SERIE VENEZUELA (4/10)

Buscando pan en Venezuela por WhatsApp

Los principales productos básicos de la dieta venezolana se encuentran sólo en el mercado negro

María Fernández
4 min
Veneçolans comprant en un supermercat  de Caracas que té part de les prestatgeries buides.

Enviada especial a CaracasLa dependienta de la panadería contesta con cara de desprecio que "evidentemente" no tienen pan, ni sabe cuándo tendrán. La vitrina de la tienda está prácticamente vacía, sólo quedan unos cuantos pastelitos. En otra panadería de Caracas, la capital venezolana, el propietario responde lo mismo y aún va más allá: recomienda que me saque de la cabeza intentar encontrar pan en ninguna panadería de Venezuela. Si quiero comprar pan, más vale que recurra al mercado negro. Es lo que todo el mundo aconseja.

La venta de pan y otros productos básicos en Venezuela se basa en la actualidad en el boca a boca. Quien tiene WhatsApp en el teléfono móvil a menudo también lo utiliza para eso: detalla en el estado de la aplicación el producto que desea comprar o comercializar. "A la venta, paquetes de 12 litros", dice un venezolano en su estado de WhatsApp, que acompaña con una fotografía de botellas de aceite vegetal de la marca Diana. Otro escribe: "Necesito 240 dólares". Porque en Venezuela también es casi misión imposible encontrar dinero en efectivo, y aún más cambiar la moneda nacional -el bolívar- por una extranjera sin perder poder adquisitivo.

A dalt, veneçolans comprant en un supermecat que té part de les prestatgeries buides.A baix, alguns dels missatges que els veneçolans difonen per WhatsApp.

"Todo esto ocurre porque determinados productos en Venezuela tienen un precio regulado y hay un control de cambio desde que [Hugo] Chávez llegó al poder", explica el reconocido economista venezolano Asdrúbal Oliveros. "Un dólar equivale a unos 85.000 bolívares, según la tasa fijada por el gobierno. En cambio, en el mercado negro un dólar son unos 850.000 bolívares, es decir, diez veces más ", detalla el experto.

Eso significa que si un turista viaja a Venezuela y compra bolívares en una de las casas de cambio oficiales que hay en el aeropuerto, obtendrá una miseria. Le darán 85.000 bolívares por un dólar. Pero si hace el cambio en la calle -en el mercado negro- conseguirá diez veces más dinero. Y, de hecho, eso le permitirá poder comprar algo en Venezuela: los precios están por las nubes. Una simple botella de agua de un litro y medio ya vale como mínimo 110.000 bolívares. Por lo tanto, los 85.000 bolívares que según el gobierno vale un dólar, no sirven para adquirir casi nada.

Todo este galimatías se complica aún más con los "precios regulados" establecidos por el gobierno para determinados artículos. La harina, el arroz, la leche, el azúcar, algunos embutidos y todos los cereales y productos enlatados tienen precios fijados por el gobierno, que normalmente son ínfimos. Por ejemplo, una barra de pan vale 70.000 bolívares, es decir, sólo unos 0,08 dólares. El gran problema, sin embargo, es encontrar pan y otros productos.

Control del gobierno

Las empresas privadas están obligadas a vender el 50% de su producción al gobierno a precios por debajo del mercado, explica Juvenal Arbelaez, presidente ejecutivo de la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea). "Esto hace que la cantidad de productos disponibles para su comercialización sea muy inferior a la de antes, y explica que ahora buena parte de las estanterías de los supermercados estén vacías", argumenta. Además, el transporte de cualquier producto alimentario de las fábricas a los centros distribuidores y de estos centros a las tiendas debe contar con un permiso del gobierno, añade Arbelaez. El ejecutivo lo controla absolutamente todo.

"Como el precio del pan es tan sumamente bajo, cuando los panaderos tienen harina -que no es siempre- sólo producen un 5% de pan. Prefieren hacer pastelitos porque su coste no está regulado por el gobierno y así pueden obtener más ganancias", precisa el presidente ejecutivo de Cavidea. Y de hecho es así: en la mayoría de panaderías hay pastelitos, pero no pan. Los pocos afortunados que consiguen pan -normalmente después de horas de espera, porque se forman colas larguísimas en las panaderías- lo revenden después en la calle a unos precios exagerados. Es tanta la demanda y tan poca la oferta que el negocio está asegurado. Y lo mismo ocurre con otros productos básicos de la dieta venezolana. Así la bola del mercado negro en el país cada vez se ha hecho más grande.

"Yo misma hago pan en mi casa", explica Silvana, una venezolana que tiene la suerte de tener una hija en Estados Unidos. Cada vez que va a visitarla, regresa a Caracas con una maleta llena de paquetes de harina, confiesa. En otras ocasiones su hija se los envía por mensajería privada. "Así no tengo que hacer cola en la panadería, ni comprar pan a unos precios desorbitados", se justifica.

Los que no tienen "fe" -como se conoce en Venezuela disponer de "familiares en el extranjero" que envían ayuda a los que están en el país- intentan sobrevivir con todo tipo de trapicheos: revendiendo lo que pueden en el mercado negro, con el trueque de productos o directamente haciendo contrabando de gasolina en la vecina Colombia.

El salario mínimo mensual en Venezuela es en la actualidad de 2.555.500 bolívares, es decir, tres miserables dólares. Eso explica que muchos opten por irse del país, aunque tampoco es fácil. Los venezolanos sólo pueden sacar de 10.000 a 20.000 bolívares en efectivo al día de las entidades financieras. Además, los bolívares no tienen ningún valor en el extranjero y conseguir dólares en el país resulta verdaderamente complicado.

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