo están en el centro.